La Comisión Europea ya tiene desarrollado su plan REPowerEU, cuyo objetivo es reducir la dependencia de Rusia hasta dejar de consumir su petróleo y su gas. Mientras llega ese momento, propone unas medidas entre las que se incluye que los que tienen asegurado el suministro, como puede ser el caso de España, cedan su gas a favor de los que puede que no lo tengan, como ya advirtió el canciller alemán, Olaz Scholz, a su población.
La crisis energética va a ser más larga de lo que hace unos meses se preveía. Incluso Bruselas ya pone fecha: Los mercados esperan que los precios de la energía se mantengan altos durante el resto de 2022 y hasta 2024-2025, aunque en menor medida.
Y el principal miedo de la Unión Europea es la falta de gas si Putin finalmente cierra el grifo antes de tiempo. Por eso, en el borrador del documento 'Short-Term Energy Market Interventions and Long-Term Electricity Market Design' del plan que presentan hoy, y al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL-Invertia, Bruselas lo tiene claro.
Solidaridad entre países
Acogiéndose a los acuerdos y mecanismos de solidaridad y al 'toolbox', la caja de herramientas para la seguridad de suministro aprobado en octubre pasado, dice que en caso de que "se produzcan interrupciones del suministro de gas que afecten a varios Estados miembros al mismo tiempo, pueden ser necesarias medidas adicionales".
"Esas medidas incluyen un racionamiento y una reducción coordinados de la demanda cuando los mercados de gas ya no se ajusten de manera óptima y dejen insatisfecha la demanda restante". Esto quiere decir que si países altamente dependientes del gas ruso, como puede ser Alemania y Austria, tienen que dejar de abastecer de gas a su población o a su industria, otros países que no van a tener ese problema, como España, sufrirán de racionamiento y tendrán que reducir su demanda también.
El texto dice que "sobre la base del principio de solidaridad, debe considerarse una reducción de la demanda de gas en los Estados miembros menos afectados en beneficio de los Estados miembros más afectados, incluso en el caso de que este racionamiento no se hubiera realizado sobre la base del plan nacional de emergencia".
España es uno de los países que podría enfrentarse, sin mucha complicación, a un invierno sin gas ruso. Supera en porcentaje a todos sus vecinos en almacenamiento de gas, con unas reservas por encima del 60% con fecha finales de abril, según el último Boletín Estadístico de Enagás. Y cuenta con con la mayor red de regasificadoras de Europa, el 35% de la capacidad europea para almacenar GNL.
También los almacenes subterráneos han experimentado una inyección extraordinaria de gas, tiene dos gasoductos que cruzan los Pirineos hasta Francia, que ya están enviando gas hacia Europa todo lo que es posible, además del gasoducto que nos conecta con el gas de Argelia y los puertos marítimos bien situados para recibir el GNL estadounidense.
En definitiva, una situación mucho más ventajosa que la de países como Alemania para enfrentarse a un periodo de escasez de gas.
'Topar' el gas
Ya lo adelantó este diario hace unos días, Bruselas ha tomado nota del 'tope' del gas en España y Portugal, pero no prevé que se extienda la medida a toda la UE. Así aparece recogido en el documento que presenta hoy.
Se mantiene en sus trece de que "cualquier intervención en los mercados energéticos debe preservar el núcleo del mercado interior". Aún así deja abierta la puerta para que se pueda establecer "un precio máximo regulado para el gas para cubrir el período de la emergencia declarada en la UE".
"Una posibilidad sería limitar la formación de precios durante este escenario de disrupción limitando el precio en las bolsas de gas europeas, pero dicho límite de precios puede, en general, introducirse de diferentes maneras y puede intervenir en diferentes niveles de la cadena de valor del gas", añade.
"El nivel de dicho tope del precio del gas en la UE tendría que establecerse con cuidado para minimizar los efectos negativos. Este tope de precios de la UE tendría la ventaja de limitar los efectos perjudiciales de la perturbación sobre los precios para los consumidores y las empresas, pero también presentaría una serie de desafíos".
"Habría que garantizar que ese tope de precios no empeore el acceso de la UE a los mercados de gas y GNL (gas natural licuado)", y concluye que "también limitaría automáticamente la potencial reducción de la demanda de gas si hay un alto precio, lo que afectaría negativamente el equilibrio entre la oferta y la demanda".
Compra conjunta de gas
Otras alternativas que propone Bruselas "para hacer frente al impacto de los precios elevados sostenidos para los consumidores" es "permitir que los Estados miembros prorroguen, en las circunstancias excepcionales actuales y durante un tiempo limitado, la regulación del precio de venta al público del gas natural".
En este aspecto, especifica que "sería cuando el gas juega un papel particular en la calefacción y la materia prima industrial. Los volúmenes cubiertos por dichas tarifas tendrían que ser limitados para evitar que esto lleve a un aumento en el consumo de gas tanto como sea posible".
La Comisión y los Estados miembros han creado recientemente la Plataforma energética de la UE que quiere garantizar el suministro de energía a precios justos y reducirá, y finalmente eliminará, la dependencia de la UE del gas ruso. Su objetivo es "conseguir suministros seguros de los mercados globales y mitigar los efectos de los precios. A su vez, también será fundamental para garantizar un nivel adecuado de almacenamiento de gas".
Más medidas anticrisis
Bruselas también propone otras medidas para bajar el precio de la luz de los consumidores europeos. La primera son medidas fiscales o regulatorias que eliminen los beneficios extra de ciertas centrales eléctricas. Esos ingresos, dice Bruselas, "podrían ayudar a financiar medidas específicas y temporales en apoyo de hogares y empresas vulnerables".
La segunda "contemplaría un límite temporal de los precios regulados para cubrir a las pequeñas y medianas empresas. Esta prórroga estaría limitada en cuanto a las cantidades cubiertas para no provocar un aumento del consumo".
En tercer lugar, hace referencia a la decisión de España y Portugal de limitar el precio del gas en el mercado eléctrico, y permite que otros países puedan incorporar esa medida. Con una salvedad, "que deben consultar a los vecinos y partes interesadas afectados, evitar penalizar a los participantes en el mercado que aseguraron su electricidad con contratos a plazo y determinar y controlar el consumo adicional de gas y el aumento de las emisiones de CO2 resultantes de la intervención".
Por último, los ingresos por congestión, que es lo que pasará en las interconexiones con Francia, que se multiplicarán las exportaciones de electricidad y tendrán saldo netamente exportador, "deberán utilizarse para ampliar la capacidad o para reducir las tarifas de la red de acuerdo con las normas vigentes".
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