Las bolsas europeas salen al paso de las voces que venían reclamando su cierre mientras persistiese la crisis del coronavirus. Y lo hacen en bloque, a través de la Federación Europeas de Bolsas (FESE, por sus siglas en inglés). “Si bien esta situación no está exenta de desafíos, es crucial que los mercados permanezcan abiertos”, concluyen.
La organización sectorial, de la que forma parte la española BME, defiende que “los mercados de valores regulados cumplen una función social y económica que debe prevalecer en tiempos de incertidumbre”. Del mismo modo, defiende que su papel ya se ha puesto a prueba otras veces en el pasado reciente y apunta a la crisis financiera: “Cuando se secaron otras fuentes de liquidez, las bolsas continuaron funcionando plenamente con éxito”.
Además las bolsas europeas aportan cuatro argumentos clave para defender su postura de no echar el cierre. En primer lugar, que “continúan funcionando de manera ordenada […] a pesar de las condiciones extremas de negociación”. En este sentido apunta al normal funcionamiento de “los interruptores automáticos” que en algunos parqués se activan cuando la volatilidad se desata.
En segundo lugar, se apunta al funcionamiento ordenado de los mercados financieros, de manera que “el flujo constante de noticias” permite, mientras las bolsas sigan abiertas, “una revisión continua de las valoraciones de los valores por parte de los inversores” y la posibilidad de “reequilibrar las carteras dinámicamente”. Aquí se apunta tanto a factores negativos, como a otros más positivos como “el impacto de los importantes planes de apoyo de los gobiernos”.
La FESE defiende que su normal apertura permite una fijación de precios “transparente, accesible y confiable en todas las clases de activos” de manera que se facilita que los inversores puedan “valorar carteras y tomar decisiones informadas de inversión y cobertura” bajo unas condiciones que reconoce volátiles.
Después apunta a factores contractuales y consecuencias regulatorias y jurídicas. Sobre estos puntos, las bolsas europeas recuerdan que su cierre “desencadenaría la activación todo tipo de cláusulas contractuales procíclicas en una amplia gama de contratos de financiación e incluso operativos”. Y advierten de que esto podría traducirse en “un número impredecible de incumplimientos”, especialmente en contratos de derivados referidos a precios de cotización de los activos subyacentes.
En definitiva, el cierre desembocaría en una “proliferación masiva de todo tipo de acuerdos bilaterales fuera del mercado” que restaría protección a los inversores y, además, jugaría en contra de los pequeños accionistas, señala la misiva. Además, puntualiza que estos minoristas “serían los más afectados por un cambio a acuerdos tan opacos cerrados entre inversores profesionales”.
Solo Filipinas echa el cierre
Por último, la FESE recuerda que “cerrar los mercados no cambiaría la causa subyacente de la volatilidad del mercado”. En lugar de esto, considera que, al eliminar transparencia en la formación de precios y liquidez, “agravaría la ansiedad actual del mercado”.
De momento, ninguna de las principales bolsas mundiales ha echado el cierre. Únicamente la Bolsa de Filipinas ha cerrado apenas tres días a operaciones por orden del Gobierno del país. En Chicago, el mercado de derivados CME, el mayor del mundo, sí que ha cerrado su parqué físico para trasladar toda su operativa a la vía digital con el objetivo de evitar aglomeraciones de personas físicas y contribuir así a la contención del virus de Wuhan.