Solucionar un problema de deuda con más deuda. Seguro que la expresión toca más de una campana. Los eurobonos, o bonos de estabilidad europea, consisten en la emisión de deuda armonizada entre diferentes países del mismo entorno económico y monetario. Son por tanto deuda pública en euros que emite el BCE con el aval de los países que participan de los mismos.
Hasta el momento no son más que una propuesta teórica que surgió durante la crisis financiera cuando los elevados costes de financiación disparaban la carga futura de las economías más endeudadas y dificultaron la capacidad de emisión de nueva deuda.
No se emitieron en su momento debido a la amplitud de las primas de riesgo que justificó la reticencia de países con plena capacidad de emisión, como Alemania que se financiaba pagando un 1% frente a otros países que lo hacían a tasas seis veces más altas. En otras palabras, no se emitieron porque los estados solventes no quisieron cargar con el coste futuro de salvar a los insolventes.
En los últimos diez años, el mensaje de la mayor crisis financiera que ha vivido el euro en su corta historia debería haber sido el de la responsabilidad entendiendo que no se trata ni de “austericidio”, ni de políticas anti sociales, ni de población desprotegida. Los estados han crecido incluso con mayor cobertura social una sensibilidad al tema que arraigó en la población. El problema ha radicado en el nulo esfuerzo de los últimos gobiernos, incluido el del impotente de Rajoy, que ahora reclaman eurobonos de eliminar grasa en sus cuentas, sanear lo público y ser eficiente en el gasto.
En 2018 el gasto público en España rompió otra vez la brecha de los 500.000 millones de euros creciendo en términos nominales por encima de lo que creció la economía volviendo al mismo nivel en el que estaba en 2012. Veamos en qué posición está el gasto de España frente a Alemania.
En términos absolutos, España con casi la mitad de población gasta un 33% de lo que gasta Alemania. Dos de las partidas socialmente más sensibles, como son educación y salud, expresados como porcentaje del PIB son mayores en Alemania. A pesar de que Alemania gasta más en términos absolutos y relativos que España, registró un superávit en 2018 del 1,7% mientras que España mostró un déficit del 2,5%, y con severas advertencias de la comisión de seguimiento europea. La cuestión es que hoy existe una brecha en el gasto público y de deuda tremenda entre los diferentes países que componen el euro.
En diez años, la relajación que ha creado el BCE con su programa de compra de deuda ha posibilitado que países poco disciplinados lo sigan siendo. Francia, defensora de los eurobonos, siendo una de las economías con mayor presión fiscal y con un elevado gasto social acumula 45 años consecutivos instalada en un déficit público que es crónico.
Cada euro gastado de forma superflua genera una deuda que paga el conjunto de la ciudadanía vía impuestos. Hasta el momento gran parte de las medidas que se han tomado en esta crisis han sido un juego de trileros mediante avales y garantías, pero todo con pólvora ajena. En estos momentos de crisis, resulta muy llamativo el pavor que provoca en el equipo de gobierno de Sánchez tocar impuestos a la baja para aliviar la carga fiscal de los ciudadanos. Nada se ha oido en este sentido. Solo el lloro lastimero de los que luego acusan a los alemanes de insolidarios en un país que cuenta con 4 vicepresidentes, cuenta con el mayor número de ministerios y secretarios de Estado de la democracia. Hablamos de 22 ministerios frente a los 12 que tiene por ejemplo tiene Austria (71% de deuda sobre PIB, superávit de gasto y, de nuevo, con más gasto relativo que España). Tener más ministros no hace a un país más democrático.
Con la emisión de eurobonos en las condiciones actuales se estaría añadiendo yeso, fácil de conseguir y en abundancia, a una enorme grieta estructural que amenaza con derribar una vivienda. ¿Acaso se sentiría insolidario con un vecino que persistentemente incumple las obligaciones comunitarias y además se jacta de ello en la piscina? Piénselo.
La deuda ya está siendo monetizada por el BCE qué necesidad hay de mutualizar una macro emisión más. Draghi proponía la semana pasada condonar parte de la deuda empresarial. Yo me pregunto, alguien está cancelando las deudas de las familias. Sánchez quiere que Alemania se solidarice con España pero que los empresarios paguen la crisis.
Asfixiar un país con más deuda en el final de su gran ciclo global y justificarla bajo tintes solidarios no puede más que esconder la triste realidad de un país que vuelve a mirar al vacío. Con esta reflexión no niego a España la ayuda que necesita. Creo que hay que buscar otras fórmulas pero desafortunadamente detrás de ese proceso solo hay políticos. Lamentablemente, España va a asumir las consecuencias y no puede hacer responsable de ello a otros países.
*** Alberto Roldán, economista y gestor