Que el coronavirus cambiará nuestra forma de viajar es ya casi una obviedad, al menos al principio. Eso quiere decir que la higiene y el distanciamiento serán muy importantes en medios de transporte como el avión.
Hablamos de unas prácticas que están reñidas con el modelo low cost de Ryanair, basado fundamentalmente en transportar muchos pasajeros en sus aviones con condiciones de espacio muy reducidas. Pero, y ahora, ¿qué pasará? ¿Dónde quedarán aquellas alocadas ideas del excéntrico Michael O’Leary para ahorrar costes y ganar espacio?
El coronavirus ya es un golpe de realidad para Ryanair. Actualmente, la aerolínea irlandesa cuenta con niveles de ocupación bajos -solo operan vuelos de repatriación y unos pocos trayectos internos en Reino Unido e Irlanda-. En estos, “ya están respetando y optimizando el distanciamiento social a bordo”, explican desde la compañía a Invertia. Además, Ryanair desinfecta diariamente sus aviones; algo que su tripulación en España puso en duda a través de una demanda.
Y esta situación parece que continuará en un futuro próximo a pesar de que “en este momento no sabemos cuánto tiempo durará”, aseguran desde la compañía. Pero, ¿cómo encaja en el modelo de negocio de Ryanair un distanciamiento social que evitará que sus aviones vayan llenos?
El éxito del modelo de Ryanair consiste en tener aviones volando constantemente con ocupaciones del 95% de media, la gran mayoría en aeropuertos secundarios donde muchas de sus rutas reciben subvenciones. Cada minuto que una aeronave está en tierra está perdiendo dinero -y ahora mismo el 99% de su flota está en tierra-. Por eso todos los gastos -especialmente los de personal- están calculados al milímetro.
Además, todos sus aviones tienen exactamente el mismo diseño con capacidad para 189 pasajeros -aunque en algunos Boeing 737-8 MAX trató de elevarla a 200-. El tema de los asientos siempre ha sido motivo de obsesión de O’Leary.
De él fue la idea de modificar la parte trasera de los aviones para instalar una serie de asientos verticales y que los pasajeros fueran de pie, como si estuvieran en la barra de un bar. Evidentemente, las autoridades no se lo permitieron por motivos de seguridad.
También se planteó eliminar los reposabrazos para ganar más espacio e, incluso, llegó a proponer cobrar más a los obesos; aunque esta polémica idea no solo se le ha ocurrido a O’Leary. El jefe de Ryanair, considerado un gurú en la industria aérea, nunca perdió la esperanza de llevar a cabo alguna de estas ideas; pero ahora, el coronavirus y sus medidas de distanciamiento las han desterrado si cabe aún más. El modelo low cost, como lo conocemos actualmente, está condenado a cambiar.
De hecho, O'Leary ya ha rechazado las propuestas de que los aviones vuelen con asientos intermedios vacíos cuando terminen las restricciones de viaje en una entrevista en 'Reuters'. Cree que con tomar la temperatura y usar mascarillas es suficiente.
Ingresos extra
Siguiendo con los asientos, actualmente, el ancho más pequeño de las butacas de los aviones 737-800 de la aerolínea irlandesa es de 30 pulgadas. Eso sí, Ryanair ofrece dimensiones algo más grandes y espaciosas a cambio de un recargo en el billete, es lo que se conoce como ingresos suplementarios, servicios auxiliares o ancillary.
Se trata de la otra gran pata de su negocio y la que verdaderamente puede salvar su low cost. Si alguien piensa que vender solo billetes baratos y ser rentable son sinónimos está equivocado. Un tercio de los ingresos totales de Ryanair proceden de este apartado. Y en los últimos años, ha ido en aumento porque los precios están cada vez más con los de la competencia.
Así que además de aguantar las ventas indiscriminadas de los tripulantes de cabina con las famosas tarjetas de ‘Rasca y gana’, la irlandesa ha conseguido que los usuarios paguen también por sus políticas de equipaje, la elección de asiento o su servicio ‘Ryanair Priority’, por ejemplo.
En la lista de las aerolíneas que más cobran por estos servicios auxiliares se encuentra Ryanair con unos ingresos por servicios complementarios de 2.801 millones de dólares (2.540 millones de euros), según el Anuario de CarTrawler sobre ingresos por servicios complementarios de 2019, realizado por IdeaWorksCompany.
De ahí que Ryanair pueda potenciar todas estas prácticas comerciales o al menos deba hacerlo para seguir siendo competitivo en precio. Y más cuando O’Leary piensa -al contrario del sector- que se producirá una demanda masiva y una guerra de precios una vez se permita volver a volar tras el coronavirus, según recoge Reuters.
Pase lo que pase, O’Leary ha prometido ser bueno y acatar las normas. “Ryanair apoyará todas las medidas adoptadas por los gobiernos de la Unión Europea y estará preparado para volver a volar cuando el Covid-19 sea derrotado”, señalan desde la aerolínea. Así que ahora le toca rediseñar su exitoso modelo low cost y seguir guardando sus disparatadas ideas.