El plan de la Unión Europea este invierno ante la falta de suministro energético es reducir al máximo el consumo de gas. Sin embargo, ese proceso, si se quiere hacer rápidamente, solo tiene una solución: poner en marcha otras tecnologías que hasta ahora estaban programadas para su cierre, como las térmicas de carbón. Una solución que tiene una pega: aumentan las emisiones de CO2.
Europa se enfrenta a una disyuntiva este invierno: o defender su política climática o apostar por la seguridad energética. Y aunque se hable de acelerar el desarrollo de las renovables, la realidad es que en el borrador de su plan 'Save gas for a safe winter' abre la puerta al consumo de carbón.
Para ello, las centrales eléctricas de carbón reiniciadas para compensar los cortes en el suministro de gas ruso "podrán quedar exentas de los objetivos de emisiones industriales", según aparece en el borrador del plan que se presentará oficialmente el próximo miércoles 20 de julio.
Más carbón en Europa
La decisión podría tener consecuencias para la cotización del CO2 en el mercado de emisiones europeo (ETS EU). Si se deja de quemar gas para quemar carbón, aunque se incumplan los objetivos de emisiones, estas centrales térmicas, sí o sí, tendrán que comprar derechos de emisión en el mercado de CO2, lo que impulsará su cotización al alza.
En total, se ha decidido que se coloquen en stand-by 13,5 GW de centrales de carbón como instalaciones de reserva de suministro, añadiendo un 12% al parque de generación con carbón existente de la UE (109 GW) y solo un 1,5% a su capacidad total de generación de energía instalada (920 GW), según un informe de la organización ambientalista Ember Climate.
Funcionarían al 65% de su capacidad a lo largo de 2023, y generarían 60 TWh de electricidad a carbón, lo que es suficiente para abastecer a la UE durante aproximadamente una semana.
Mercado de emisiones de la UE
El mercado del carbono lleva varios meses contenido en una horquilla entre los 80 y los 85 euros/TnCO2. La incertidumbre, los cambios regulatorios y la decisión de controlar la participación de lo que se ha llamado 'especuladores', es decir, inversores financieros, han provocado que esta commodity no se haya encarecido ni siquiera con el anuncio de encender el carbón.
"Todavía se están debatiendo varias cuestiones sobre la reforma del mercado de CO2", explica a EL ESPAÑOL-Invertia Ignacio Belenguer, trader de carbono de Vertis, entidad especializada en comercio de emisiones.
Está pendiente de aprobarse la propuesta de la Comisión Europea de liberar alrededor de 250 millones de emisiones de la Reserva de Estabilidad del Mercado. "Con ello, se prevé que se podría financiar parcialmente el plan REPowerEU, porque hay que tomar medidas en eficiencia energética o de contención de gas, entre otras", añade Belenguer, pero esta decisión no está aprobada y tiene una fuerte oposición de los estados miembros.
Dinamarca lidera la oposición junto con 13 estados miembros, ya que temen que la medida socave la integridad del mercado. "Este grupo de países entiende que si entran en circulación más derechos de emisión, caería el precio del CO2 y no serviría para su propósito, que es impulsar la descarbonización en Europa".
Se ahoga la industria
Sin embargo, si no se toma ninguna medida y entran en circulación los 13,5 GW de centrales térmicas, los derechos de emisión cotizarían al alza, lo que unido a los altos precios del gas (se prevé que en invierno este combustible pudiera superar incluso los 300 euros/MWh), ahogaría a la industria.
En España, la industria siderúrgica ya lo ha dicho. La empresa más grande del sector, ArcelorMittal, ha señalado que la escalada de los precios del gas, el petróleo y de los derechos de emisión de CO2 desde la segunda mitad de 2021 aboca al sector siderúrgico al cierre de instalaciones industriales.
Si se sube más el precio del CO2, la situación será "inevitable" y un "paso previo" a la puesta en marcha de expedientes reguladores temporales de empleo (ERTES), "en el mejor de los casos".
Alemania, Austria, Francia y los Países Bajos han anunciado recientemente planes para permitir una mayor generación de energía con carbón en caso de que el suministro de gas ruso se detenga repentinamente.
En estas semanas, la Unión Europea deberá aprobar una reforma del mercado de CO2 que pueda conjugar objetivos muy dispares: por un lado, que sirva para financiar el plan REPowerEU (la reducción del consumo de gas ruso); por otro lado, que no ahogue a la industria. Y, por último, que sirva para impulsar la descarbonización. Difícil lo tiene.