Los operadores de telecomunicaciones con red propia en España han seguido manteniendo unos niveles elevados de inversión en los últimos años pese a los estragos que el elevado nivel de competencia que existe en el país, sobre todo en el bajo coste, ha provocado en las ingresos de las grandes compañías como Telefónica, Vodafone u Orange.
Sin embargo, el recién iniciado despliegue del 5G y los planes para terminar de llevar la red de fibra óptica a prácticamente todo el territorio español van a suponer un nuevo desafío para las cuentas de las operadoras. Un reto que será mucho más complicado de abordar si no se logra la demandada consolidación entre compañías que tanto reclama el sector.
Así, lo advierte el informe 'Telco Survey' que publica cada año la consultora Oliver Wyman con motivo de la celebración del Mobile World Congress (MWC). Una consolidación que no beneficiaría únicamente a la capacidad de invertir de las operadoras, sino que también permitiría reducir la necesidad de ayudas públicas al despliegue de las redes de nueva generación.
En un encuentro con los medios, Augusto Baena, socio de Comunicaciones, Medios & Tecnología de Oliver Wyman, explica que, pese a que el volumen de inversión de los operadores "ha bajado algo" al estar muy avanzados ya los despliegues del 4G y de la fibra óptica, se mantiene aún unos niveles altos.
Y es que en los últimos tiempos, debido a la digitalización y la pandemia de la Covid-19, las necesidades de los usuarios han disparado el consumo de datos tantos fijos y móviles, así como el número de dispositivos conectados. Un hecho que ha obligado a las compañías a seguir haciendo un "gran esfuerzo inversor" para asegurar una adecuada penetración y una capacidad suficiente de las redes.
Invertir en 5G
A este se suma que el despliegue masivo del 5G está a la vuelta de la esquina y, según las previsiones va a ser más caro, va a exigir una mayor intensidad de capital y, de momento, no está muy claro como se va a poder rentabilizar. "Es cuestionable como se podrá financiar esto en un sector tan competitivo", advierte Baena.
En este contexto, resalta la necesidad de consolidación que desde hace tiempo existe en el sector de las telecomunicaciones y que, en su opinión, ha sido frenada y ralentizada por el miedo a las salvaguardas de competencia o remedies que los reguladores tanto en España como en Europa puedan imponer a una operación de concentración empresarial.
"Pero si se define un mercado que proteja a los consumidores, pero que al mismo tiempo permita más consolidación, probablemente el sector estaría mejor preparado para afrontar las inversiones que tiene que llevar a cabo", remarca.
Asimismo, Baena también recuerda que mientras otros sectores económicos lo han pasado mal por los cambios de modelo provocados por la digitalización o la pandemia y han requerido de "fuertes ayudas estatales" para salir adelante, ese no ha sido el caso de las telecomunicaciones.
De hecho, ha remarcado que tan sólo en algunos países se ha destinado dinero del contribuyente para cubrir zonas remotas. Unas ayudas que también se han dado en España pero en menor cuantía que en otras economías, ya que el propio sector ha apostad por desplegado redes en zonas rurales. Por ello, considera que las arcas públicas también se verían beneficiadas si se reducen el número de operadores de mercado.
"Si se solucionara este excesivo celo sobre la no consolidación del sector, se eliminarían también necesidades de sostenibilidad con financiación por parte de fondos públicos que tendrían mejor uso en otros lugares", agrega.
Una excesiva competencia
La experiencia histórica demuestra que los procesos de consolidación pueden mejorar las cuentas financieras de las operadoras. Así ocurrió a partir de 2015 tras las fusiones de Vodafone-Ono y Orange-Jazztel, que llevaron a las operadoras a iniciar su estrategia de recuperación basada en el "más por más", es decir, más servicios a cambio de una subida del precio.
Sin embargo, esta mejoría no duró mucho, ya que en 2018 los ingresos volvieron a decrecer debido a la fuerte competencia de actores como MásMóvil, que se afianzó como cuarto operador convergente tras hacerse con los remedies impuestos por Competencia en la fusión de Orange y Jazztel.
Baena destaca que esto ha provocado que en los dos últimos años los ingresos de las operadoras hayan descendido en 2.000 millones de euros, según datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). De hecho, incide en que 1.000 millones de euros año es una cifra muy elevada en un sector con tan pocos actores y muy tensionado por las necesidades de inversión.
"En España hay una situación de hipercompetividad que resulta en un deterioro del valor de la cifra de negocio de todos los operadores", subraya Pilar de Arriba, socia de Comunicaciones, Medios & Tecnología de Oliver Wyman, quien advierte de que cada vez se hace "más difícil" un retorno de las inversiones en redes en un terreno más competitivo en precio que en calidad.
Una de las características que hacen de España un mercado especialmente competitivo es la excesiva presencia de operadores de bajo coste en el negocio convergente, ya que en otros países sólo están presentes en el mercado móvil. Así, Baena remarca que esta enorme variedad de oferta convergente ha tenido un "gran impacto en el mercado minorista español".
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