“La industria de la prensa en papel –tan importante para la democracia- desaparecerá en los próximos años”. Así de contundente se muestra el presidente ejecutivo del grupo Prisa, Juan Luis Cebrián, para quien habrá una profunda transformación en la industria que hará desaparecer miles de puestos de trabajo.
Será la segunda parte de la actual coyuntura económica que vive el sector editorial, y para lo que Cebrián cree que el ejemplo a seguir es el de El País. “Hemos empezado desde cero. Hemos establecido una nueva empresa desde cero”, dijo en la inauguración de la XXIX Cumbre Internacional de Centros de Pensamientos Empresariales (IBTT en inglés).
Una transformación en la que “se ha hecho algo distinto”, cambiando desde la formación hasta los asientos y las formas de trabajo “porque no es lo mismo una versión impresa que una digital”, señaló.
Nuevo modelo de negocio
Y para ello tiró de resultados de la versión on-line de El País que tiene “19 millones de lectores en España y más de 42 millones en todo el mundo”. Eso sí, reconoció que en la sede central de Madrid “tenemos menos periodistas; pero estamos generando puestos de trabajo en Sao Paulo, México, Colombia y Argentina”.
Son las bases de lo que para Cebrián es “una nueva empresa con un nuevo modelo de negocio porque transformar el tradicional es difícil”, explicó.
Una transformación que está pendiente de un hilo, ya que Prisa necesita soluciones urgentes para reducir su elevado endeudamiento y reestablecer su actual desequilibrio patrimonial. En diciembre de 2018 debe pagar 956 millones de euros a la banca y antes de en verano de ese mismo año debe equilibrar su balance para evitar la disolución.
Las opciones que maneja Prisa para salvarse
En sus cuentas semestrales la compañía reconocía que deberá realizar en el plazo de un año “desinversiones parciales o totales de activos, compraventas adicionales de deuda con descuento, apalancamiento de activos operativos u operaciones corporativas tales como una ampliación o reducción de capital”.
De momento, el camino emprendido por Cebrián ha sido la enajenación de activos. En julio se cerraba la venta de Media Capital a Altice por 440 millones de euros y hace unas semanas el grupo reconocía a la CNMV que había retomado las negociaciones para vender Santillana a Rône Capital.
No obstante, las dos operaciones están en el aire. Hace una semana el regulador luso de las telecomunicaciones (ANACOM) emitió un informe advirtiendo de los riesgos para el mercado audiovisual portugués que podría tener la venta de Media Capital. Una concentración ante la que desaconsejaba su aprobación. La autoridad de competencia (ANC) deberá anunciar su dictamen definitivo en siete días.
Ampliación de capital
En el caso de Santillana, en EL ESPAÑOL ya os contamos que el consejo de administración de Prisa rechazó la oferta por 1.200 millones presentada por Rône Capital, lo que mantiene paralizada la operación. Amber y los Polanco unieron sus fuerzas para frenar una propuesta que consideraron demasiado baja debilitando aún más la posición de Cebrián.
Amber ofreció la ampliación de capital como una solución alternativa a la venta de Santillana que se planteó en 1.200 millones de euros. Una operación tutelada por César Alierta que prepara un nuevo asalto -y quizás el definitivo- para hacerse con el control del editor de El País y la Cadena Ser.
Esta ampliación de capital es la ocasión ideal para que Amber (como brazo ejecutor de Alierta) pueda aumentar su participación en la compañía, ante otras empresas que podrían diluir su capital. Este es el caso de Telefónica, que públicamente ha dicho que no tienen interés en aumentar su actual 13%. El resto de socios de Prisa tampoco estarían por la labor de invertir en una compañía que ha perdido un 39% de su valor en bolsa desde comienzos de año.
Negociación con los bancos
La tercera opción que se abre en Prisa es una complicada renegociación de su deuda con la banca. Los grandes acreedores de la compañía como Caixabank, Telefónica, HSBC o Santander, han pasado a ser socios de la empresas tras el último canje de deuda, por lo que las opciones de volver a negociar son escasas.
De hecho, es difícil que los acreedores de la compañía estén dispuestos a aplazar los pagos debido a la actual situación de inestabilidad que afronta la empresa. En 2013, el entonces consejero delegado Fernando Abril-Martorell, realizó la última gran negociación de Prisa con los bancos, esperando que fuese la última.
Según ha reconocido la empresa en sus cuentas semestrales, el endeudamiento neto bancario del Grupo creció en 57,1 millones y se sitúa en 1.543,3 millones a junio de 2017. No obstante, la compañía declara pasivos financieros totales por valor de 1.889 millones. Por vencimiento, el tramo 2 de la deuda, fijado en 956,5 millones, debe pagarse antes de diciembre de 2018, mientras que el tramo 3 tiene vencimiento en el ejercicio 2019 y su coste es de 176,9 millones.
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