En el trabajo periodístico no es frecuente encontrarte con personas interesantes sobre todo en el mundo de la economía. Las relaciones, lamentablemente, no pasan muchas veces de una transacción. Aburridos opositores con gran mérito, trepillas de distinta clase del si te he visto no me acuerdo y cabezas muy amuebladas pero que les cuesta ¿al menos en el trato con el periodista- ir mucho más allá de su materia.
Blas Calzada (Valladolid, 1937) era muy distinto. Un conocimiento muy profundo de la economía y de cualquier otra materia sobre la que se dialogase. Pasaba de la historia de Grecia a la política, con explicaciones siempre muy sencillas y cargadas de sentido del humor. Tanto conocimiento bien reflexionado e interconectado define a mi modo de ver a un sabio, frente a un panorama del mundo bursátil que, en general, daba muestras de mediocridad.
Calzada, en sus distintos despachos en la Bolsa de Madrid ¿hubo tiempos difíciles en los que le colocaron en especie de zulos en un rincón del edificio de la Plaza de la Lealtad- impartía al que le quisiese visitar una clase magistral sobre cualquier tema con referencias y conexiones impensadas.
Además, el ex presidente de la CNMV, era políticamente incorrecto. Decía lo que pensaba desde el conocimiento y la reflexión profunda, y lo decía a sabiendas de que podía molestar¿ pero para él era así. Una vez frente a su mesa de despacho me dijo que si la sociedad prefería tener a los jubilados veraneando en Benidorm, frente a la fuerte lacra del paro juvenil. Defendía que esos recursos fueran a la juventud y no a los pensionistas¿ Y de un plumazo te comentaba la relación entre la riqueza que se generaba en un país en un año frente al valor de todos sus activos: muy interesante.
Esa falta de corrección política me provocó la sorpresa cuando fue nombrado presidente de la CNMV. Pero con sus aciertos y errores, no perdió su cercanía, su simpatía y su verdad. Virtud que contrasta con las de otros menos relevantes que al menor cargo dibujan una raya en el suelo para que no te acerques.
Pero este cargo de la CNMV también habla de su lado más terrenal. Calzada asesoró a empresas en sus salidas a Bolsa, fue consejero de alguna de ellas. Muy ligado al campo, tenía intereses en los tomates extremeños y esperaba un mercado de productos agrícolas con precios más transparentes. También formó parte de algún club de inversores, muy habituales a mediados de los ochenta. Parecen actividades no muy compatibles con la dirección del Servicio de Estudios de la Bolsa de Madrid, pero eran otros tiempos de menores exigencias de murallas chinas y barreras. En el mundo financiero había por aquel entonces un cierto totum revolutum que ayudaba a esos fines.
Se nos ha ido un sabio, amante de la familia (no perdía oportunidad para mostrar los cuadros de una de sus hijas con tremendo orgullo) y una mente privilegiada, libre y bondadosa. Allá donde esté, tendrá un lugar preferente en cualquier tertulia. Adiós, amigo.