La energía y la sostenibilidad se han situado en el centro de las cuestiones de estos años y lo más interesante es que seguirá siendo así en los próximos 15 o 20 años. Esa es la afirmación del profesor de escuela de negocios y divulgador Pablo Foncillas. Acaba de publicar el libro Fact Energy, la sostenibilidad que viene, promovido por Fundación Naturgy, editado por Deusto y con prólogo del periodista Fernando Ónega, que trata sobre cómo la revolución tecnológica de la energía transforma los sectores, las empresas y, en definitiva, toda la sociedad.
Invertia habla con él sobre la perspectiva divulgativa y cómo acercar al lector este complejo sector que vive en la actualidad un profundo proceso de cambio. Él reconoce que lo ha escrito "no desde la visión de experto o con la ambición de ser el gran tratado sobre la energía, sino desde la curiosidad de alguien con interés por los sectores en transformación, como es el energético".
¿Tiene la percepción de que el sector de la energía es un sector muy desconocido por la sociedad en general?
Lo primero que hay que decir es que todos somos sector de la energía. Pero ciertamente yo tengo la sensación de que hace falta mucha divulgación. Y, normalmente, suelo seguir sectores en transformación y precisamente siempre que doy charlas lo que trato es de romper mitos.
Fact Energy, la sostenibilidad que viene aborda cuestiones relacionadas con la energía tan importantes como la de la exigencia asumida por todos de que queremos disponer de un sistema energético que sea continuo y sólido, por tanto, hay que hablar de energías renovables, pero también de gases renovables y biogases, o hablar de si es posible electrificar totalmente el sistema energético.
Electrificar la economía, ¿no es un concepto complicado de entender?
La verdad es que tuve que dedicar un tiempo a estudiar qué significaba, y ahora lo veo como una necesidad a la que tendremos que ir con el paso de los años. Sin embargo, la Agencia Internacional de la Energía plantea que hay un techo en la electrificación de la economía, en el orden del 65% por arriba y el 35% por abajo, con la tecnología actual. Y eso es así porque no todos los sectores pueden utilizar electricidad para sus procesos productivos.
Por ejemplo, industrias que necesitan altas temperaturas para hacer amoníaco o los procesos de fundición de metales, no se pueden obtener con energía eléctrica. Exigiría una cantidad de energía impresionante. Por lo tanto, se hace esencialmente quemando combustibles fósiles.
Los seres humanos tenemos visiones parciales sobre los temas, especialmente cuando son complicados, como es el caso de la energía, y cómo los números nos ayudan a combatir esa mirada sesgada. Las cifras cobran sentido en la medida en que afectan a las personas, relación fácil de establecer cuando hablamos de energía, porque condiciona sin duda nuestra manera de vivir.
A día de hoy, cuando se habla de electrificación te pongo tres casos en donde esto es muy evidente y eso tiene ciertas repercusiones. Por ejemplo, el coche eléctrico. Por un lado eres sostenible, pero para fabricarlo ha hecho falta utilizar energía que necesariamente ha generado CO2 y el propio proceso productivo que has hecho también ha generado modelos.
Hay que hablar de energías renovables, pero también de gases renovables y biogases
También habla de mitos en el libro, ¿a qué se refiere?
De esto hablo en el inicio del libro, de unos sesgos que tenemos todos los seres humanos que somos no conscientes. Yo tengo sesgos, es mi manera de ver las cosas. ¿Qué sesgos tenemos? Pues yo creo que tenemos, por un lado, limitaciones. Es muy difícil entender sectores muy complejos y nos gusta con otros datos formarnos una historia, crear una narrativa que nos explique ciertas cuestiones.
Si llueve mucho y hay viento y hay sol, ¿por qué no puede ser todo sostenible con renovables hídricas, solares y eólicas? Porque no, no es tan sencillo. Hay momentos en los que, por ejemplo, no va a haber viento, no va a haber agua, no va a haber sol.
¿Qué hacemos entonces? Porque queremos que la energía que siempre esté disponible. Ese es uno de los primeros sesgos de los que hablo. Y luego también hablo de otros más vinculados a la simplificación o a generalizaciones. Hoy necesitamos simplificar como seres humanos. Es imprescindible. Lo que pasa es que esto, cuando lo aplicamos a cuestiones tan complejas como la energía, cometemos errores y esos son los sesgos de los que hablo en los diferentes capítulos.
Pero básicamente serían dos limitaciones intelectuales que las vertemos a partir de narrarnos una historia. Y el otro son generalizaciones que establecemos sobre ideas que son muy complejas. Todos somos muy buenos explicando el pasado, pero es muy difícil explicar el futuro porque muchas veces el pasado, cuando hacemos una generalización, no hemos tenido en cuenta muchos otros factores que han influido en lo que ha pasado.
Y en este sector también hay una visión diferente en función de la ideología política.
Pero ¿el libro aborda ese debate ideológico que existe en el sector energético?
No, el libro trata de huir de debates ideológicos. Creo que es importante ponerlo sobre la mesa. Hay un informe por cada dato y encuentras un contrainforme con un contradato. Hay que diferenciar entre un debate político y un debate ideológico. Es imprescindible no tener un debate político y sí uno con conocimiento de causa.
Hemos decidido en la Unión Europea que queremos ser un continente con unas determinadas emisiones en una serie de años hasta 2050. Muy bien. Esto es una decisión ideológica que se traduce a través de ciertas políticas. Si están bien informadas y están bien ejecutadas, no hay problema. Lo que me pasa cuando me he estado informando es que veo que muchas veces no están del todo bien informadas.
Y no todo es tan lineal como poner un molino y que baje la factura del de la luz.
En los próximos 15 o 20 años vamos a hablar de cuestiones relacionadas con la sostenibilidad y de la transformación energética
Entonces, después de haberte informado de las políticas europeas que se han aprobado y que se quieren llevar a cabo, de haberte nutrido de informes de respetables organizaciones, ¿cómo te imaginas el futuro energético europeo o español?
Me lo imagino sobre tres pilares. Un sector energético más limpio, que no falle y con un precio que podamos pagar. Esa es la tecnología energética que tendremos que tener en uso en los próximos años. Más limpia, por favor, que no falle y a un precio que podamos pagar. Soñaría con eso, para lo cual hace falta un sector energético en donde no es bueno improvisar. En lo que respecta a la tecnología, hemos de utilizar los estándares fiables porque los hay.
Pero algo que se dice así de sencillo, hay que tener un cuidado enorme con las inversiones que son muy elevadas y encima son inmóviles. También hay que tener claro que los plazos para poder conseguir la implantación y desarrollo de todas estas tecnologías son largos y llevan procesos complejos.
Y, por último, en ese futuro que auguro a la energía, me gustaría que fuera no solo de España, sino a poder ser del mundo entero.
La divulgación y el conocimiento del sector son una de las asignaturas pendientes, ¿qué soluciones propone para acercarlo más a la sociedad?
Ojalá tuviera una respuesta, pero primero habría que ver por qué hay tanto desconocimiento. Se mezclan varios factores, el más importante un cierto desinterés. Sin embargo, eso va a ir cambiando. En la medida en la que se encarece algo, obviamente te interesa más. Punto número uno. Punto número dos: hay un debate social, la sostenibilidad. Está cada vez más presente en la vida diaria de todos, con ángulos muy diversos. Yo creo que de la misma manera que llevamos 15 años hablando de la digitalización, en los próximos 15 o 20 años vamos a hablar de cuestiones relacionadas con la sostenibilidad.
Y la sostenibilidad está intrínsecamente relacionada con la transformación energética. Ahora vienen muchos años en los que hará falta hacer pedagogía, porque hasta ahora nos hemos quedado un poco en la superficie y nos hemos quedado con la parte anecdótica. Pero ahora vamos a empezar a tener que entender cuestiones como lo que hoy está de rabiosa actualidad, que son el cambio en la factura de la luz con las tarifas a diferentes horas. Nos va a afectar porque vamos a tener que cambiar ciertos hábitos en la demanda.
La cuota de atención progresivamente se va a ir ganando. Ahora hay una gran oportunidad de que se vaya en la dirección adecuada.