El presidente ruso Vladimir Putin ha firmado varios decretos que otorgan el poder a su Gobierno para confiscar y vender por la fuerza miles de millones de dólares en activos pertenecientes a empresas energéticas europeas a nuevos propietarios aprobados por el Estado.
En un decreto publicado este miércoles, el Kremlin ha ordenado la creación de nuevas empresas dirigidas por Rusia para adquirir acciones en el colosal campo de petróleo y gas Yuzhno-Russkoye, actualmente propiedad de la austriaca OMV y la alemana Wintershall.
Los dos gigantes energéticos europeos, ambos de países que Moscú afirma que son “hostiles” tras su invasión a gran escala de Ucrania, poseen juntos una participación del 60% en el lugar de perforación en el helado extremo norte de Rusia.
Si bien en teoría las empresas serán compensadas por su inversión, la cantidad que recibirán por la venta será determinada por el Estado ruso, en una medida que marca la mayor incautación de activos en la historia reciente del país.
A principios de este año, Rusia estableció un marco legal para la expropiación de activos de propiedad extranjera en su intento por apuntalar su economía frente a las sanciones de la Unión Europea.
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Tras la decisión, el ex magnate ruso del petróleo y el gas Mikhail Khodorkovsky, a quien desmantelaron su propio imperio energético y fue encarcelado como resultado de su oposición a Putin, le dijo a POLITICO que ahora no había protecciones legales para las empresas extranjeras.
"No hay garantías para la seguridad de las inversiones en ninguna parte, pero el régimen de Vladimir Putin ha construido de manera demostrable un Estado ilegítimo y sin ley", ha advertido.
Muchas empresas energéticas de la UE y EEUU han anunciado su retirada total de Rusia desde el inicio de la guerra en febrero de 2022, incluidas la estadounidense Exxon Mobil y la noruega Equinor. Sin embargo, otros como Shell, BP, TotalEnergies y Wintershall han encontrado desafiantes los aspectos prácticos de cerrar sus negocios en el país y recuperar sus fondos.
Los expertos advierten que la falta de inversión occidental, sumada a los embargos sobre hardware y tecnologías clave para la exploración y perforación de petróleo y gas, significa que el sector de combustibles fósiles más importante de Rusia probablemente enfrente una disminución a largo plazo de su productividad. Y eso a pesar de las lagunas jurídicas de las sanciones y los altos precios de petróleo y gas.
Mientras tanto, el Kremlin ya ha confiscado activos pertenecientes a empresas "hostiles" como Danone y Carlsberg tras sus decisiones de abandonar el mercado, entregando las ganancias inesperadas a aliados cercanos de Putin y sus familias.