Un dato. Uno muy malo, eso sí, está actuando como un ruidoso y molesto despertador en los mercados bursátiles. Mecidos por los estímulos monetarios enviados en septiembre por la Reserva Federal (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE), principalmente, los inversores habían dejado en un segundo plano otros asuntos, como el Brexit, en un entorno marcado también por el descenso de la temperatura en el conflicto comercial entre EEUU y China. Y dieron rienda suelta a las compras. Pero llegó octubre, y a las primeras de cambio descerrajó una estadística que fue lo bastante mala como para truncar esos ánimos y disparar los temores.
Se trató del índice de actividad manufacturera (ISM) de septiembre en EEUU que se publicó este martes. Cuando este termómetro está por encima de los 50 puntos indica que la actividad industrial es expansiva; cuando está por debajo de ese umbral delata que es contractiva. En agosto ya reculó hasta los 49,1 puntos, pero en septiembre se esperaba un rebote hasta los 50,1 puntos. Nada de eso. Se hundió hasta los 47,8 puntos, la lectura más baja desde junio de 2009. O lo que es lo mismo, desde el último mes de la recesión de 18 meses -la más larga desde la Gran Depresión- que EEUU sufrió tras el estallido de la crisis financiera.
El impacto fue sonado. El Dow Jones se dejó ese día un 1,3% y más de 300 puntos en la jornada del martes. Las ventas continuaron este miércoles con un descenso próximo al 2% que le dejó al borde de los 26.000 puntos cuando el lunes luchaba por el 27.000. De fondo, otro dato preocupante conocido en el segundo día de octubre: en septiembre, y según los datos de la consultora ADP, el sector privado estadounidense creó solamente 135.000 empleos, por debajo de los 140.000 previstos y de los 157.000 de agosto.
El cambio es notable. Una cosa es que la Fed pueda llevar a cabo bajadas de tipos de interés preventivas y otra muy distinta que la recesión aceche de verdad y que la Fed, lejos de poner la venda antes de la herida, esté actuando ya tarde
Y la secuencia sigue este jueves, que viene con nuevos descensos en Wall Street, esta vez alentados por otro inquietante dato. Complementado los datos industriales conocidos el martes, el índice de actividad del sector servicios de septiembre ha bajado hasta los 52,6 puntos, por debajo de los 56,4 puntos de agosto, de los 55 puntos previstos y la lectura más baja en tres años. Es decir, otro ingrediente que nutre el temor a que la recesión esté más cerca de lo que se creía.
Esta acumulación es la que está nutriendo los temores de los inversores. Porque una cosa es que el crecimiento estadounidense, instalado en su ciclo expansivo más largo con 123 meses consecutivos, esté perdiendo fuelle y que la Fed pueda llevar a cabo bajadas de tipos de interés preventivas, que era el carácter que parecían tener los recortes de los intereses ejecutados por el banco central de EEUU en julio y septiembre, y otra muy distinta que la recesión aceche de verdad y que la Fed, lejos de poner la venda antes de la herida, esté actuando ya tarde y poco.
Este cambio de sesgo se observa de manera clara en las expectativas que envuelven a la próxima reunión del banco central presidido por Jerome Powell, que tendrá lugar los días 29 y 30 de octubre. La probabilidad que otorga el mercado a que la Fed rebaje de nuevo el precio del dinero, para llevarlo del 1,75-2% al 1,50-1,75%, ha crecido hasta el 94,6%, cuando el lunes se limitaba al 39%.
...Y ESPERA EL EMPLEO
En mitad de esta incertidumbre, a los inversores aún les espera una cita de envergadura esta semana. El viernes, a las 14:30 horas, se conocerán los datos de empleo de septiembre. Tras el anticipo ofrecido por la ADP, el mercado también contiene el aliento ante esta cita. Se esperan 145.000 empleos, tras los 130.000 puestos de trabajo generados en agosto.
Después de la última remesa de estadísticas, una decepción adicional por parte del mercado laboral estadounidense acentuaría todavía más el miedo de los inversores. Y al contrario si los datos sirven para templar los ánimos.