Un crash a cámara lenta. El Ibex 35, la referencia de la Bolsa española, acaba la semana asomando la cabeza con un alza del 1,29% el viernes y del 6% semanal. Sin embargo, todos los demás resultados del índice siguen en profundos números rojos. El mes de junio termina con un desplome acumula del 9,16%, el peor desde mayo de 2012 cuando España tuvo que pedir el rescate financiero a Europa de más 100.000 millones de euros.
También el trimestre concluye en negativo (-6,42%) y se completa un ciclo de cinco trimestres (15 meses) en los que el Ibex ha perdido terreno, en concreto, del 28%. En lo que va de 2016, desde el 1 de enero, el índice registra un rendimiento negativo del 13,3%. Se trata de unos números y una crisis sólo comparable a la subprime que empezó a finales de 2007 y concluyó en marzo de 2009 con el estallido de bancos de inversión como Bear Stearns, Merrill Lynch o la quiebra de Lehman Brothers.
El primer gran crash de aquella racha bajista se produjo en enero de 2008 con el ‘crash’ provocado por el banco francés Société Générale (SG), que liquidó masivamente posiciones de futuros para cerrar el exceso de riesgo asumido por uno de sus operadores, Jerome Kerviel.
En aquella racha de otros cinco trimestres en rojo, el Ibex 35 se desplomó un 48%, de los 15.182 puntos del 31 de diciembre de 2007 hasta los 7.185 puntos de marzo de 2009. Por el camino quebraron miles de empresas, bancos e inversores, en tanto que la economía del mundo real sufrió como nunca desde la Gran Depresión de 1929: decenas de millones de personas perdieron su empleo, sus casas y el empobrecimiento afectó, especialmente, a las economías desarrolladas y endeudadas, como la española.
Con Varoufakis empezó
Sin embargo, el desplome de los mercados que se está registrando desde el verano pasado no se le queda a la zaga. Las bolsas europeas comenzaron a sufrir en el segundo trimestre de 2015 por las tensiones surgidas en torno al rescate de Grecia entre el Gobierno de Syriza de Alexis Tsipras y Yanis Varoufakis con la Unión Europea liderada por Jean Claude Juncker y Jeroen Dijsselbloem.
A finales de junio, hace justo un año, el Gobierno griego decretó un corralito bancario en el país y el pánico se contagió de forma temporal a los mercados. El siguiente episodio fue el crash de agosto de 2015 en la Bolsa china, cuando los reguladores de las bolsas del gigante asiático se vieron obligados a suspender de forma masiva la cotización de cientos de empresas que cayeron por el exceso de inversión a crédito.
Las bolsas volvieron a recuperarse después de aquel episodio, pero todavía se abrieron otros dos abismos para los inversores: el Ibex 35 registró en enero la peor racha de su historia también por el ‘crash’ chino y la semana pasada, tras el ‘brexit’, la mayor caída de toda su historia (-12,35%). Ahora acaba de completar cinco trimestres consecutivos en negativo, al igual en marzo de 2009 y con otro precedente: la crisis de los bonos con las subidas de tipos de 1994, que llevó a miles de fondos de renta fija a pérdidas y provocó una violenta crisis en países como México. En aquella, el Ibex también vivió cinco trimestres consecutivos de pérdidas como ahora.
Sin embargo, a diferencia de la crisis de Lehman, esta vez los mercados de deuda han sido los menos afectados. La acción omnipresente del Banco Central Europeo (BCE) ha evitado en el último año y medio que las primas de riesgo de países como España sufran. De hecho, tras el ‘brexit’ y las elecciones generales del 26J, el diferencial de la deuda española frente a la alemana se ha relajado en un 25% en cuestión de cinco días, desde los 171 a 128 puntos, mínimos desde marzo. En este sentido, la rentabilidad del bono del Tesoro Público a diez años ha marcado sus mínimos históricos en 1,12%, es decir, nunca se había movido en niveles tan baratos. Tampoco nunca el Ibex 35 ha cotizado más de cinco trimestres en negativo.