La maquinaria ya está en marcha. En menos de un año, los estadounidenses volverán a las urnas para decidir si dan cuatro años más de Gobierno al republicano Donald Trump -a la espera de lo que dé de si el 'impeachment' puesto en marcha en la Cámara de Representantes- o si prefieren un viraje hacia el Partido Demócrata, que aún debe dilucidar quién será su candidato, un puesto para el que suenan, por ahora, como principales aspirantes los senadores Bernie Sanders y Elisabeth Warren, el exvicepresidente Joe Biden o el exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg.
La cita será el 3 de noviembre de 2020, una fecha que ya está marcada más que en rojo. En Wall Street, eso sí, esperan que sea verde, muy verde, porque la historia así lo consagra.
En EEUU, el país de las estadísticas, los ciclos electorales también cotizan en bolsa. O mejor dicho, son desglosados para buscar patrones de comportamiento en el mercado. Y lo que dicen esos patrones es que los dos primeros años de mandato son los más flojos en el parqué, que el tercer año es el más alcista y que el último, el año que acoge los comicios, también se salda con signo positivo.
Por ahora, con Trump se está cumpliendo esta pauta… en parte. Su primer año, el de 2017, fue inusualmente alcista para ser el primero de la legislatura, puesto que el Dow Jones se disparó un 25%. En el segundo, el más débil según las estadísticas, el índice bajó un 5,6% y dio por buena la cábala. Y hasta la fecha el tercer año está siendo igualmente positivo, con una revalorización del 20% en el Dow en 2019 que no logra batir por el momento el comportamiento de 2017.
¿Y qué dicen las estadísticas del cuarto año, el que acoge la cita electoral? Que se salda con signo positivo en la mayoría de las ocasiones. Desde su nacimiento en mayo de 1896, el Dow Jones ha vivido 30 procesos electorales. De este total, el año electoral ha sido alcista en 21 ocasiones y bajista en las 9 restantes. De media, el Dow suma un 7,7% en esos años.
A lo largo de la historia, eso sí, ha mezclado años electorales exuberantemente alcistas, como el 46,6% sumado en 1908, con otros extraordinariamente bajistas, como el 33,8% que se dejó en 2008, cuando la quiebra de Lehman Brothers lo arrasó todo. Los dos últimos precedentes, los de 2012 y 2016, se han saldado con subidas, del 7,3% y del 13,4%, respectivamente.
Trump se ha propuesto hacer de la economía su principal credencial para ganarse la reelección. Su deseo no es otro que prolongar la situación actual hasta noviembre de 2020
Si 2020 encajara con estas referencias y se anotara ese 7,7%, el Dow Jones llegaría a las urnas en torno a los 30.000 puntos. O lo que es lo mismo, en zona de máximos históricos y prolongando una histórica ascensión que comenzó en marzo de 2009 y que, salvo contadas correcciones, ha mantenido firme hasta la fecha.
UN TEMA CAPITAL
Más allá de ser un asunto meramente anecdótico o de ser una mera conjetura, lo cierto es que las Elecciones Presidenciales de Estados Unidos en 2020 serán sumamente relevantes para Wall Street y, por tanto, para los mercados mundiales. "Probablemente, el evento más importante de 2020 sean las Elecciones de Estados Unidos del 3 de noviembre", avanzan desde Goldman Sachs.
No es para menos. En juego, quién gobernará la mayor economía del mundo hasta 2024. Con la ralentización económica, la guerra comercial, las tensiones geopolíticas, la sostenibilidad del planeta y otras cuestiones de semejante envergadura acechando y esperando respuestas, el nombre del inquilino de la Casa Blanca adquiere una relevancia descomunal.
"Conforme avanzamos hacia la campaña de reelección de Trump, tendrá que navegar para garantizar que la economía y los mercados no sufran demasiado como para dañar sus posibilidades"
En lo económico, además, la cita electoral se presenta aún más importante porque Trump se ha propuesto hacer de la economía su principal credencial para ganarse la reelección. El deseo del republicano no es otro que prolongar la situación actual hasta noviembre de 2020, con EEUU viviendo el ciclo expansivo más largo de su historia, con un paro inferior al 4% y con los principales índices bursátiles en máximos históricos. Y aunque tanto ese ciclo, como el descenso del desempleo y la subida de Wall Street comenzaron antes de su llegada, aspira a presentarse a las presidenciales como el principal artífice de esos logros.
La dura presión que ha ejercido sobre la Fed, a la que ha exigido rebajas de los tipos de interés y más medidas expansivas, concuerda precisamente con ese propósito de alargar el crecimiento económico. Lo mismo que sus tiras y aflojas con China, esa guerra comercial con la hegemonia tecnológica mundial en juego, con los que por un lado busca reforzar su posición ante el electorado estadounidense, al que se presenta como el defensor de los intereses norteamericanos, y por otro pretende demostrar ante el exterior 'quién manda'... pero sin pasarse, porque una guerra comercial total provocaría un parón económico y un quebranto en las bolsas de tal magnitud que no convendría a sus intereses.
Por el contrario, alcanzar los comicios enarbolando un acuerdo comercial que venda como ventajoso para las empresas, el empleo y la economía de EEUU sería un logro de indudable valor para su propósito. "Un acuerdo para reducir o eliminar los aranceles existentes y una promesa de dejar de añadir más podrían reducir drásticamente la incertidumbre económica mundial, desbloquear la demanda de inversión acumulada y permitir a Donald Trump 'declarar la victoria' en un año electoral", subrayan desde UBS. "Conforme avanzamos hacia la campaña de reelección de Trump, tendrá que navegar para garantizar que la economía y los mercados no sufran demasiado como para dañar sus posibilidades", expone Esty Dwek, responsable de estrategia de mercados globales en Dynamic Solutions (Natixis IM).
La economía y los mercados. Dos de las obsesiones de Trump. De momento, no puede quejarse de lo obtenido en ambos terrenos. Y menos que lo hará si en 2020 vuelve a cumplirse en Wall Street la tradición alcista de los años electorales.