Bruselas los creó a finales del año pasado, el Gobierno español los autorizó en junio, las agencias de rating se han deshecho en bendiciones hacia ellos y los analistas prevén un aluvión de emisiones en los próximos meses. Son los bonos sénior non-preferred, el nuevo instrumento para que los bancos europeos engorden su colchón anticrisis.

El pionero en España ha sido Banco Santander, que lanzó la primera emisión de bonos sénior non-preferred incluso antes de contar con el marco legal pertinente en su mercado doméstico. El 26 de enero, la entidad presidida por Ana Botín cerró la colocación de 1.500 millones a cinco años en este nuevo formato de papeles de deuda con los que, si se cumplen las previsiones de los analistas, los inversores españoles se familiarizarán muy pronto y a marchas forzadas.

Pero, ¿por qué piensan los analistas de renta fija que se avecina un aluvión de emisiones de esta nueva categoría de bonos por parte de la banca española? Dos son las razones principales para ello. La primera, el interés de los propios bancos en desarrollar un colchón anticrisis adicional mientras los tipos de interés siguen siendo bajos en la Eurozona al dictado del Banco Central Europeo (BCE) y no se termina de implementar la nueva y más exigente normativa comunitaria al respecto. En segundo lugar, los antecedentes de países donde la deuda non-preferred lleva más tiempo incorporada a su legislación nacional, como es el caso de Francia, pionera en la materia.

Hace ya meses que los analistas del sector venían vaticinando que las primeras colocaciones recurrentes de estos nuevos bonos llegarían en el segundo semestre del año. Un reciente informe de la división española de Société Générale, sin pasar por alto el origen francés de la entidad, vaticina que ¿la aprobación de la ley sobre este tipo de instrumento en España fomentará la colocación de este en los próximos meses¿.

Mientras que el mercado espera que las emisiones destinadas a reforzar liquidez desciendan en los próximos meses, se apunta al camino inverso para estos nuevos bonos que refuerzan las ratios de capital solvente Tier 2. Este cambio de guion se debe a la entrada en vigor de los nuevos umbrales de exigencia y una liquidez bien surtida gracias a las todavía recientes subastas de liquidez del BCE, cuyos saldos no han de ser devueltos hasta el 2020.

Esta posición de liquidez más holgada es la que también contribuye a que los bancos estén ahora más dispuestos a asumir los mayores tipos de interés que el mercado demanda para unos bonos sénior non-preferred con los que se asumen ciertos riesgos de solvencia. Sin embargo, los analistas descartan que después de lo ocurrido en Banco Popular, un caso que definen como muy particular, se vaya a producir una escalada de tipos en estos papeles susceptibles de amortiguar pérdidas sufridas por sus entidades emisoras.

TERCER PUESTO EN ABSORCIÓN DE PÉRDIDAS

En este sentido, esta nueva categoría de bonos aprobada por a finales del pasado junio por el Gobierno español se coloca en tercer puesto en el orden de prelación automática en el caso de tener que asumir pérdidas. Por delante de ellos, las acciones de la entidad y los bonos de categoría AT1 y T2, es decir aquellos a los que alcanzó el rescate interno del Popular.

De aquí nace que, aunque sin precedentes y con garantías de mayor seguridad a la inversión que los títulos existentes con anterioridad, los inversores institucionales en los que hasta ahora se venía focalizando la emisión de estos papeles hayan venido exigiendo una rentabilidad mayor para su inversión en non-preferred.

Desde Moody's se ha señalado en un reciente informe que esta nueva clase de deuda no preferente "es positiva para el crédito de los tenedores de estos instrumentos porque absorberá pérdidas antes de los depósitos y otros tipos de deuda sénior en caso de una resolución o una insolvencia".