Bruselas

"Sugiero que el séptimo paquete de sanciones se llame KGB: Kirill, gas y bancos", escribía este jueves en Twitter el combativo embajador lituano ante la UE, Arnoldas Pranckevicius. Lo cierto es que la aprobación del sexto paquete de medidas de castigo contra Rusia por la invasión de Ucrania, cuyo pilar central es un embargo petrolero, ha dejado un gusto muy amargo en Bruselas. La unidad europea que tanto costó construir ha estado a punto de estallar en mil pedazos.

Debido a la exigencia de unanimidad, Viktor Orbán -el único amigo que le queda a Vladímir Putin entre los líderes europeos- ha logrado todos sus objetivos en la negociación. Primero, un excepción para Hungría en el boicot petrolero. Y después excluir al jefe de la Iglesia ortodoxa rusa, el patriarca Kirill, de la lista negra de sancionados. Eso sí, el primer ministro húngaro se ha ganado por el camino la hostilidad del resto de líderes europeos. Su aislamiento en la UE es ahora total: hasta Polonia (tradicional aliado de Orbán en su lucha contra las élites bruselenses) le abandona.

La dura negociación del embargo al petróleo ruso (que ha costado un mes) evidencia que la UE ha llegado a su límite en las sanciones potentes contra el Kremlin. Pese a las palabras del embajador lituano, no hay apetito entre los líderes europeos para seguir avanzando en las medidas restrictivas. Sobre todo, porque el principal sector de impacto que queda sin cubrir es el gas. Y un boicot al gas ruso sigue siendo tabú no sólo en Hungría, sino también en Alemania o Austria. Avanzar por esta vía significaría romper definitivamente la unidad europea.

"Es difícil especular sobre futuros paquetes de sanciones. Como se ha visto, los primeros fueron muy rápidos y se aprobaron sin problemas. Pero cuanto más se avanza, se vuelven más difíciles y dolorosos. Y se tocan cuestiones, como la seguridad de suministro, que no son sólo económicas, sino que van incluso más allá", relata un alto funcionario comunitario. El canciller alemán, Olaf Scholz, sostiene que un embargo al gas hundiría a Alemania y Europa en la recesión.

Financiar la guerra

Al final, los europeos siguen atrapados en una paradoja que no saben resolver. Por un lado, la UE condena con la máxima firmeza la agresión del Kremlin, suministra armas a Ucrania y ha aprobado sanciones sin precedentes cuyo objetivo es asfixiar la economía rusa. Al mismo tiempo, continúa pagando cantidades ingentes de dinero por las importaciones energéticas rusas, que sirven a Moscú para financiar la guerra.

El oleoducto Druzhba a su paso por Hungría Reuters

Desde el inicio del conflicto el 24 de febrero, los Veintisiete han abonado a Rusia 59.500 millones de euros: 31.400 millones por el petróleo, 26.600 millones por el gas y 1.500 millones por el carbón, según el Center for Research on Energy and Clean AirLa UE ya ha aprobado un embargo al carbón, pero no entrará en vigor hasta agosto. Por su parte, el boicot parcial al petróleo tiene un periodo de transición que dura hasta finales de año. Y sobre el gas ruso, que representa el 40% del consumo en Europa, muchos países no quieren ni hablar.

"El gas natural tiene un papel diferente en el suministro de energía que el petróleo. Se pueden encontrar alternativas al petróleo ruso mucho más fácilmente: ha habido problemas técnicos con Viktor Orbán que se han resuelto. Pero el gas es una historia diferente y, por lo tanto, el embargo de gas no va a ser un tema de discusión", dijo el canciller austríaco, Karl Nehammer, en el Consejo Europeo del martes pasado.

¿Habrá nuevas medidas de castigo contra Rusia? "En mi opinión, este es un punto final por el momento, especialmente en el área de sanciones en el sector energético", responde el primer ministro belga, Alexander De Croo. Incluso la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, -bautizada como la nueva Dama de Hierro por su línea dura frente al Kremlin- admite que la UE ha llegado al final del camino. "Pienso que el gas debería estar en el séptimo paquete. Pero también soy realista: no creo que vaya a estar", confesaba en Bruselas.

En cambio, el presidente francés, Emmanuel Macron, defiende que la UE debe mantener una "ambigüedad estratégica" sobre un posible embargo al gas ruso como medida de presión frente al Kremlin. "No debemos excluir nada porque nadie sabe cómo evolucionará la guerra. Debemos mantener la credibilidad y esta ambigüedad estratégica es también muy útil", sostiene Macron, que admite no obstante que "no hay consenso".

La primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, saluda a Ursula von der Leyen durante el Consejo Europeo del lunes UE

En cualquier caso, nadie en Bruselas descarta que sea Rusia la que acabe cerrado por completo el grifo del gas. Gazprom ha cortado ya el suministro a Polonia, Bulgaria, Finlandia, Holanda y a las compañías Orsted en Dinamarca y Shell en Alemania por su negativa a pagar en rublos. Bélgica teme ser la siguiente. En contraste, la mayoría de empresas de Italia y Alemania han encontrado un apaño para pagar en moneda rusa sin (en teoría) saltarse la letra de las sanciones.

Sin impacto en los precios

Pese a la creciente factura interna, la UE hace valer el enorme impacto que tendrá el embargo al petróleo ruso recién aprobado. Una medida que (aunque sea parcial) hace apenas un mes poca gente creía posible, según destaca Macron. El petróleo es una fuente fundamental de ingresos para el Kremlin, más importante que el gas.

En 2021, la UE importó petróleo crudo por valor de 48.000 millones de euros y productos refinados por valor de 23.000 millones de Rusia. En cambio, las compras de gas ascendieron a 20.000 millones. 

Para finales de año, la gran mayoría de las importaciones de petróleo estarán prohibidas. El boicot de la UE sólo afecta al que llega por mar, que representa dos tercios del total. El crudo de oleducto se beneficia de una excepción, pero Alemania y Polonia (que reciben parte de su suministro directamente desde Rusia a través de la tubería Druzbha) ya han anunciado que renuncian a ella, lo que aumenta la cobertura del embargo al 90%.

Olaf Scholz conversa con Emmanuel Macron durante el Consejo Europeo del lunes UE

Sólo Hungría, República Checa y Eslovaquia seguirán recibiendo indefinidamente petróleo ruso, mientras que Bulgaria y Croacia gozan de un periodo transitorio más largo (hasta 2024 como máximo).

Bruselas descarta que el embargo europeo vaya a empujar los precios todavía más al alza. Tras el anuncio del acuerdo sobre el sexto paquete de sanciones, los mercados apenas se han movido, lo que se interpreta como que ya habían descontado el boicot. El largo periodo de transición da tiempo suficiente a todos los operadores para adaptarse. La UE busca ahora alternativas al petróleo ruso en los países de la OPEC.

Además, Rusia no tiene capacidad ni infraestructuras para redirigir de aquí a final de año todo el petróleo que exportaba a la UE hacia China y otros países. Bruselas calcula que entre el 25% y el 40% se quedará sin vender. De hecho, el sexto paquete de sanciones prohíbe a las compañías europeas asegurar el transporte por barco de petróleo ruso.

Esto dificultará a Moscú exportar su petróleo al resto del mundo, dado que es muy complicado encontrar aseguradores no europeos en este sector. A los barcos sin seguro no se les aceptará en los puertos por el riesgo de vertidos. "Hemos encontrado una solución que maximiza el impacto en Rusia a la vez que minimiza el impacto en la UE", aseguran en la Comisión Europea. 

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