El miedo a la guerra comercial entre EEUU y China y la nueva temporada de resultados empresariales han centrado los movimientos en Wall Street en las últimas semanas. Pero hay un segmento que los inversores no deberían olvidar en estas jornadas de regreso de la volatilidad al mercado: la renta fija y la curva de tipos de los bonos a corto y largo plazo en la primera potencia mundial.
En principio, los bonos a largo plazo deberían registrar una mayor rentabilidad que los de corto plazo, ante el mayor riesgo que supone invertir en un vencimiento, por ejemplo, a diez años en los que el inversor está más expuesto a eventos más difíciles de prever que en un periodo más breve de tiempo.
Pero eso es solo lo que indica la teoría. Los datos del mercado de deuda estadounidense están llevando la contraria, de nuevo, a esa teoría, alertando a las bolsas de que tal vez estén errando con su apuesta por el crecimiento. La rentabilidad del bono a dos años tocó el viernes el 2,44%, máximos desde el 9 de septiembre de 2008 previo a la quiebra de Lehman Brothers, y un repunte casi escalofriante si se compara con el 1,25% que apenas rozaba hace seis meses, o el 1,18% de hace un año.
Este repunte es más acelerado que el del bono a 10 años, que este viernes se movió en el 2,95%. Entre ambos, por tanto, apenas hay una diferencia de 50 puntos básicos, frente a los 107 puntos básicos de hace un año. Es decir, la curva de rentabilidades se está aplanando. Y todo apunta a que así seguirá y que la curva podría incluso invertirse ante las previsiones que apuntan a que la Reserva Federal (Fed) decidirá este año entre tres y cuatro subdias de tipos.
Según explican los analistas de Renta 4 Banco, ¿ese aplanamiento de la curva suele ser considerado un indicador anticipado de recesión y la pregunta es: ¿lo será también esta vez?¿.
Es lo que deberían cuestionarse los inversores que ahora apuestan todo a que el ciclo de crecimiento no ha llegado a su fin. En su última carta a inversores, Didier Saint-Georges, del comité de inversiones de Carmignac, apunta en este sentido al explicar que ¿la economía real comienza a ralentizarse, un movimiento que la tensión comercial con China no hará sino aumentar¿.
Desde la firma estiman, de hecho, que la economía estadounidense cerrará el año con un ritmo de crecimiento próximo al 2%, muy por debajo del 2,8% que espera el consenso. ¿Esta decepción, junto con un endurecimiento general de las condiciones financieras debido al deterioro del mercado crediticio y a una política monetaria menos acomodaticia, ha comenzado a desestabilizar los mercados de renta variable y a alterar la curva de tipos de interés¿, advierte Saint-Georges.
Aun así, el experto apunta a que la bolsa estadounidense cuenta con otros factores que pueden seguir impulsando el ciclo alcista. Entre ellos, una reforma fiscal que acelerará los planes de recompra de acciones que, según los cálculos de la firma, alcanzarán los 600.000 millones de dólares este año, frente a los 450.000 millones registrados en 2017. Saint-Georges recuerda también otros ratios atractivos de las cotizadas de Wall Street: "La ratio de distribución se sitúa actualmente en un 40% del resultado neto, un nivel que no seregistraba desde finales de la década de los noventa", explica.
-Sí, no, sí, no... Las cábalas del mercado con la (temida) cuarta subida de los tipos en EEUU