Biocombustibles.

Biocombustibles. Invertia

Observatorio de la Energía

Se desata la guerra por los biocombustibles: decálogo de los pros y contras de su producción y consumo

Dependiendo de la materia prima, del proceso de producción y de su uso, pueden tener un impacto positivo o negativo en la descarbonización.

20 marzo, 2024 02:19

La ciencia ha demostrado ya desde hace mucho tiempo que es posible convertir diversos tipos de material orgánico en combustible líquido. Si se utiliza materiales como masa arbórea, pastos, semillas, hongos, algas o grasas animales, puede ser una de las alternativas a la sustitución de los combustibles fósiles y se llaman biocombustibles.

Pero ha estallado una guerra en España sobre si son tan buenos como dicen quienes los defienden tras conocerse que Iberdrola ha llevado a los juzgados a Repsol por competencia desleal y 'greenwashing' en la promoción publicitaria de sus biocombustibles.

Así que, ¿cuáles son los pros y contras de este nuevo combustible que se presenta como alternativa a los fósiles (petróleo, gas y carbón), pero que no siempre goza de la aceptación de los movimientos ecologistas? La última Directiva de la UE sobre energías renovables define los biocombustibles como "combustibles líquidos para el transporte producidos a partir de biomasa".

[Ribera destaca el papel "clave" del desarrollo de biocombustibles en la hoja de ruta de la descarbonización]

Los dos tipos más comunes de biocombustibles que se utilizan hoy en día son el etanol y el biodiésel, los cuales representan la primera generación de tecnología de biocombustibles. También se consideran en este grupo los que se producen a partir de cultivos vegetales que pueden competir con la alimentación —remolacha, cebada o soja, entre otros—.

Pero ya hay un impulso para desarrollar los de segunda generación o avanzados. A diferencia de los biocombustibles de primera generación, se fabrican con residuos orgánicos, como aceites usados de cocina, desechos agrícolas y ganaderos o biomasa forestal, y por tanto, se considera que no compiten con la seguridad alimentaria.

Entre esos biocombustibles avanzados se incluyen el biodiésel, el diésel renovable (HVO), el biogás, el bioetanol, el biobutanol y el biometano. En Europa, el objetivo es que supongan al menos el 0,5% en 2025 y el 2,2% en 2030.

Pros y contras

La lista de los argumentos a favor y en contra de los biocombustibles es larga, pero se puede resumir en un decálogo de las principales posiciones.

Por un lado, los defensores de los biocombustibles los consideran como una energía renovable en el transporte y una solución para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de los automóviles.

Según los últimos datos de ePURE, la industria europea del etanol 'renovable', este combustible redujo las emisiones GEI en más de un 78% en comparación con la alternativa fósil.

Para los detractores no es así. Según T&E (Transport & Environment), en el mejor de los casos, se pueden producir reducciones significativas en las emisiones de CO2, pero no en las emisiones que producen contaminación del aire como las de NO2 o partículas.

Aún así, el sector que apuesta por su desarrollo se defiende afirmando que como es producción nacional, ayuda a reducir la dependencia de la UE de los combustibles fósiles importados, además de representar una oportunidad para el crecimiento de la actividad industrial y contribuir al desarrollo tecnológico del sector.

Sin embargo, los críticos de los biocombustibles tampoco tienen claro que estos combustibles renovables contribuyan a la independencia energética. Aseguran que alrededor del 80% de las importaciones de aceite de cocina usado del país provienen de China.

Los defensores también destacan que funciona en los automóviles híbridos y de gasolina actuales y en la infraestructura existente, lo que los hace más eficientes al poder continuar con los modelos de coches tradicionales.

Además, los biocombustibles avanzados serán clave para impulsar el desarrollo de la economía circular en España, creando nuevos empleos en el medio rural.

Los movimientos ecologistas desconfían de este combustible, y se cuestionan si son realmente todos los biocombustibles "sostenibles" o se preguntan qué tipo de biocombustibles realmente se están produciendo.

Entre sus preocupaciones señalan que está en peligro la seguridad alimentaria. Si se aumenta la necesidad de contar con cultivos, como el maíz y la caña de azúcar, para producir biocombustibles, o grasa animal, puede tener un impacto en los sistemas alimentarios. Además, supone una competencia en el consumo de agua, más aún en aquellos lugares con problema de escasez, y que por tanto, se puede agravar.

Aún así todos reconocen que el biodiésel producido a partir de biocombustibles avanzados puede ser neutro en emisiones de CO2 únicamente si se genera a partir de materias primas procedentes de residuos sostenibles.

El debate está servido y los argumentos a favor y en contra responden a una visión diferente de cuál es el modelo que hay que seguir en el camino de la transición energética. Cada cuál sacará sus propias conclusiones.