Bruselas

"No es bueno ni para Alemania ni para Europa que Alemania se aísle". Con esta declaración que ha sonado como un puñetazo, Emmanuel Macron ha dejado al descubierto el malestar de la mayoría de los líderes europeos con el canciller Olaf Scholz, que enturbia el ambiente de la cumbre de otoño que ha empezado este jueves en Bruselas.

Desde hace meses, el Gobierno de Berlín bloquea de forma sistemática cualquier solución europea para rebajar el precio de la energía o para crear un nuevo fondo anticrisis. Al mismo tiempo, el canciller ha aprobado de forma unilateral un potente 'escudo protector' nacional de 200.000 millones de euros para salir al rescate de las empresas alemanas, en detrimento de sus rivales europeas.

El obstruccionismo de Scholz ha alcanzado cotas tan altas que ha provocado un choque frontal con Macron. El motor franco-alemán (de cuya buena sintonía depende cualquier avance en la UE) está averiado. La tensión es tan elevada que el presidente francés ha cancelado la cumbre bilateral entre los dos Gobiernos prevista para el 26 de octubre en Fontainebleau.

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Es la primera vez que se anula una reunión de este tipo. "Hay toda una serie de temas en los que todavía no hemos llegado a una posición común", se justifica el portavoz del Gobierno alemán.

"Yo no diría que haya una avería (en el motor franco-alemán) por lo que a mí respecta", ha dicho Macron a su llegada al Consejo Europeo, echándole a Scholz la culpa de todos los problemas. "Yo estoy desde el principio, desde hace más de 5 años, siempre ahí para intentar proponer, avanzar, construir la unidad. Y creo que no es bueno que un país se aísle. Nuestro papel es hacer todo lo posible para que haya unidad europea y que Alemania forme parte de ella", ha resaltado.

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El presidente francés sostiene que la propuesta presentada por Ursula von der Leyen para topar el precio del gas importado suscita un "amplio consenso" entre los Veintisiete. Y sugiere que Alemania está aislada en su rechazo a esta medida para rebajar la factura eléctrica. Macron reclama además "solidaridad financiera" en la UE para hacer frente a la crisis energética, aunque sea sólo con préstamos y no subvenciones.

En materia de intervención del mercado energético, Pedro Sánchez está totalmente alineado con las tesis de Macron y Von der Leyen (y por tanto en el bando contrario al de Alemania). "Creo que se está fraguando un gran consenso europeo en torno a la necesidad de actuar conjuntamente, de forma solidaria y también interviniendo el mercado y reformando ese mercado", ha dicho a su llegada a la cumbre.

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El primer ministro de Letonia, Krisjanis Karins, también se revuelve contra el proteccionismo de Alemania. "El peligro es que algunos Estados miembros, los que tienen un mayor presupuesto o más margen para pedir prestado dinero, pueden ayudar a sus empresas y hogares más que otros Estados miembros", ha dicho Karins.

"Si podemos imponer un tope al precio del gas importado -ni siquiera hace falta que sea una gran reducción, sino cualquier rebaja- eso tendría un impacto positivo en los mercados y ayudaría igual a ricos y pobres", sostiene el primer ministro letón.

Pedro Sánchez, durante la reunión del Consejo Europeo de este jueves UE

En lo que probablemente sea su última intervención en un Consejo Europeo, Mario Draghi también ha criticado el egoísmo alemán. "Se nos pide mostrar solidaridad compartiendo la energía, pero no hay solidaridad hacia nuestra petición para contener los precios", ha dicho en la reunión a puerta cerrada el primer ministro italiano saliente.

Las crecientes críticas de sus socios por falta de solidaridad han obligado a Scholz a ponerse a la defensiva. "Somos los que más apoyamos a Europa, pagamos usualmente el 26% del presupuesto y estamos desarrollando muchos mecanismos de solidaridad", presume el canciller alemán. Su 'escudo protector' no difiere de las ayudas aprobadas en Francia, Italia o España.

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Sin embargo, el sucesor de Angela Merkel se enroca en su rechazo a todas las soluciones que hay sobre la mesa, en particular el tope al precio del gas importado. Su argumento es siempre el mismo: los productores no lo aceptarán y desviarán el gas de la UE hacia Asia. "Los instrumentos deben discutirse intensamente porque deben funcionar: nadie quiere quedarse sin gas", apunta Scholz.

Su apuesta es por el diálogo y no por la imposición. "Tenemos que cooperar con otros consumidores como Corea del Sur y Japón. Tenemos que cooperar con otros amigos del G7 que nos suministran y con otros países que suministran gas para rebajar los precios", ha defendido. En cuanto a la financiación, Scholz ha reiterado que no hace falta más dinero europeo puesto que el fondo de recuperación que se creó durante la pandemia todavía no se ha agotado y puede utilizarse para invertir renovables. 

El húngaro Viktor Orbán saluda al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel UE

Incluso su aliado más estrecho, el primer ministro holandés Mark Rutte, se muestra más flexible que Scholz. "Estamos ya de acuerdo en muchas soluciones prácticas y vemos que los precios del gas están mucho más bajos que hace un par de meses. Incluso el gas natural licuado es ya más caro en Asia que en Europa", ha dicho Rutte.

"Tenemos que dar un paso más y creo que nos vamos a poner de acuerdo sobre las compras conjuntas o sobre crear un nuevo índice de referencia (para el GNL). Pero para el corto plazo hay dos cuestiones más polémicas que deben estudiarse más: el modelo ibérico y el tope flexible de precio. Tenemos que examinar los pros y los contras y podemos hacerlo rápido, soy muy optimista", señala el primer ministro holandés.

Caso aparte es el del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que se muestra dispuesto a boicotear cualquier acuerdo del Consejo Europeo. "El último plan de Bruselas sobre el tope del precio del gas en la UE equivale a un embargo total de gas para Hungría. Cometer suicidio económico no ayudará a Ucrania", ha escrito Orbán en Twitter.

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