Por Joaquim López
Director de Inversiones de The Crowd Angel
Y no faltan razones para ello. En el periodo de bajas rentabilidades de la renta fija y los activos inmobiliarios en el que nos encontramos, y con la gran incertidumbre sobre los mercados globales, los inversores se han lanzado a buscar activos alternativos poco correlacionados con los anteriores y que puedan dar un empuje a sus carteras de inversión.
En medio de este marco coyuntural, el desarrollo tecnológico global liderado desde Sillicon Valley ha permitido reducir de manera drástica los costes para montar, escalar e internacionalizar compañías, que con necesidades de capital relativamente pequeñas, en pocos años pueden tener un impacto y alcanzar valoraciones que anteriormente se tardaban décadas en conseguir.
Estas circunstancias han ido atrayendo cada vez más talento hacia el emprendimiento, y se ha producido una rápida dinamización del sector en España, donde en menos de una década han aparecido muchas compañías que han producido grandes retornos económicos para sus inversores iniciales. Algunos casos sólo en el último año son la venta de Privalia por 500M€, la empresa de juegos para Smartphone Social Point adquirida por 250M€, o la venta de Ticketbis a Ebay por 135M€.
La inversión en startups consiste en comprar participaciones en una o varias compañías en fases iniciales a una valoración relativamente baja, con la esperanza de que las empresas crezcan y el inversor pueda vender estas participaciones entre 4 y 7 años más tarde a un precio muy superior al que se adquirieron. La desinversión acostumbra a darse cuando una empresa grande compra la startup en la que se ha invertido, o cuando un inversor de mayor tamaño entra en la empresa y compra las participaciones a los inversores iniciales.
Se trata de una inversión de riesgo elevado, ya que las startups son proyectos innovadores en fases muy iniciales, y hay muchos factores que pueden suponer un riesgo para la empresa, por eso un elevado porcentaje de ellas no supera los primeros 5 años de vida. Pero a largo plazo, una cartera diversificada de varias startups en fases iniciales, bien seleccionadas y bien gestionadas, puede ofrecer a los inversores rentabilidades de más del 20% anual, muy por encima de las rentabilidades medias de los activos tradicionales.
Y lo que aún es más interesante de este tipo de inversión, es que a diferencia de seguir el precio de las acciones en la pantalla del ordenador, ser accionista de una startup con potencial puede ser muy divertido y enriquecedor. La inversión en startups te permite formar parte de los inicios de compañías que han sido lanzadas para revolucionar sectores enteros, conocer de primera mano a emprendedores que pueden ser los grandes empresarios del futuro, y contribuir a la creación de empleo y la dinamización de la economía del país.
Y por si todo esto fuera poco, el gobierno está dispuesto a incentivar la inversión de inversores particulares en startups, ofreciendo deducciones fiscales de entre el 20%-30% de la inversión en compañías de menos de 3 años y con ciertos requerimientos a nivel de capital social, lo que aún hace más atractivo este tipo de inversión.
CÓMO INVERTIR EN STARTUPS
Uno de los factores que más ha contribuido a la evolución de este sector es la diversidad de canales que han ido apareciendo para poder acceder a este tipo de inversiones, con una amplia variedad según el tamaño de la cartera destinada a este activo, los sectores de preferencia a la hora de invertir y el nivel de implicación que el inversor desea tener con las empresas de su cartera.
Estas son las opciones más corrientes para poder de invertir en startups:
Inversión directa como business angel
La opción clásica para participar como inversor en una startup es invertir directamente como business angel, que significa hacer inversiones individuales a título personal. La cantidad invertida acostumbra a estar entre 10.000€ y 100.000€ por empresa, dependiendo de la fase en la que se encuentra cada una de las startups, pero normalmente se trata de las fases más iniciales del negocio, lo que se conoce como fases pre-seed o seed.
Esta opción es la menos recomendable a no ser que el inversor tenga experiencia previa invirtiendo en este tipo de activo, ya que presenta varias dificultades como son la capacidad de atraer a muchos proyectos de calidad, el conocimiento para evaluar las startups de mayor potencial, saber negociar las condiciones del contrato de inversión, y tener los recursos disponibles para hacer el seguimiento de la evolución de la compañía.
La ventaja de esta manera de invertir, sobre todo si es en fases muy iniciales, es poder tener una relación muy próxima con los emprendedores, que normalmente esperarán que, a parte del capital, el inversor aporte experiencia o contactos dentro del sector.
Participación en una red de business angels
La principal dificultad que tienen los business angels individuales es la capacidad para atraer un número suficiente de proyectos para ser evaluados. Y una opción para solucionar este problema es inscribirse a una red de business angels.
Estas redes son organizaciones que tienen personal dedicado exclusivamente a hacer la captación de startups, hacen un primer filtro de adecuación de la empresa a lo que buscan sus inversores, y organizan eventos donde las startups seleccionadas presentan su proyecto delante de todos los inversores de la red. Después del foro de inversión, la red se encarga de poner en contacto a los proyectos con los inversores que se han interesado en ellos. Algunas de las redes también ofrecen un servicio de asesoramiento en la negociación del pacto de socios que se va a utilizar para hacer la inversión.
La cantidad aportada por cada inversor sigue estando en el rango de entre 10.000€ y 100.000€ por empresa, pero al tratarse de varios business angels invirtiendo conjuntamente se pueden llegar a invertir cantidades totales entre 75.000€ y 200.000€, por lo que las startups acostumbran a estar en una fase un poco más avanzada que cuando se invierte individualmente.
Una ventaja de participar en una red es que se pueden hacer inversiones conjuntamente con business angels más experimentados, y así aprender de ellos; y un inconveniente es que se siguen necesitando recursos para hacer el seguimiento de las inversiones.
Algunas de las redes más activas de España son ESADE BAN, IESE BAN o el Forum de Keiretsu.
A través de plataformas de equity crowdfunding
Las plataformas de equity crowdfunding son una de las opciones más innovadoras que han aparecido en los últimos años, y quizás la más adecuada para iniciarse en este tipo de inversiones, tanto por los requerimientos mínimos de capital como por la facilidad de uso.
Estas plataformas se dedican a captar y seleccionar startups que buscan financiación, negociar la operación de inversión con ellas, y constantemente publican las oportunidades de inversión en su plataforma, donde los inversores pueden invertir en varias startups en ocasiones desde 50€, con sólo un click, sin necesidad de negociar el pacto de socios y con toda la información necesaria para tomar la decisión de inversión.
La viralidad de la internet permite llegar a miles de inversores a la vez, con el objetivo juntar ¿pequeñas¿ aportaciones de muchos inversores hasta conseguir cantidades entre 150.000€ y 500.000€, que se invierten conjuntamente en las empresas. Este tipo de plataformas están reguladas por la CNMV.
Existe una gran variedad de tipologías de plataformas de equity crowdfunding con diferentes modelos, pero es importante distinguir dos grandes grupos de plataformas.
El primer grupo son las que actúan como un Marketplace, es decir, una plataforma transaccional que proporciona viralidad y permite canalizar las inversiones. Los proyectos acceden a la plataforma con mayor facilidad, y la relación de las startups con la plataforma se acaba en el momento en el que termina la transacción, ya que no se hace un seguimiento post-inversión. Las principales plataformas de esta tipología son Socios Inversores y Crowdcube.
El segundo grupo son las plataformas que actúan como un vehículo de inversión profesional, con un proceso de selección mucho más riguroso de los proyectos que se presentan, y que después de la inversión se involucran en el desarrollo de las empresas y ofrecen un servicio post-inversión a los inversores. Por el tipo de servicio ofrecido, es habitual que estas plataformas co-inviertan conjuntamente con family office o fondos de venture capital. En este grupo las plataformas más relevantes son The Crowd Angel y Startupxplore.
A través de un fondo de capital riesgo
Por último, los inversores interesados en invertir en startups pueden hacerlo a través de un fondo de capital riesgo. Este canal de inversión es pasivo, es decir, el inversor no decide activamente en qué compañías va a invertir, sino que invierte el capital en un fondo de inversión y un equipo gestor del fondo se encargará de hacer las inversiones en startups en una fase y con un perfil definido al inicio del fondo.
Un fondo de inversión puede ser de varios millones de euros, lo cual permite participar en fases más avanzadas de los startups. Existe una gran variedad de fondos especializados según el sector o la fase en la que invierten.
El ciclo de vida de un fondo acostumbra a ser de entre 8 y 10 años. Los primeros 4-5 años del fondo se conocen como periodo de inversión, en el que los inversores irán haciendo las aportaciones de capital acordadas desde el inicio del fondo y el equipo gestor los invertirá en un número de compañías también definido en las condiciones iniciales. Los siguientes 4-5 años son el periodo de desinversión, en el que el equipo gestor se dedicará a la gestión de la cartera y a tratar de vender las participaciones en las compañías para conseguir la rentabilidad.
Este tipo de inversión tiene la gran ventaja de contar con un equipo gestor experimentado que se ocupa de seleccionar y gestionar la cartera de inversión, pero también presenta varias limitaciones. La primera es la cantidad mínima requerida para poder participar en el fondo de inversión, que acostumbra a ser superior a 200.000€. La segunda es que se trata de fondos de inversión cerrados, es decir, que el inversor no puede decidir invertir en el momento que quiera, sino que sólo se puede invertir en el momento en que el fondo se está constituyendo.