Capitalismo y mujer
El manifiesto 8M en el Día de la Mujer cita tres veces la palabra capitalismo para denunciar que no reconoce el trabajo en casa, que las quiere dóciles y sumisas, y que es causante de las guerras. Sin embargo, su relación entre mujer y capitalismo va mucho más allá y ha cambiado por completo las sociedades occidentales en los últimos 70 años.
8 marzo, 2018 11:05Algunas voces críticas apuntan a que esta convocatoria de huelga tiene un gran componente político y es excusa y explicación para que muchas mujeres hayan decidido no secundarla. Cierto es que el manifiesto del 8M comienza y termina como una reivindicación de las mujeres de izquierdas, se supone por su mayor inquietud por la lucha de género.
La incorporación de la mujer al trabajo remunerado de forma masiva después de la Segunda Guerra Mundial en el mundo occidental ha sido uno de los grandes hitos de la liberación de la mujer que ya dejaba de depender económicamente del hombre. Un paso importantísimo en las corrientes feministas que ahora buscan con toda lógica y justicia la equiparación de salarios.
Pero este hecho de la llegada masiva de mujeres a puestos de trabajo pagados ¿siempre han trabajado, a mi entender, más o igual que los hombres en tareas domésticas más las agrícolas- ha sido el mayor revulsivo para el capitalismo desde mediados del siglo pasado. Es un efecto colateral que debería analizarse y que ha contribuido al tipo de capitalismo imperante y al cambio total de la sociedad. La mujer en el trabajo ha sido la mejor noticia para el capitalismo: mucha actividad y auge del consumismo.
Todo este fenómeno ha sido fácilmente observable por el que suscribe que supera ligeramente el medio siglo de vida. Por ejemplo, la emigración a España empieza de forma masiva con la llegada de empleadas de hogar para cubrir el trabajo doméstico que antes hacían mayoritariamente las españolas (me temo que esto no ha cambiado demasiado, con los hombres que dedican menos tiempo o ninguno al hogar).
Y ahora piensen ustedes en los cientos de negocio y el incremento de la actividad que se ha generado con la mujer en el trabajo remunerado. En primer lugar, la industria automovilística, ya que las familias han empezado a necesitar dos vehículos para moverse con sus gastos correspondientes: gasolina, talleres, compañías de seguros. Necesidad también de más vías para transitar de las que se benefician constructoras, auxiliares¿
Las empresas de textil. Antes se reciclaba la ropa y las mujeres hacían trabajos de costura que suponía un importante autoconsumo frente a la necesidad actual de adquirir la ropa ya hecha. La industria alimentaria también ha sido una de las más beneficiadas por este lógico fenómeno con las comidas elaboradas y los productos procesados para suplir la falta de tiempo en la cocina y en la plaza. Y el gran crecimiento de la industria de la restauración con la imposibilidad de comer en casa ningún miembro de la familia (comedores escolares, restaurantes de menú, comida rápida, elaborados). Una tendencia solo amortiguada por los 'tupperwares' domésticos.
Y así se podrían poner muchos más ejemplos de como el capitalismo ha cabalgado muy a gusto sobre las legítimas corrientes de igualdad social y laboral del feminismo. Nadie más que los capitalistas apoyarán esta corriente que ha engordado de forma exponencial el modelo económico.
En el manifiesto del 8M sí destacan la trampa del consumismo especialmente dirigido a la mujer y la obligación de mantener una estética joven eternamente. Suscribo por completo esta afirmación: ¿Exigimos también la despatologización de nuestras vidas, nuestras emociones, nuestras circunstancias: la medicalización responde a intereses de grandes empresas, no a nuestra salud. ¡Basta de considerar nuestros procesos de vida como enfermedades!¿
Si las sirve de consuelo, creo que el capitalismo no distingue demasiado a mujeres y hombres, y nos pone los mismos reclamos para consumir o cosificarnos. Es la búsqueda del beneficio sin más donde poco importan géneros o países. El negocio es el negocio y está claro que el feminismo sin querer ha sido el gran aliado del capitalismo.