El recorte vendría acompañado, según la posibilidad por la que se decantan más analistas, con la extensión de compras al menos hasta el próximo mes de septiembre. De este modo, a no ser que las circunstancias del mercado se alterasen considerablemente hasta entonces, se pasaría de inyectar 60.000 millones de euros mensuales en el sistema a solo 40.000 millones y dentro de casi un año se revisaría la conveniencia de una nueva reducción.

La directora de análisis de Renta 4, Natalia Aguirre, insiste en que, en cualquier caso, Draghi insistirá en su discurso en la voluntad de una retirada ¿muy progresiva y abierta¿, para evitar ¿pillarse los dedos¿. Así, a pesar de contar con el camino marcado por la Reserva Federal de EEUU como hoja de ruta a replicar, las diferencias existentes entre las economías de ambas orillas del Atlántico hacen que el tapering se convierta en una cuestión de ¿prueba-error¿ en la que el BCE avanzará con pies de plomo. Más aún, advierte, considerando las cotas de apreciación que el euro ha alcanzado en el mercado de divisas.

Los partidarios de un recorte más significativo señalan que el valor de los bonos de deuda pública disponibles para adquirir por el BCE el próximo año se queda entre 250.000 y 300.000 millones de euros. Estos números son fruto de los límites de peso máximo inversor por emisión y relación con los capitales aportados por cada país a la institución que esta última se ha autoimpuesto. Algunos seguidores de estas tesis apuestan incluso por una reducción de volúmenes mensuales a 20.000 millones al mes.

A este respecto, Franck Dixmier, director global de renta fija en Allianz Global Investors, señala que la necesidad de freno se apoya además de en las perspectivas y cifras macro de la región -que califica de ¿alineación de los astros altamente favorable¿- en la amplia diferencia que arroja la comparativa entre el programa desplegado hasta la fecha por el BCE y el que ya está desmontando la Reserva Federal de EEUU. Así, describe que ¿al ritmo actual, el BCE está comprando más de siete veces la cantidad neta total de bonos emitidos por el gobierno en la Zona Euro, mientras que el programa de la Fed nunca superó el nivel de los bonos del Tesoro emitidos¿.

También desde Alemania, la gestora Flossbach von Storch se sitúa entre las más proclives a aflojar el volumen de compras, si bien su analista sénior Tobias Schafföner considera que ¿ni siquiera el propio BCE parece llegar a un consenso respecto a este tema¿. Con el fantasma de la deflación ¿alejado¿ y unos rendimientos ¿comparativamente bajos¿ en los bonos periféricos europeos, considera que ha llegado el momento de que la institución con sede en Fráncfort opte por ¿una solución pragmática para ganar tiempo¿ sin poner nerviosos a los mercados ni prolongar innecesariamente su asistencia.

En la misma línea de discurso se sitúa John J. Hardy, jefe de estrategia en divisas del danés Saxo Bank. En su opinión, mientras el relevo para Janet Yellen en la Reserva Federal norteamericana ¿se ha convertido en una especie de reality show¿, en estas latitudes ha llegado el momento de que la cartera disponible del BCE se deje en 25.000 millones mensuales. Una cuantía que el experto prevé para nueve meses, lo que resultaría en 225.000 millones adicionales a la liquidez ya inyectada. En su opinión, la extensión de las compras durante solo seis meses ¿sería percibida como agresiva¿.

Desde Suiza, los analistas del banco privado Julius Baer consideran que el BCE ha hecho los deberes hasta este punto y ¿ha preparado los mercados financieros bien para un menor respaldo¿. Su modelo justifica la reducción del presupuesto mensual de compra de bonos hasta los 25.000 millones de euros para los próximos nueve meses. Sin embargo, reconoce que lo drástico de este recorte podría amortiguarse con una primera bajada hasta los 40.000 millones para los próximos seis meses y después una nueva revisión y reducción de volúmenes. En cualquier caso, los helvéticos consideran que el euro cuenta con ¿poco potencial¿ para beneficiarse de un anuncio menos agresivo de lo que ya se ha descontado por el mercado.

Las entidades privadas Andbank e Inversis también coinciden en señalar a la retirada escalonada como la opción indiscutible para el BCE. Desde la segunda de estas casas consideran que el escenario económico ¿tiene sólidas bases¿ y, por tanto, no debería haber razón para el temor a un impacto desmesurado en lo macro y los mercados por la reducción de estímulos. Muy distinto en este caso también al cuadro que se pinta para EEUU, donde el estratega jefe de la casa, Ignacio Muñoz-Alonso, advierte que ¿un excesivo endurecimiento de las políticas monetarias representaría la mayor amenaza para unos mercados constructivos¿.

Por lo que se refiere a evitar sobresaltos en el mercado, Victoria Torre, responsable Desarrollo de productos de Self Bank, considera que el discurso de Mario Draghi volverá a regirse por la política de `las 3P¿: ¿paciencia, prudencia y perseverancia¿. La experta parafrasea a Deutsche Bank, que en este ambiente de expectación ha aconsejado al BCE que haga alusión al tipo de cambio como una variable ¿vital¿ para el crecimiento y la inflación. La previsión de la analista es que la institución radicada en Fráncfort reduzca presupuesto a 40.000 millones de euros hasta el término del primer semestre del próximo año y que entonces sea cuando se anuncie un nuevo ajuste hasta 20.000 millones y después, en torno al cuarto trimestre del año y ¿una vez que se haya debilitado este programa¿, podría abrirse la puerta a la primera subida de tipos.

Los efectos que el anuncio por el que finalmente se decante el BCE sobre el euro lo analiza Ebury, casa especializada en mercado de divisas. Su previsión es que el equipo de Mario Draghi opte por extender compras más allá de este diciembre, pero con una reducción de 20.000 millones mensuales. Este recorte, combinado con "una mayor orientación hacia delante", se consideraría conservador por el mercado, lo que conllevaría "una venta inmediata de euro". Por lo contrario, "una reducción más significativa de las compras al nivel de 30.000 millones de euros al mes o menos, acompañada de una retórica menos bajista y una extensión más corta, podría proporcionar un catalizador para un impulso renovado en euro-dólar de nuevo hacia el nivel de 1,20¿ que ya se cotizó hace unas semanas.

EL ÚLTIMO PASO: DESHACER BALANCE

En cualquier caso, los analistas europeos y estadounidenses coinciden en que la retirada no implicará nunca el regreso a la situación previa al establecimiento de los primeros programas de flexibilización económica, conocidos como QE por sus siglas inglesas. En este sentido, cabe recordar que desde que el BCE comenzó a regar el mercado de euros en marzo de 2015 hasta finales de este año habrá inyectado liquidez al sistema por 2,28 billones de euros que figurarán en su balance de títulos de deuda.

Por lo que se refiere a la Fed estadounidense, donde ya se ha inaugurado la etapa de la reducción de balance, el consenso de expertos aguarda que este se quede muy por encima de los que marcaba en el momento en el que su expresidente Ben Bernanke optó por las inyecciones y barras libres de liquidez. Aguirre calcula que de los 500.000 millones que el guardián del dólar tenía en deuda antes del estallido de la crisis, en el más angosto de los casos podría quedarse en torno a los 2,5-3 billones de dólares una vez se diera por finalizado el tapering.