José Manuel Pérez Tornero desembarcará como presidente de la Corporación de Radio Televisión Española (CRTVE) en el peor momento de la historia de la cadena pública. Un cóctel explosivo de bajas audiencias, politización de programas emblemáticos, informativos sin rumbo, elevados costes de plantilla y externalización de contenidos amenazan con hacer explotar un modelo completamente agotado.
Por una interinidad en la gestión, por la dejadez de los políticos o por el agotamiento de sus profesionales, lo cierto es que RTVE, y sus cadenas de televisión y de radio, pasan por sus horas más bajas, sin subirse al carro de la digitalización y sin ser referente en el cada vez más competitivo mercado de la televisión.
Pérez Tornero conoce estos problemas, pero hará falta gran voluntad política -fruto del consenso de PSOE, PP, Podemos y PNV- para acometer la revolución que necesita RTVE, una revolución que no puede esperar porque la situación es crítica. La televisión pública está probablemente ante su último tren y no puede dejarlo pasar si no quiere comenzar a firmar su sentencia de muerte.
Es el momento, porque por primera vez en más de una década el presidente será elegido por dos tercios del Congreso y el Senado. Un respaldo más que suficiente para avalar la hoja de ruta de Pérez Tornero. Solo hay que dejarle trabajar. Pero no solo los políticos, también los sindicatos, la plantilla de la Corporación y la ciudadanía. Es la última oportunidad de RTVE y éstos son los retos del su nuevo presidente.
Financiación de RTVE
En 2010, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero estrenó un nuevo modelo para RTVE quitándole los ingresos publicitarios y sustituyéndolos por una asignación de los Presupuestos Generales del Estado, la Tasa Radioeléctrica, el impuesto a los operadores de telecomunicaciones y televisión; y los patrocinios culturales y deportivos.
No obstante, una década después y a excepción del año 2018, la cadena nunca ha cerrado en números negros y ya acumula más de 800 millones de euros en pérdidas. Una situación que en varias ocasiones ha obligado al Estado a realizar aportaciones extraordinarias, ante los retrasos en el pago de los operadores de telecomunicaciones y el creciente aumento de sus gastos.
Los Presupuestos Generales del Estado de 2021 incluyeron una aportación de 473 millones de euros para Radiotelevisión Española, que será un 25% superior a la de las cuentas del pasado ejercicio, tal y como se detalla en el Libro Amarillo de las cuentas para el próximo año. Ello, para pagar los Juegos Olímpicos de este año, que con el presupuesto propio de la cadena no podían abonarse.
En la última década, RTVE ha tenido una media de gastos de 1.000 millones de euros, de los que al menos 350 millones corresponden a su plantilla. Al cierre de 2019 los profesionales que trabajaban en RTVE llegaron a los 6.540. En una cadena privada como Atresmedia, que también tiene emisoras de radio, la plantilla es de unas 2.400 personas.
Reestructuración de costes
De esta manera, además de reformar el modelo de financiación y abrir la puerta a la vuelta de los ingresos por publicidad, que vienen pidiendo sucesivamente todas las administraciones de RTVE de la última década, se hace necesaria una reestructuración de la plantilla.
El ERE en RTVE está sobre la mesa casi desde el último expediente de 2006 que se saldó en la televisión pública con 4.160 prejubilaciones y 1.400 millones de euros a desembolsar hasta el año 2022. Han pasado quince años y la plantilla de la cadena sigue teniendo muchas duplicidades.
Una estructura que no tiene sentido en un contexto de subcontratación creciente de programas. Y ya no hablamos de exceso de efectivos, sino también de nuevos perfiles o reskilling de los trabajadores para adaptarlos al mundo digital.
Un paso necesario desde lo analógico al contexto de las nuevas plataformas. Pero los directivos de RTVE no pueden hacer solos esta transición, necesitan a todos sus trabajadores.
Producción propia
Del mismo modo, en la cadena pública hay mucha plantilla infrautilizada que podría cubrir puestos en espacios que se hacen actualmente con productoras. Una situación que ha ido a más con Rosa María Mateo externalizando, incluso, programas informativos como Las cosas claras o La hora de la 1.
Los sindicatos llevan años reivindicando la producción propia y combatiendo las externalizaciones que llegan a todos los formatos de RTVE.
Se ha llegado a dar la situación de que en una misma noticia haya hasta cuatro equipos de la cadena pública distinta. Situaciones estrambóticas denunciadas por los propios trabajadores de la cadena. El modelo debe repensarse para utilizar a toda la plantilla disponible optimizando los recursos.
Resucitar los informativos
Otro de los grandes problemas de la RTVE de Rosa María Mateo ha sido la pérdida de peso de sus informativos. La cadena era líder de audiencias hace tres años en casi todas las franjas y en la media total de programas informativos, pero nada más llegar la administradora única perdieron el liderazgo, primero a manos de Telecinco y luego de Antena 3.
Evidentemente, los informativos de RTVE no se crean para lograr audiencia, pero un posicionamiento objetivo, claro y dinámico puede atraerla. En estos dos años y medio RTVE ha dejado de ser referente informativo en especiales, en grandes eventos y en el día a día.
Con José Antonio Sánchez de presidente, se acusó a la cadena de manipulación, pero con Rosa María Mateo los informativos perdieron el norte y dejaron de ser referencia para los españoles, superados por la Sexta en grandes eventos y por las dos grandes cadenas privadas en el cómputo final de audiencias.
Una reforma que pasa además por reforzar el Canal 24 Horas, el único de información 24x7 de España, pero que casi no tiene audiencia y que carece de capacidad de reacción para informar de grandes acontecimientos y breaking news.
Mejorar las audiencias
En lo que va de mes, La 1 ha registrado un 8,6% de audiencia, en la línea de sus malos datos durante los últimos tres años. Antes de Rosa María Mateo, la cadena registraba regularmente un 10% de share o más, cifras impensables en estos momentos.
No se trata de tener audiencias per sé, pero sí que es verdad que la parrilla de La 1 se sostiene actualmente en solo un puñado de programas, películas de estreno y telenovelas, pero se echa en falta grandes programas de entretenimiento más allá de MasterChef; y una parrilla sólida y de servicio público en La 2.
Resucitar RNE
La radio pública es otra de las grandes asignaturas pendientes en el grupo RTVE. Los últimos cambios en el equipo directivo de RNE, nombrando a Mamen del Cerro directora de informativos, se han dejado sentir en la parrilla de programación. Sin embargo, los resultados no han sido los esperados: la audiencia sigue cayendo y su influencia es cada vez menor.
Audiencia, influencia y, una vez más, digitalización. RNE tendrá que afrontar la transición al DAB (para la que está sobradamente preparada), pero también tiene que acelerar el paso para acercarse a las nuevas formas de escucha como los pódcast. Todo ello con un objetivo claro: rejuvenecer su audiencia.
Despolitizar la gestión de RTVE
Casi desde su nacimiento RTVE ha estado politizada. Primero por la Dictadura y posteriormente por los gobiernos de turno que se han alternado entre el PSOE y el PP. Una politización que ha llegado a los informativos, pero que sobre todo se ha gestado en los despachos.
Incluso se ha llegado a hablar de dos redacciones paralelas, dos equipos de trabajadores de RTVE, los afines al PSOE y los afines al PP, que se alternan el protagonismo y los cargos de responsabilidad dependiendo del Gobierno de turno.
Fuera rumores, es una realidad evidente que los políticos siempre han intentado controlar RTVE a su antojo, tanto en el Gobierno como en la Oposición. Esta es precisamente la principal tarea de José Manuel Pérez Tornero y para ello cuenta con el respaldo de la mayoría parlamentaria. Despolitizar RTVE, una tarea que no ha conseguido nadie en sus casi 65 años de historia. Titánica tarea.