En los últimos días estamos viendo una caída del precio del crudo Texas (WTI) que ha llegado a estar en terreno negativo en el caso del vencimiento de mayo.
Una situación a la que se llega porque la demanda ya era pobre a finales de 2019 y principios de este. Además los inventarios iban aumentando y, pese a los recortes de producción, ha llegado la crisis del coronavirus y ha hecho que la demanda colapse.
Cuando se produce el efecto colapso de la demanda, el crudo que se compra se destina a almacenamiento que también está prácticamente lleno. Por tanto, llega el vencimiento del contrato de mayo y quienes han comprado con la idea de utilizar ese crudo se encuentran dos problemas: el primero, que el contrato ha caído mucho de precio y si lo renuevan les va a costar demasiado dinero (margin call) por lo que quieren vender.
El segundo problema es que quienes quieren comprar no tienen espacio físico para almacenarlo. Por tanto, tienes muchos vendedores y pocos compradores.
El riesgo ahora mismo es que en el contrato de junio pase algo similar: que según llegue la fecha de expiración del contrato, los compradores se pongan nerviosos y si el almacenamiento no se reduce la situación empeore.
¿Por qué no ocurre esa caída tan brutal en el Brent? Porque es mucho más internacional. El WTI es de referencia en EEUU y su capacidad está limitada y concentrada en el país. El Brent todavía tiene capacidad de almacenamiento aunque su precio también ha caído.
Estamos ante el efecto devastador del cierre de la economía, que demuestra que la demanda colapsa.
Esto tiene efectos colaterales: los operadores financieros que hayan tomado riesgos en futuros se van a encontrar con problemas con los margin calls disparados.
El segundo factor es que los productores que han reducido producción están al límite, por lo que tienen que seguir produciendo para generar caja.
El tercer factor es monetario: el desplome del crudo tiene un efecto brutal sobre los países productores porque no pueden financiar los costes de la economía dado que son excesivamente dependientes del crudo.
Podemos decir, por tanto, que la idea de que íbamos a cerrar la economía durante el coronavirus y que iba a generar recuperación en V empieza a desaparecer.
Además, todo lo que está ocurriendo demuestra que los países líderes en gestionar la pandemia (los asiáticos) son la referencia de lo que hay que hacer. Allí han gestionado bien el almacenamiento de crudo, pero también gestionan bien la enfermedad y a un menor coste.
En Estados Unidos, el problema está en el almacenamiento, algo que ya hemos visto en el pasado cuando se desplomaba la demanda y se producían cuellos de botella. Durante años se han evitado construir oleoductos que hubieran permitido desatacastar el problema.
Es algo muy localizado en USA, pero parte de un problema global: el desplome de la demanda de crudo, la caída del crecimiento y demuestra también que los famosos recortes de la OPEP y sus socios tienen un efecto pequeño a corto plazo y luego no funcionan porque el problema es de demanda.
Ahora bien, allí el Gobierno lo hace bien porque ha decidido ampliar las reservas estratégicas. Sin embargo, aquí en Europa no entiendo cómo es posible que no se aproveche para hacer lo mismo, sobre todo con la dependencia energética que tenemos.