El Gobierno de Estados Unidos ha comenzado una nueva ofensiva internacional para lograr que Huawei sea vetada en todo el mundo, con España y Europa en el punto de mira. Hace dos semanas, el subsecretario para Crecimiento Económico, Energía y Medio Ambiente del Departamento de Estado de EE. UU., Keith Krach, se desplazó a Madrid en un viaje relámpago en el que se reunió con representantes del Gobierno español y las principales operadoras de nuestro país.
En el caso del Ejecutivo, Krach mantuvo un encuentro con Roberto Sánchez, secretario de Estado de Telecomunicaciones y con los directivos de las telecos, aunque en este último caso solo trascendió el encuentro con Meinrad Spenger, CEO de MásMóvil. Sin embargo, todo parece indicar que se reunió también con otras grandes operadoras de España.
En todos los encuentros el mensaje fue el mismo: la búsqueda de criterios comunes en seguridad 5G, la adaptación de estrictos protocolos para evitar "operadores de alto riesgo" y la adaptación de la interpretación más dura de la caja de herramientas que entregó la UE a sus estados miembros a comienzos de año. En resumen, una petición en toda regla para que se vete a Huawei de manera directa.
Según ha publicado Bloomberg, el viaje de Keith Krach se enmarca dentro una gira europea en la que ha visitado a los principales países "rebeldes" al mensaje de Estados Unidos y que no se plantean vetos directos a ningún operador en el futuro despliegue de sus redes 5G. En esta línea, el representante del Gobierno de Donald Trump visitó al menos Portugal, España y Alemania.
En todos los casos se reunió con los principales operadores de cada país. De hecho, la agencia confirmó una reunión con la todopoderosa Deutsche Telekom. Según estas mismas informaciones, el objetivo de Estados Unidos en esta ocasión también fue advertir a los gobiernos y a las compañías del riesgo que supone para la seguridad mundial que Huawei se haga fuerte en el negocio cloud o de gestión de servidores en la nube.
Negocio del 'cloud'
Una mercado que -a diferencia del despliegue 5G donde Ericsson y Nokia tienen buena parte del mercado en Europa- es controlado por grandes operadores estadounidenses como Microsoft, Amazon, IBM, Google y Oracle. De hecho, Krach habría pedido directamente en sus reuniones que se excluyera a Huawei de este negocio.
En el caso español, los grandes operadores tienen diversificado este servicio y trabajan con todos los proveedores posibles. De hecho, las fuentes consultadas indican que en sus reuniones Krach fue escuchado, pero se le transmitió que España no está por la labor de realizar bloqueos directos de ningún operador.
Este periódico ya ha informado de que el Gobierno prepara su Ley de Ciberseguridad adaptando de manera fiel buena parte de las bases sentadas por Bruselas en enero en su toolbox o caja de seguridad y que, entre otras cosas, no excluyen explícitamente a ningún operador del despliegue de sus redes.
Esto significa que España, al igual que Europa, no elegiría la vía más restrictiva y no vetaría a Huawei en ningún caso. De hecho, en la Ley no se hablaría de empresas, solo de requisitos y parámetros básicos que delimitarán un campo de juego en el que las empresas de telecomunicaciones podrán elegir libremente sus proveedores sin temor a que sean excluidos en el futuro.
El modelo de la UE opta por la diversificación y es que a diferencia de las redes 4G, la idea es que los proveedores compartan desarrollos y despliegues y que ninguna empresa tenga el control exclusivo de una parte de la red, algo que ya se está haciendo en nuestro país donde Telefónica, Orange y Vodafone están utilizando varios proveedores.
Apoyo de Pedro Sánchez
De hecho, el pasado fin de semana el propio presidente de Gobierno Pedro Sánchez mostró su apoyo directo a Huawei. “Antes de que termine este año, el 75% del territorio español va a tener acceso a la tecnología 5G. Y lo estamos haciendo con distintas empresas como Huawei. Vamos a seguir apostando por estas tecnologías”, admitió en la rueda de prensa conjunta con el primer ministro portugués, António Costa, en la cumbre hispano-lusa.
Unas declaraciones que no han sentado nada bien en la representación de Estados Unidos, en especial considerando que se produjeron pocos días después del viaje relámpago de Keith Krach a España.