El año comenzó con una hoja de ruta clara, marcada por el propio banco central estadounidense. Tras elevar los tipos una vez en 2015, otra más en 2016 y en tres ocasiones en 2017, en 2018 tocaban otros tres incrementos, con lo que el precio del dinero finalizaría este año en el 2-2,25% en la mayor economía del mundo.
Pero este calendario ya no resulta tan nítido. Tres palancas se están encargando de ello: el descenso del paro al 3,9% en abril, la tasa más reducida desde diciembre de 2000; la prolongación del crecimiento, que transita por su segundo ciclo expansivo más largo de la historia y que este año podría incluso acelerarse por el 'chute fiscal' de Donald Trump; y las expectativas de que, de una vez por todas, la inflación llegará este año al 2% pretendido por la Fed.
Estos ingredientes han ido calentando la opción de que la entidad presidida por Jerome Powell, que relevó a Janet Yellen en febrero, suba el ritmo de las subidas para incoporar una cuarta en 2018. Desde luego, el mercado la va incorporando en sus cálculos.
Por ahora, da una probabilidad del 100% a que la Fed incremente los intereses al 1,75-2% en la reunión que celebrará dentro justo de un mes, los días 12 y 13 de junio. También concede una elevada proporción a que 'dispare' de nuevo en septiembre, con una probabilidad del 73,6% a que aumente los tipos al 2-2,25% y otra del 4,6% a que lo haga al 2,25-2,5%.
Y luego ya viene diciembre, donde todo es posible. Para esa cita, el mercado da una probabilidad del 40,9% a que encarezca el precio del dinero al 2,25-2,5%; otra del 6,3% a que lo lleve al 2,5-2,75; y una mínima del 0,2% a que lo sitúe en el 2,75-3%. En total, una probabilidad del 47,4% a que esa cuarta subida de los tipos acabe ocurriendo. Hace un mes, se limitaba al 27,7%.
MÁXIMA SENSIBILIDAD
Estas cábalas están dejando su huella en el mercado. En la deuda pública, con la rentabilidad del bono estadounidense por encima del 3% por primera vez desde 2014; en las divisas, con el dólar ganando posiciones contra las principales monedas, como contra el euro, que en febrero compraba 1,25 dólares y ahora se contenta con 1,19; y en los mercados emergentes, en las que las dos reacciones anteriores han provocado ya notables 'efectos colaterales', como evidencian los problemas de Argentina y el peso argentino.
Phillipe Waechter, economista jefe de Ostrum AM, considera que el mix de las políticas fiscales y monetarias es todavía "demasiado acomodativo". Y ante este panorama, lo tiene claro: "La Fed necesita ser más restrictiva".
En ese caso, la cuarta subida de los tipos de 2018 será un hecho. No parece demasiada diferencia. Al fin y al cabo, la duda apenas consiste en saber si los intereses acabarán el año en el 2-2,25% o en el 2,25-2,50%. Es decir, 25 puntos básicos arriba o abajo. Pero todo cambia si se tiene en cuenta la dependencia de los mercados internacionales a todo cuanto han hecho los bancos centrales en los últimos años. Por eso cualquier variación, por mínima que parezca, de magnifica. Por la sensibilidad existente tras una década de inyecciones billonarias de liquidez y tipos al 0% -o por debajo, incluso-. Y en el caso de la Fed, las subidas de los tipos empiezan a pesar. Ya lleva seis desde 2015. Camina hacia la séptima en junio. Y podría terminar el año con ocho. O con nueve, según cómo resuelva el dilema.
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