El banco central redujo además su previsión de crecimiento para este año y el próximo, hasta un 1,3% en 2018 y un 1,7% en 2019, debido a los efectos del Brexit o salida británica de la Unión Europea (UE).

Tras su reunión periódica, el comité de política monetaria de la entidad presidida por Mark Carney optó por mantener los tipos, tal como esperaba el mercado, después de haberlos subido un cuarto de punto el pasado agosto.

Las medidas de expansión cuantitativa también permanecen, al concluir la institución que la economía británica todavía necesita apoyos de cara a la salida del bloque comunitario.

El Gobierno británico aumentó el pasado lunes del 1,3% al 1,6% su previsión de crecimiento del producto interior bruto (PIB) en 2019, y prevé que crezca un 1,4% en 2020 y 2021, un 1,5% en 2022 y un 1,6% en 2023, porcentajes relativamente bajos comparado con economías similares.

El Reino Unido afronta el trayecto hacia el Brexit, que se llevará a cabo el 29 de marzo de 2019, con una economía estable pero ralentizada, con un desempleo de solo el 4% y una inflación del 2,4%, y los salarios bajos.