De este modo, en lo que va de año el dólar se ha revalorizado un 65% en relación con la moneda otomana, tras cerrar 2017 a un precio de 3,7890 liras turcas por cada 'billete verde'.
En su cruce contra el euro, ha llegado a perder en la jornada el 18% de su valor hasta un cambio máximo intradía de 7,8 liras por cada moneda comunitaria.
A este respecto, Bart Hordijk, analista de Monex Europe, señala que el fracaso de la visita turca a Washington y la aparente incapacidad o falta de voluntad del banco central otomano de apoyar a su moneda "han sido demasiado para la lira turca", que cae a tal velocidad que "lo primero que se me ocurre es un paracaídas que evite que se estrelle contra el suelo".
"Este paracaídas podría ser una gigantesca subida de los tipos de interés de al menos 500 puntos básicos para calmar a los mercados y demostrar el claro compromiso del Banco Central de Turquía de apoyar la divisa", añade.
En un comunicado publicado este jueves, el Ministerio de Finanzas de Turquía expresó su confianza en que la economía del país mantendrá para 2019 un ritmo de crecimiento "de entre el 3% y el 4%", añadiendo que el déficit por cuenta corriente será inferior al 4% del PIB.
Desde la firma de análisis WisdomTree, recuerdan que la lira se mantiene como la segunda moneda con peor comportamiento de los mercados emergentes este año, presionando la inflación del país hasta su nivel más elevado en 15 años, rondando el 12%. La tensión en el mercado turco también se ha dejado notar en los CDS a cinco años. Los CDS son seguros que los inversores compran contra el impago de deuda de un país. Y a cierre del 7 de agosto, los de Turquía se habían disparado más de un 109% desde principios de año, la mayor escalada de todos los países emergentes, reflejando, a juicio de los expertos, ¿el temor de los inversores a una economía sobrecalentada¿.
Desde WisdomTree indican que la economía turca sigue siendo vulnerable, ante un déficit por cuenta corriente muy elevado y unos niveles de inflación que casi triplican el objetivo del banco central del país. Esta misma semana, el banco central del país incrementó el acceso de los bancos a liquidez en dólares hasta los 2.200 millones de dólares. Algo que no ha terminado de funcionar para frenar la caída de la divisa. ¿Desde entonces, no hemos visto ningún toque de atención por parte del gobierno ni del banco central, y esperamos ver un cambio en la política monetaria, así como una política fiscal más restrictiva¿, indican los analistas, sin descartar tampoco que Turquía acabe solicitando la ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI).
¿La percepción de la comunidad inversora es que la política monetaria en Turquía no es independiente, ya que el presidente Erdogan se opone a una subida de los tipos de interés¿, advierten los expertos.
En cuanto a la situación de los mercados, el Ministerio defendió que "el sistema bancario turco cuenta con una estructura de capital que le permitirá gestionar de maneta eficaz las fluctuaciones, tal como ha sucedido en otras ocasiones". Asimismo, la institución aseguró que "no hay problemas con el tipo de cambo ni riesgos de liquidez", rechazando las explicaciones de carácter especulativo sobre compañías turcas.
Por su parte, en declaraciones a los medios del país, el presidente turco, Tayyip Erdogan, restó importancia a la volatilidad de los mercados y al desplome de la moneda turca. "No olviden que si ellos tienen sus dólares, nosotros tenemos a nuestro pueblo, a nuestro Dios. Estamos trabajando duro. Miren lo que éramos hace 16 años y miren ahora", afirmó.
La delegación turca enviada el pasado martes a Washington regresó a la capital turca con las manos vacías tras el encuentro de alto nivel mantenido con las autoridades estadounidenses con el objetivo de rebajar la tensión que ha caracterizado las relaciones bilaterales durante los últimos años y que ha culminado con la imposición de sanciones por parte de Washington a Ankara.
Las relaciones entre ambos países se han enturbiado a raíz del caso de Fetulá Gulen, un clérigo turco exiliado en Estados Unidos desde los años 90 al que el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan acusa del fallido golpe de Estado de 2016. Turquía reclama su extradición, algo a lo que Washington aún no ha respondido.
En el último episodio, la Justicia turca rechazó la semana pasada un recurso del pastor estadounidense Andrew Brunson, acusado de espionaje y terrorismo por sus supuestos vínculos con Gulen, para ser liberado mientras continúa el juicio celebrado en su contra. En respuesta, el Departamento del Tesoro sancionó a los ministros de Justicia e Interior turcos, Abdulhamit Gul y Suleyman Soylu, respectivamente. La nación euroasiática, por su parte, ha amenazado con "una respuesta equivalente".