La ola actual de innovación es "un shock paradigmático" de incremento de la competencia por el lado de la oferta, con nuevos operadores y mejoras tecnológicas que reducen costes, márgenes y precios. "Esto equilibra el poder del mercado, lo que puede significar mejores condiciones para comercios y consumidores", precisa.

De esta forma, la CNMC considera que los nuevos entrantes y los competidores "de nicho" (ya sean empresas de reciente creación u otras procedentes de sectores distintos) pueden disputar la posición de los operadores establecidos, reduciendo costes, precios y márgenes de beneficio y ampliando la capacidad de elección y la innovación dinámica.

No obstante, el organismo encargado del buen funcionamiento de los mercados subraya que el impacto de las fintech "tampoco debe magnificarse", ya que algunas innovaciones, como los DLTs o los 'robo-advisors' son todavía incipientes.

Aparte, la CNMC apunta a los fallos de mercado y a las barreras de entrada que resultan intrínsecos al sector bancario, así como las asimetrías de información y los sesgos de comportamiento, que implican una ventaja para los operadores instalados por su presencia física y su interacción personal.

También destaca la existencia de otras barreras como las economías de escala o el acceso a datos, que pueden llevar a las fintech a asumir un papel de "entidades o bancos secundarios". "Muchos de los nuevos competidores no podrán aplicar subsidios cruzados y materializar las economías de escala, por lo que se verán abocados a ofrecer constantemente condiciones más ventajosas y, por ende, obtener una menor rentabilidad", asegura.

Pero estas barreras y fallos del mercado no son una razón para obstaculizar el desarrollo de las fintech. La CNMC considera que, más bien, es al contrario, ya que son motivos para garantizar que loscompetidores reales o potenciales puedan efectivamente disputar una posición dominante, de forma que la regulación (por ejemplo, aplicando principios como la neutralidad tecnológica y la no discriminación) no contribuya a esos contextos de poder de mercado.

En todo caso, la normativa de competencia se aplicará cuando se abuse de una posición de dominio sin poder compensador de las fuerzas del mercado o se produzcan acuerdos anticompetitivos entre operadores. "Una mayor competencia implica un incremento en la eficiencia y una mejor asignación de recursos, siendo la eficiencia un estándar incluso más válido en las finanzas que en otros sector, ya que es una ratio de rentabilidad-riesgo", explica el organismo.

ATENCIÓN ESPECIAL A GIGANTES COMO AMAZON O GOOGLE

Por otro lado, hay expertos que argumentan que las fintech podrían deteriorar la competencia en otros sector debido a empresas que, con posiciones dominantes en otras actividades, comienzan a incluir servicios financieros, como pueden ser gigantes del comercio electrónico minorista como Amazon o de servicios digitales como Google.

"Aunque ni la teoría ni la evidencia son concluyentes y las circunstancias específicas deben evaluarse caso por caso, las autoridades de competencia deben estar atentas a estos procesos para prevenir comportamientos abusivos o exclusionarios", sostiene el informe.

REPENSAR LA REGULACIÓN Y ADOPTAR EL 'SANDOBX'

Para la CNMC, lo recomendable es que la regulación financiera ponga mayor énfasis en las actividades realizadas, en lugar de en la forma jurídica de las entidades que llevan a cabo dichas actividades. Además, cree que la regulación debe basarse en principios o resultados esperados en lugar de prescribir reglas estrictas sobre cómo lograr esos resultados deseados.

Un consejo habitual de otros estudios previos sobre las fintech es la probación de un 'sandbox' o banco de pruebas regulatorio. Una herramienta de este tipo "puede actuar como una forma de regulación dinámica, con una flexibilidad y adaptabilidad que la tornan muy apropiada para mercados innovadores", sostiene.

"Se trata de una medida a adoptar de manera transversal en todo el ecosistema de fintech", apostilla la CNMC, que explica que debe entenderse como la aplicación de requisitos de entrada más "livianos o, eventualmente nulos", para determinados modelos de negocio, como los innovadores o de un tamaño relativamente pequeño, al menos por un periodo de tiempo inicial.