Lo repite un informe tras otro: esta crisis es distinta de todas las que hasta ahora conocía la industria financiera. El miedo -y sobre todo la incertidumbre- a lo que el coronavirus pueda significar para la economía ha provocado un incremento insólito de la liquidez en cartera. Sin embargo, incluso en este volátil escenario hay alternativas conservadoras muy cercanas a tener el dinero en el bolsillo.
La principal incógnita en torno a esta situación de emergencia sanitaria es cuánto tiempo durará. De cuál sea la respuesta dependerá también el impacto definitivo en la economía y, a la postre, la facilidad o dificultad para regresar a la casilla de salida. Ante este escenario, los bancos centrales se prodigan en estímulos, los gobiernos en medidas de modulación fiscal y subsidios y la banca se arma de provisiones y cancela dividendos. La liquidez es la clave.
Los grandes inversores no se quedan atrás. El principal termómetro para la evaluación de su comportamiento, la Encuesta Global de Gestores de Bank of America, señalaba esta misma semana que se han armado de liquidez como nunca antes desde los atentados del 11-S. Con todas las diferencias entre ambos escenarios, hace 19 años tampoco se conocían las consecuencias de aquellas acciones terroristas ni qué podrían desencadenar. Entonces, como ahora, se impuso la opción de esperar y ver.
Muy cerca del bolsillo
Sin perder de vista esta estrategia de las manos fuertes del mercado, existen opciones de inversión para aquellos que, sin arriesgar su capital, no precisen tenerlo en el bolsillo. Se trata fundamentalmente de fondos con baja volatilidad, enfocados en activos de bajo riesgo y que permiten una rápida retirada de posiciones en caso de necesitar ganar liquidez contante y sonante.
La opción más conservadora para poner a trabajar la liquidez que realmente no se precisa en cartera está en fondos cotizados (ETF) que replican los dos índices de renta fija que más cerca están de los que sería el puro efectivo: el Bloomberg Barclays Euro Treasury Bill, focalizado en títulos de deuda federal estadounidense, y el Bloomberg Barclays Euro Sovereign 1-3YR, especializado en emisiones soberanas de la Eurozona.
Algunas de las casas que ofrecen ETF sobre estos índices son las estadounidenses JP Morgan, Inverco, BlackRock (en su división iShares) y State Street (dentro de su gama SPDR), la francesa Société Générale (a través de Lyxor) y la suiza UBS. Aunque el actual entorno de tipos de interés al 0% aleja la posibilidad de rendimientos por esta parte, las compras anunciadas por los bancos centrales podrían traducirse en un incremento de precio para los bonos que componen sus carteras y proporcionar un pequeño extra al objetivo primordial de preservar capital.
Más arriesgadas, y en principio no aptas para todo tipo de inversor, son las llamadas estrategias CTA, siglas que en inglés se corresponden con ‘Commodity Trading Advisor’. Se tratan de paquetes de inversión focalizados en gestión alternativa mediante productos derivados con el objetivo de conseguir rentabilidades absolutas y esquivar los episodios bajistas del mercado. Pueden ser muy diferentes entre sí y se aconseja llegar a ellos siempre a través de un asesor financiero, ya que en su cesta puede haber desde futuros sobre divisas o cereales hasta opciones sobre índices complejos.
La firma francesa Lyxor repasa en un reciente informe los motivos del “buen comportamiento” de las estrategias CTA en los últimos meses. En este sentido, subraya características generalizadas como posiciones largas en renta fija y operaciones defensivas en materias primas y divisas, largos en metales preciosos frente a metales básicos, cortos en energía y un posicionamiento en renta variable que “ronda la cota cero”, recoge el documento.
De regreso a los fondos de inversión, los monetarios y los de crédito corporativo a muy corto plazo son otras estrategias de bajo riesgo, pero no exentos de posibles pérdidas. Y es que, además, su gestión activa implica unas comisiones habitualmente más abultadas que las de los ETF, con lo que el margen de ganancia se reduce un poco más.
Bonos flotantes y retorno absoluto
Entre los que invierten en bonos corporativos de alta calidad crediticia, los asesores consultados apuntan a los especializados en bonos flotantes, que son aquellos que, a diferencia de los papeles tradicionales de renta fija, toman como referencia un indicador a la hora de hacer frente al pago de sus intereses.
Normalmente, cuando se trata de la Eurozona, este referente suele ser el euríbor, que en los últimos días se ha suavizado hacia el entorno del -0,10%.
Un punto más de riesgo es el que supone la entrada en fondos de retorno absoluto, una categoría en la que las gestoras tradicionales españolas han sido especialmente prolijas en los últimos años. Aunque tampoco aseguran evitar las pérdidas, sí que tienen en su ADN esquivarlas para conseguir una rentabilidad positiva en cualquier entorno de mercado. Algo que, sin embargo, se complica en circunstancias de volatilidad y castigo generalizado en todos los mercados.
El consejo de los asesores para los inversores que se planteen esta opción es escoger siempre vehículos con volatilidad máxima definida. También, a ser posible, sugieren dirigirse hacia aquellos con estrategias de descorrelación frente al mercado de renta variable.