Son los responsables de llevar a los cruceristas que llegan a Barcelona a visitar el Penedés, de transportar a un grupo de turistas de Barajas hasta su hotel en el centro de Madrid o de llevar a varios cursos de escolares a visitar Covadonga. Trabajan en la sombra, aunque son una pieza indispensable en la cadena de montaje del sector turístico. Pero ahora sin turistas ni escolares los autobuses del transporte discrecional en España llevan cinco meses agonizando ante la indiferencia del Gobierno.
Y no es que no se haya hecho oír. Pero sus protestas no han calado en el Gobierno de Pedro Sánchez, por lo que se sienten olvidados. En junio unieron fuerzas y salieron a la calle en una treintena de ciudades españolas para pedir al Ejecutivo ayudas para paliar el impacto de la crisis en su negocio. Pero sobre la mesa sigue sin haber ningún compromiso político.
“El sector está al borde del precipicio y la gente está desesperada. Hay empresas que han pedido ya el concurso de acreedores”, señala Carolina Sánchez Fernández, vicepresidenta de la asociación Direbus, que aglutina a 500 empresas y que nació en mayo para defender a este sector ante la inactividad de las dos grandes patronales: Confebús y Anetra.
Hasta la fecha, la mayoría de estas pequeñas empresas de autobús no han podido reiniciar su actividad ya que no compensa dar de alta a un trabajador y los seguros para hacer un transfer de varias horas. Así que la mayoría de empleados siguen en ERTE.
En términos económicos es una industria con mucho impacto económico. El sector del transporte discrecional y turístico está formado por más de 3.000 micropymes y pymes, el 80% de las cuales son familiares, que da empleo a más de 40.000 personas de forma directa y factura unos 2.500 millones de euros anuales, según datos de Direbus.
Aquí dentro se engloban a aquellas empresas encargadas de llevar de excursión a un grupo de personas mayores del Imserso, de trasladar a un equipo deportivo a jugar una competición e incluso de viajar a Benidorm de despedida de soltero. Fuera del sector del autobús discrecional quedan las líneas regulares de autobús parcialmente subvencionadas por el Gobierno, como por ejemplo el trayecto Madrid-Logroño.
Futuro incierto
Aclaraciones aparte, lo peor no es el presente, sino un futuro bañado por la incertidumbre. “No sabemos si abrirán los colegios, el turismo está parado, no hay congresos, ni eventos deportivos o musicales”, lamentan la vicepresidenta de Direbus, quien calcula que hasta primavera de 2021 no empezará la recuperación del sector.
Y es precisamente la vuelta al cole la que más incógnitas genera -teniendo en cuenta que el sector turístico no puede ir a peor-. “Vemos muy negro el inicio del curso escolar”, señala Ester Moreno -segunda generación de la empresas de autobús Autocares J. Moreno-, quien cree que los contratos de seis a ocho horas se pueden quedar en uno de cuatro horas, es decir, solo harían las rutas de entrada y salida al colegio sin excursiones ni extraescolares. Eso siempre y cuando el curso avance sin parones.
Aliviar gastos
Actualmente, las empresas de autobús están aguantando elevados costes con sus autobuses en las cocheras. “Soportamos una inversión muy importante ya que un autocar vale entre 250.00 y 275.000 euros y llevan cinco meses sin moverse”, cuenta Adelino Cortina, portavoz de un grupo de 300 empresas agrupadas bajo la plataforma Imfobus. Adelino ve el futuro más negro: no cree que la recuperación llegue hasta el año 2022.
Por otro lado, los créditos ICO tampoco ayudan mucho a estas empresas familiares. La mayoría de las pymes del sector lamentan que solo haya servido “para aumentar el endeudamiento de las empresas” que, además, tienen que hacer frente a las cuotas de leasing.
Cuotas que en algunos casos pueden llegar a los 6.000 euros al mes dependiendo del número de autobuses de cada empresa. Por poner un ejemplo, una empresa con cinco autocares tiene unos gastos de 15.000 euros de leasing, a los que hay que sumar alquileres, seguros y cuotas a la seguridad social. Y sin ingresos, estos gastos son difícilmente soportables.
De ahí que reclamen en conjunto más ayudas directas al sector, la posibilidad de aplazar el pago de las cuotas del leasing de los vehículos y que los ERTE tengan flexibilidad para poder rescatar de ellos a trabajadores en el momento en el que se les necesite.
Asimismo, piden modificar la norma legal que impide realizar en la Península transporte escolar con autobuses de más de 16 años de antigüedad o cambiar la normativa que obliga a pasar la ITV cada seis meses cuando los autocares no se han movido de las cocheras.
En definitiva, ayudas necesarias que permitan a los buses turísticos aguantar meses complicados para seguir siendo, aunque en la sombra, los aviones de la tierra.