Una buena parte de la culpa la tenemos los medios de comunicación. Lo más ansiado es volver a niveles anteriores a la crisis en empleo, salarios, acciones, inversiones y también en la vivienda. Es una especie de tic después de la larga travesía de esta recesión económica de la que hemos salido a golpe de ajuste y de dinero bombeado por los bancos centrales de todo el mundo.
En el mercado de la vivienda no se puede hablar de una recuperación homogénea. Pero ya volvemos a acercarnos a niveles de burbuja en Madrid, Barcelona o San Sebastián junto con algunas zonas costeras de interés cuyos precios han rebotado con mucha fuerza. A todo ello acompaña, nuevamente, una financiación muy barata que es históricamente baja para las hipotecas a tipo fijo que, hoy por hoy, son un auténtico chollo si se utiliza cualquier visión temporal de estos costes.
Creo que el indicador más sensato para ver si podemos generar nuevas burbujas en la vivienda se encuentra en los salarios y en su poder adquisitivo. Esta misma premisa sirvió para que muchos nos diésemos cuenta de que el precio de la vivienda estaba desmadrado. No se ajustaba el alza de los precios a la de los salarios y, finalmente, vino el ajuste.
En este sentido las cosas han cambiado poco y si lo han hecho ha sido a peor. Por ello, cuesta mucho justificar esta fuerte subida que estamos viviendo en grandes ciudades y algunas zonas de la costa. Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística apuntan a que durante la crisis los españoles han perdido un 10% de poder adquisitivo. Y además, las expectativas salariales aunque sean de mejora ¿ahora más como estrategia de reactivación económica- son mucho menores que en los años de euforia donde habíamos construido el paradigma del paro técnico como anunciaba Zapatero.
Esta contradicción entre pérdida de poder adquisitivo de los españoles junto con el incremento del precio de la vivienda en algunas zonas se explica en el fuerte empuje que están viviendo los alquileres. Aquí es donde verdaderamente se aprecia una mejoría de precios para dar respuesta a la imposibilidad de acceder a una compra que se recupera, y sube y sube.
Al aplicar la teoría de que el precio de la vivienda es el resultado de multiplicar el alquiler anual por los años para recuperar la inversión (PER inmobiliario) se crea la ilusión de que las viviendas aún están baratas y es posible que suban más como pronostican buena parte de los expertos para 2018. Sin embargo, es justamente la dificultad para acceder a la propiedad la que provoca ese alza del alquiler.
Estamos, nuevamente, creando una burbuja en el sector inmobiliario a tenor de lo que gana la gente y los precios que hay en el mercado. La crisis debería haber permitido que la caída de precios se prolongase y tras ella viniese un periodo de estabilización de acuerdo a la evolución salarial para posteriormente, y se está justificado, empezar a subir. Nos hemos saltado ese periodo y volvemos a la histeria de las alzas. Una situación que nos cuestiona sobre si realmente debemos alegrarnos por tener una vivienda más cara.