Una decisión tajante para abordar una estrategia basada en el engaño. La Unión Europea (UE) no permitirá que "la maquinaria mediática del Kremlin" se expanda con el fin de victimizar a Rusia en su conflicto con Ucrania. En aras de que esto se cumpla, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunciaba este domingo que los Veintisiete prohibirán la emisión a las principales televisiones internacionales rusas, Russia Today (RT) y Sputnik, y a sus filiales.
Esta negativa sin precedentes de la UE pretende, según comunicó Von der Leyen, zanjar de manera inmediata la difusión de “sus mentiras para justificar la guerra de Putin y sembrar la división” en la comunidad política y terminar así con la campaña sostenida de desinformación de los medios de comunicación prorrusos.
Si bien es una actividad que las autoridades internacionales, los verificadores y otros organismos llevan percibiendo en ambos medios más de una década, ahora, en pleno conflicto bélico con Ucrania, las informaciones falsas, tergiversadas y los montajes se han hecho mucho más evidentes.
En las dos plataformas se reproducen a diario declaraciones de Putin como: “Lo que pasa en Ucrania es una medida a la que nos vimos obligados. No nos dejaron la opción de actuar de otra manera” o “Kiev ha optado por un camino beligerante, que no es necesario en tiempos en los que debe correr la diplomacia”.
Ante un contexto plagado de pasos históricos y continuas novedades, ahora surgen dudas respecto a los nuevos actores protagonistas: ¿Quién es quién en la batalla mediática paralela al combate bélico? ¿Cuál es su línea editorial? ¿Quién los lidera?
Sputnik, fábrica de conspiraciones
El 10 de noviembre de 2014 la agencia estatal rusa Rossiya Segodnya creó la agencia de noticias Sputnik con el objetivo de ampliar las vías de difusión de propaganda del gobierno ruso. Para su puesta en marcha, Valdimir Putin contó con la ayuda del periodista Dmitri Kiseliov, más conocido popularmente como ‘el portavoz de Putin’.
De la misma forma, el brazo mediático del presidente ruso - también subdirector del holding de televisión VGTRK- designó como directora de la nueva web a Margarita Simonián, quien elegiría el nombre de la plataforma. En una entrevista a The New York Times en 2017, la jefa de Sputnik confesó que tomó esa decisión porque pensaba que era “la única palabra rusa que tenía una connotación positiva”.
En cualquier caso, más allá de la anécdota, el nuevo servicio del Gobierno tenía una serie de objetivos muy definidos. Según aseguró públicamente Kiseliov, la meta era llegar a una audiencia mundial “cansada de la propaganda agresiva que promueve un mundo unipolar y que quiere una perspectiva distinta”. Sin embargo, Putin confesó abiertamente que el medio fue fundado para “romper el monopolio de los medios de información global anglosajones”.
Lejos de sus propias definiciones, su actividad ha ido mostrando a lo largo de los años una línea editorial basada en los discursos antiglobalización, antisistema y antiliberal y ya han sido varios los verificadores de información internacionales que han acusado a la agencia de difundir información “altamente tergiversada” con el fin de mejorar la imagen pública del gobierno ruso.
Precisamente en octubre de 2017 Twitter prohibió a Sputnik -y también a RT- que comprara publicidad en su plataforma tras salir a la luz un informe de inteligencia estadounidense donde se confirmaba que la agencia había sido usada por el gobierno ruso como herramienta para interferir en las elecciones presidenciales de EEUU de 2016.
Igualmente, Facebook eliminó en 2019 cientos de páginas de la red social que se hacían pasar por sitios de noticias independientes, pero que estaban bajo el control de trabajadores de Sputnik.
En definitiva, han sido innumerables las ocasiones en que organismos, plataformas y políticos han denunciado sus malas prácticas y su actividad propagandística. Un propio excorresponsal de Sputnik en la Casa Blanca publicó en su cuenta de Twitter que la agencia no quiere que sus periodistas tengan “su propia reputación”, ni firma, porque “una mentira es más fácil de difundir si no tiene créditos”.
Actualmente el medio tiene su centro de operaciones en Moscú, pero cuenta con oficinas en Washington, El Cairo, Pekín, París, Berlín, Londres, India y Edimburgo y publica en inglés, español, polaco y serbocroata.
Russia Today o ‘TelePutin’
El inicio de las retransmisiones de la cadena de televisión RT (Russia Today) se remonta a 2005. En este caso, su creación vino motivada por la imperante necesidad del Kremlin de dar a conocer todo lo que ocurría en Rusia al extranjero.
Para ello contó con el por entonces ministro de comunicaciones Mijaíl Lesin y el portavoz de prensa de Vladimir Putin, Alekséi Gromov, quienes nombraron a la ya mencionada anteriormente, Margarita Simonián, directora de la televisión.
Los ‘cabecillas’ del ambicioso proyecto que pretendía mostrar una imagen “más equilibrada” de Rusia llevaron a cabo la contratación de 300 periodistas. Cuatro años más tarde, un informe de la Comisión Europea llegó a comparar al canal internacional con BBC World News y CNN International. Todo un éxito para Putin.
Esa proyección favorable para el presidente también provocó que, a lo largo de los años, la tele con sede en Moscú y canales en cuatro idiomas, fuera acusada por medios occidentales de ser un medio de propaganda del gobierno ruso y de su política exterior que usaba “contenido materialmente engañoso”.
En respuesta a las acusaciones, desde la cúpula de RT aseguraron que “librarían la guerra de la información en contra de todo el mundo occidental”.
El regulador de medios del Reino Unido Ofcom ha amenazado al canal en varias ocasiones con sanciones a causa de “violaciones reiteradas de sus normas de imparcialidad”. Además, al igual que lo sucedido con Sputnik, sobre la ética de RT también se pronunciaron extrabajadores.
Por ejemplo, en 2014 Liz Wahl, una de las presentadoras de RT America, dimitió en directo al finalizar su informativo diciendo públicamente que no podía formar parte de “una red financiada por el gobierno ruso que encubre las acciones del presidente Putin”.
Restricciones previas internacionales
A pesar de que la orden europea de cesar la emisión de dichos medios de comunicación ha llegado ‘por sorpresa’, para los protagonistas no es la primera vez que se les castiga a nivel internacional.
En 2016 Turquía bloqueó el acceso al contenido de Sputnik y en julio de 2019, el Ministerio de Relaciones Exteriores y de la Mancomunidad de Naciones del Reino Unido prohibió tanto a RT como a Sputnik de asistir a la Conferencia Global para la Libertad Mediática en Londres por “sus papeles activos en difundir la desinformación”.
Ese mismo año los bancos estonios congelaron cuentas ligadas a Sputnik y un año después las oficinas de Sputnik en Estonia fueron clausuradas poco después de que la policía advirtiera a sus periodistas de posibles cargos penales.
RT también ha sufrido las prohibiciones mundiales. En 2017 su delegación en América fue obligada a registrarse como agente extranjero en el Departamento de Justicia de EE.UU. para estar obligada a revelar su información financiera. Anteriormente, RT fue prohibida en Ucrania, Letonia, Lituania, Polonia y Alemania.