La industria audiovisual española está atravesando por uno de los momentos más dulces de su historia reciente. Las series de factura local son sinónimo de éxito en grandes plataformas como Netflix, Amazon o HBO, al mismo tiempo que los proyectos se agolpan en las carteras de nuestras productoras.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. La industria recibirá 1.600 millones de euros para impulsar el plan España, Hub Audiovisual de Europa, un proyecto que persigue aumentar un 30% la producción audiovisual hasta el año 2025 y que está generando diferencias entre los principales actores del sector.
Esta iniciativa financiará diferentes actuaciones de apoyo a la industria audiovisual española entre las que destacan ventajas fiscales para que grandes compañías internacionales establezcan centros de producción en el país.
Los objetivos son crear una plataforma de inversión a nivel mundial y un entorno global de negocio en el ámbito audiovisual y convertir a España en un país exportador de productos audiovisuales y en un polo de atracción de talento en el ámbito audiovisual.
Sin embargo, los productores independientes han puesto condiciones a la llegada de estas ayudas y han pedido al Gobierno protección legislativa para regular su relación con las plataformas digitales. También han exigido redefinir su estatus en la industria para defender el patrimonio audiovisual español.
Productores 'independientes'
Según ha denunciado la Asociación PATE (Productoras Asociadas de Televisión de España) que agrupa a 40 productoras independientes de televisión y cine (como reza su descripción), el principal objetivo debe ser preservar la importancia del productor independiente como motor de la industria audiovisual.
Estos productores critican la pérdida de beneficios asociados a las ventanas de explotación a la emisión o a las reproducciones de las obras, en su relación tanto con las nuevas plataformas como Netflix o Amazon como con históricos del sector como Atresmedia, Mediaset, RTVE o Movistar.
En privado, estos productores independientes tampoco ocultan su interés en querer ser los mayores beneficiarios de los 1.600 millones prometidos por el Gobierno en el marco de los fondos europeos que recibirá nuestro país. Reivindican su papel como impulsores de la industria.
No obstante, si se hace una segunda lectura, la figura del productor independiente no queda del todo clara. En primer lugar, PATE reúne a productoras como DLO, Gestmusic, Diagonal TV, Zepellin, Cuarzo, todas ellas compañías propiedad de grandes grupos internacionales afincados en Francia.
Por otro lado, otras productoras 'independientes' como 100 Balas, El Terrat y Big Bang están integradas en el grupo Mediapro, que a su vez es es una empresa propiedad de la china Orient Hontai. Finalmente, otros grandes referentes como Boomerang, Bambú (Videndi desde 2016) o Fremantle son parte de grupos franceses e ingleses.
Principales compañías
Es verdad que todas nacieron como grupos españoles, pero a los pocos años fueron compradas por gigantes internacionales. DLO de José Manuel Lorenzo fue vendida a Banijay Group (Francia) en 2013 solamente dos años después de su nacimiento, Boomerang fue vendida a Lagardère (Francia) en 2015 y Bambú vendió en 2015 el 33% de su accionariado a Studio Canal (Francia).
Del mismo modo, Gestmusic, Diagonal TV, Zeppelin y Shine pertenecen a Endemol Shine, que a su vez pertenece a Banijay Group. Cuarzo también pertenece a Banijay Group (Francia) y Fremantle España es una franquicia de Fremantle Group (UK). Todas estas son las productoras con mayores contratos en las operadoras y cadenas de televisión.
Con estos antecedentes se hace difícil sostener la 'independencia' de los productores españoles que demandan estos 1.600 millones de fondos europeos. La mayoría de ellos están en manos de empresas que no solo son de fuera de España, sino que además son multinacionales que de independientes tienen poco.
Control de los fondos
De hecho, es muy sorprendente que todas las productoras españolas de referencia estén en manos extranjeras cuando es imposible que una compañía de nuestro país pueda adquirir empresas de industria audiovisual en Francia.
De esta manera, el Gobierno tendrá que tener mucho control en la ejecución de estos fondos y que éstos se queden efectivamente en manos españolas. Incluso si se invierte en tejido productivo español estaría directamente beneficiando las cuentas de grandes corporaciones extranjeras.
Incluso asumiendo que el producto español será finalmente el beneficiado, el argumento de que hay que proteger la figura del productor independiente dentro del nuevo marco audiovisual carece de sentido. Los datos indican que productor audiovisual español en su mayoría está respaldado por una multinacional detrás y no está indefenso frente a los "abusos" de Netflix, HBO, Atresmedia o Mediaset.