Para España, la famosa frase televisiva "Winter is coming" (se acerca el invierno) debería sustituirse por el verano. Y es que este ejercicio hidrológico no está siendo capaz de remontar una sequía que se arrastra desde el pasado año y que amenaza con acabar con los precios eléctricos tan bajos gracias a la eólica y a la fotovoltaica.
Los meteorólogos no esperan cambios a corto plazo. De hecho, anticipan temperaturas altas por encima de los valores normales y solo precipitaciones débiles en la mitad sur peninsular. Y eso significa que la generación eólica va a caer y también la hidráulica.
Así ocurrió durante el verano pasado. El tórrido calor hizo estragos, provocando la caída de la producción eléctrica renovable y dando paso al mayor consumo de gas (ciclos combinados) de la historia. El precio de la electricidad en agosto alcanzó récords históricos, (alentados, además, por el miedo a una falta de suministro de gas en Europa para invierno).
El mercado de futuros OMIP marca, para el tercer trimestre del año y para el 2024, precios de la electricidad cercanos a los 120 euros/MWh. Casi un 50% más de la media de los precios del mes de marzo.
Según el Grupo ASE, el precio diario del mercado mayorista en marzo fue de 89,61 euros/MWh. Incluso ha sido un 32,14% menor respecto a febrero y un 68,38% inferior en comparación con el mismo mes de 2022.
Según el Ministerio para la Transición Ecológica, la reserva hídrica española se encuentra al 51,7% de su capacidad. La previsible escasez de precipitaciones en el conjunto de la geografía española predice un bajo volumen de agua almacenada en los embalses, lo que afectará considerablemente a la producción de energía hidráulica.
La principal fuente de generación en nuestro país, la eólica (tanto en 2020 como en 2021 representó el 22,5% y 24% del mix respectivamente), tampoco suele ser la estrella del verano. A más calor, menos viento y, por tanto, menos generación.
Sol
Y la fotovoltaica, pese a que está batiendo récords de generación en los últimos meses y se espera que continúe así, "la que está conectada actualmente a red en España no es capaz por si sola de llevarse el mercado a cero", explicaba hace unos días a EL ESPAÑOL-Invertia Francisco Valverde, analista de mercados eléctricos.
Además -como sucede con la otra tecnología solar, la termosolar- tampoco le favorecen las altas temperaturas del verano, porque reducen su productividad.
Nucleares
La falta de agua y el calor no solo afectan a las renovables. También pueden poner en entredicho el funcionamiento de las centrales nucleares. Así ocurrió el verano pasado en Francia.
Se vivió la peor sequía desde 1958, provocada por la falta de lluvia y las sucesivas olas de calor. Todo el territorio galo se encontraba oficialmente en estado de sequía.
La subida del termómetro pesó sobre la producción de electricidad nuclear. Y de hecho, no solo tuvieron que parar algunas centrales por problemas técnicos, sino por la falta de agua.
Estas instalaciones nucleares suelen construirse junto al mar o cerca de grandes ríos, porque deben estar permanentemente refrigeradas para poder operar con total seguridad. Deben enfriar el núcleo de la central y lo hacen con un circuito de agua fría.
Sur de Europa y Marruecos
No solo hay miedo a la sequía en España. En Italia se preparan para otro verano crítico, y ya han anunciado que van a aprobar medidas para afrontar posibles situaciones de crisis desde ahora.
Esta emergencia de sequía afecta especialmente a las regiones del sur, según alertan medios italianos, donde las reservas de agua se encuentran en niveles críticos. Se está convirtiendo en una crisis sistémica para la agricultura y el turismo, que también son dos sectores estratégicos para la economía del país.
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Ante este problema, el Consejo de Ministros italiano ha aprobado un Decreto de Sequía y la creación de la figura del Comisario de la Sequía (comisionado nacional extraordinario para la escasez de agua).
Y también hay alarma en Francia, donde se están poniendo en marcha medidas para evitar que ocurra lo de este verano pasado.
Mucho peor se presentan los meses estivales en Marruecos. A este año hay que sumarle los graves problemas ocasionados por una persistente sequía. Están buscando alcanzar la seguridad hídrica con una enorme inversión en la que destacan los trasvases y la desalación.