Los peores fantasmas de la crisis de 2008 vuelven a la prensa española. Después de una década intentando rearmarse de su mayor hundimiento histórico, el coronavirus se cierne como el golpe de gracia para un puñado de diarios que confiaban en que las cosas comenzaran a mejorar este 2020 de la mano de nuevos modelos de venta de contenidos digitales.
En el sector se da por descontado que los anunciados muros de pago deberán esperar hasta nuevo aviso y que todos sus planes de digitalización se cancelan sine die a la espera de que la situación se normalice. Los editores todavía no logran cuantificar el impacto económico -nadie lo ha hecho- pero saben que el mundo post coronavirus no será beneficioso para la prensa en papel.
Las limitaciones de movilidad que podrían mantenerse en el tiempo de manera escalonada sumada a la fuerte caída de la publicidad pone en jaque un modelo de prensa impresa que en 2020 intentaba hacer un lavado de cara y lanzarse al mundo de las suscripciones digitales.
Sin este as bajo la manga y con sus otros dos pilares de ingresos sumamente resentidos, la reconstrucción económica no debería ser demasiado beneficiosa para el sector. Es por ello que los principales editores de prensa tradicional ya trabajan en planes de ajustes "a largo plazo", es decir a lo que vendrá después del coronavirus, probablemente a partir del año 2021.
En estos momentos, grandes grupos como Prisa, Unidad Editorial, Vocento, Prensa Ibérica y Henneo trabajan en ERTE para aprovechar las ayudas gubernamentales. El objetivo inmediato es reducir costes a corto plazo garantizándose que el Estado asuma parte de sus gastos de personal.
Prohibición de despedir
La mayoría de las cabeceras lo que se está realizando son ERTE de reducción de jornada y de salarios del entorno del 30% al 50%. Con ello, diarios como AS o El Periódico se aseguran reducir costes de manera importante, pero a la vez mantener activas a sus redacciones y cumpliendo con la elevada demanda informativa que se está produciendo desde el comienzo del confinamiento.
Pero no será lo único. Las fuentes consultadas por Invertia indican que los editores ya están trabajando en planes de ahorro de costes que vayan más allá de la pandemia. El Gobierno ha avanzado que el confinamiento total podría acabarse a finales de abril y como tarde a comienzos de junio.
Esto significará retomar cierta normalidad a partir del segundo semestre, a lo que habría que sumar seis meses de prohibición para despedir según la actual normativa del estado de alarma. Los diarios no podrán despedir pero a cambio preparan planes de ajustes y reducciones de salarios para la segunda parte del año, ya fuera incluso de las medidas de emergencia del ERTE.
El Periódico de Catalunya ha sido de los primeros en plantear este tipo de medidas a la plantilla. El diario editado por Prensa Ibérica propuso dos ERTE: el primero de reducción de salario y jornada del 50% hasta el 30 de junio y otro del 10% hasta el 31 de diciembre, más un 3% de reducción adicional durante ese mismo periodo.
Se trata de mitigar el impacto de la reducción de los ingresos por el coronavirus en dos fases. La primera de devastadores y efectos inmediatos y la segunda preparando la plantilla para lo que vendrá después de que todo comience a volver a la normalidad.
Supervivencia de los medios
Unas medidas que también están sobre la mesa de otros diarios, en especial la de las rebajas salariales. A ellas se suma también la posibilidad de realizar planes de bajas incentivadas para los salarios más altos. Estos últimos podrían ejecutarse ya desde este mismo año 2020, aunque los diarios consultados indican que lo óptimo sería ejecutarlos a partir de 2021.
Entre los trabajadores se considera que, de concretarse estos proyectos, nuevamente estaríamos ante recortes de plantilla en momentos en que las redacciones están en mínimos y piden un esfuerzo extra de rebaja salarial de los directivos y de gestores de los diarios.
Lo cierto es que el trasfondo de todo es el músculo financiero que tienen las principales cabeceras, actualmente inexistente desde la crisis de hace una década. Las facturaciones de publicidad y de venta de ejemplares tardarán en recuperarse y los muros de pago probablemente tengan que postergarse para tenerles a pleno rendimiento en 2021, lo que obliga a grandes planes de ajustes para poder mantener la supervivencia de los medios. Se avecinan meses complejos.