Desastre turístico de Cataluña: la política y el cierre de bares espantan a los turistas
La Cámara de Comercio de Barcelona pide al Ayuntamiento invertir 20 millones para salvar la campaña navideña.
22 octubre, 2020 01:08Noticias relacionadas
Tras el verano, el panorama turístico en España es muy negativo, especialmente en Cataluña. El lobby turístico Exceltur prevé que la región pierda 21.734 millones de euros al finalizar el año, lo que supone una caída de su actividad turística del 74,8%, además de ser una quinta parte de las pérdidas del sector a nivel nacional (106.159 millones).
El principal culpable es la crisis del coronavirus; pero también la gestión que se está haciendo de ella. En verano, el presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Joan Canadell, ya criticó duramente la gestión de la Generalitat por lanzar mensajes alarmistas y hundir el turismo en un momento en el que el gobierno autonómico no supo contener los brotes.
Y los datos muestran el desastre. Hasta agosto (datos más actualizado), Cataluña ha recibido 3,2 millones de turistas, un 76,5% menos que en el mismo periodo del año anterior, según la encuestas de movimientos turísticos en frontera (Frontur) publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
La situación de cara al cuarto trimestre del año puede ir a peor por medidas como el cierre de la hostelería decretado durante 15 días desde el pasado viernes 16. Además, las ayudas no convencen ya que la Generalitat ha ofrecido una media de 1.000 euros para cada bar o restaurante.
En este sentido, ya solo queda arañar turistas en la temporada de Navidad. Por ello, la Cámara de Comercio de Barcelona exige al Ayuntamiento de Barcelona que abandone los debates estériles con el turismo e invierta 20 millones en promoción para reactivar la economía. El objetivo es relanzar la capital turísticamente, adelantándose a sus competidores, y lanzarla en cuanto lo permita la evolución del coronavirus.
Pero pase lo que pase, el clima es de absoluto pesimismo. Para el conjunto de España, Exceltur prevé que la industria turística cerrará el año con pérdidas de 106.000 millones de euros, es decir, 7.500 millones más de lo esperado en verano por los empresarios. La mayoría de las empresas turísticas esperan que la recuperación se alargue hasta 2022 o 2023.
Estancamiento turístico
De vuelta a Cataluña, la situación turística de la región no sorprende si tenemos en cuenta que en los últimos años ha ido de mal en peor. El número de visitantes lleva años estancado; algo insólito teniendo en cuenta que Barcelona es la ciudad más visitada por los turistas internacionales en España y Cataluña la primera región.
El pasado año registró la llegada de 19,3 millones de visitantes, un 0,8% más que en 2018, cuando alcanzó los 19,1 millones (la misma cifra que en 2017), según datos de Frontur. En estos tres años se ha producido un referéndum ilegal por la independencia que ha desembocado en conflictos en las calles y en un clima de inestabilidad política por el que muchos países recomendaron a sus ciudadanos no visitar Cataluña.
A esto hay que sumar los ataques terroristas que se desarrollaron en las ciudades de Barcelona y Cambrils y terminaron con la muerte de 15 personas, algunos de ellos turistas. En ambos casos, el miedo echó para atrás a los turistas tal y como ocurre ahora con los rebrotes. De estos atentados se acaban de cumplir este mes tres años.
Previo a todos estos acontecimientos, Cataluña crecía cada año entre un 3% y un 5% gracias a la llegada masiva de turistas internacionales a disfrutar de una región que prácticamente tiene todos los atractivos turísticos posibles: sol y playa, cultura, gastronomía, turismo de negocios y rural...
Aún así, sigue siendo la comunidad más visitada, seguida de Baleares con 13,6 millones de visitantes internacionales y de Canarias con 13,1 millones en 2019.
Con este panorama y las previsiones de futuro es lógico que haya una alta preocupación en el sector turístico, ya que gran parte de la región vive de esta industria. Pero al igual que en España, su situación dependerá de la evolución de la pandemia primero y, después, de la gestión que se haga de ella. Algo que, por el momento, no convence a la industria.