La agencia de calificación crediticia Standard & Poor’s ha asignado una calificación crediticia de “CCC+” con perspectiva negativa a la deuda de Prisa. La nueva calificación supone una mejora respecto a la asignación anterior, fundamentalmente por los acuerdos de restructuración ejecutados el 31 de diciembre de 2020.
Se coloca la deuda en un CCC+, frente al selective default provisional anunciado el miércoles y frente al CC anterior, es decir, lo sube tres escalones respecto a éste, después de que el grupo haya despejado las incertidumbres de la deuda.
Pese a ello, la deuda del grupo sigue teniendo la clasificación coloquial de bono basura, entre los escalones más bajos asignados por Standard & Poor’s debido a sus incertidumbres y sus problemas de liquidez.
El acuerdo de refinanciación supone extender el vencimiento de la deuda de Prisa hasta marzo de 2025, con un coste inicial del 5,5%. Además, contempla la amortización de 400 millones de deuda, con lo que la deuda neta total se recorta más de un 30%.
Con esta refinanciación, la compañía contará además con alrededor de 275 millones para hacer frente a sus necesidades de liquidez y al desarrollo de los planes estratégicos de sus negocios.
Separación de Santillana
El pasado 31 de diciembre se anunció la conclusión de la ejecución de los acuerdos alcanzados con la totalidad de sus acreedores, lo que conlleva la entrada en vigor de la refinanciación y la modificación de los términos de su deuda.
También el 31 de diciembre se cerró la venta de Santillana España a Sanoma Corporation, compañía finlandesa de medios con presencia en Europa en el sector de la Educación. Esta venta se ejecutó por 460 millones de euros por el 21% del negocio global de Santillana, lo que se tradujo en un resultado positivo para Prisa de 360 millones de euros.
Dos balones de oxígeno para una compañía con importantes necesidades de liquidez y que espera separar Santillana de sus negocios de Medios de Comunicación. El objetivo de Amber Capital, dueño del 29% del capital y con Joseph Oughourlian como presidente interino tras la salida de Javier Monzón, la idea es rentabilizar estos activos por separado para explorar en el futuro una posible salida a bolsa de su negocio editorial.
Unos movimientos que llegan en un momento de fuerte caída de la facturación. La compañía registró pérdidas de 219 millones de euros durante los primeros nueve meses del año. El grupo ingresó 616 millones de euros, un 22,7% menos por el impacto de la Covid.
Los gastos llegaron a los 534 millones de euros, un 15,5% menos, por lo que el Ebitda (resultados operativos brutos) se quedó en los 82 millones de euros, un 50,3% menos.