Los disparos del Banco Central Europeo (BCE) están dando en el blanco. A pesar de que las previsiones macroeconómicas empeoran un día tras otro, los inversores exigen ahora a los bonos periféricos una rentabilidad mucho más amable que hace solo un mes. En el caso de los papeles españoles, la ‘desescalada’ es de nada menos que el 42%.
El mercado exige ahora una rentabilidad del 0,69% a los bonos españoles. Hace solo un mes, no se conformaban con un rendimiento inferior al 1,2%. Los gestores de renta fija no dudan en señalar al papel que el BCE ha desempeñado en esta progresiva caída de rendimientos mientras el panorama económico sigue siendo muy similar e incluso más incierto que entonces.
La puesta en marcha de los nuevos programas de compra de deuda del BCE -y un acelerón en los que ya estaban vigentes- ha resultado en una mayor demanda de estos papeles periféricos, que además son los favoritos de las gestoras. Esta preferencia se debe, fundamentalmente, a que aportan una rentabilidad superior a los emitidos por las economías centrales, que incluso en este escenario de incertidumbre siguen cotizando con tasas negativas.
El blanco en los focos de epidemia
El escenario se repite en otros papeles de la región, como los italianos o los portugueses. Los bonos emitidos por Roma han visto retroceder su rentabilidad un 30% en las últimas cuatro semanas, hasta quedarse en un 1,59% que, sin embargo, sigue colocándolos como los más rentables de toda la región. Los emitidos por el Tesoro luso parecen beneficiarse además del éxito del país en contener la epidemia, pues sus rendimientos son ahora un 47% inferiores a los de hace un mes.
Aunque el BCE no ha hecho pública la distribución de las compras de su Plan de Compras de Emergencia Pandémica (PEPP, por sus siglas en inglés), el ritmo al que está consumiendo los 750.000 millones de euros con los que nació el pasado 19 de marzo apuntan claramente en dirección a los países más perjudicados por la epidemia. Tanto a escala sanitaria como económica.
En este sentido, los datos del programa PSPP (Public Sector Purchase Programme) que sí son públicos reflejan que más de la mitad de los 26.759 millones de euros que la institución destinó en abril a la compra de bonos soberanos fue a parar a Italia y España. Concretamente, el país transalpino fue receptor de un 41% de este montante, mientras que Alemania solo recibió un 16% de estos fondos.
Estas son las cifras que han impulsado la subida de precios y bajada de rentabilidad de los bonos de la periferia europea. Se confirma el viejo aforismo de que en el mercado de que los números valen más que las palabras. Después del tropiezo verbal de Christine Lagarde, cuando en marzo llegó a afirmar que las primas de riesgo no eran “trabajo” de la institución que preside, el compromiso mostrado con los balances de adquisiciones que va publicando han tenido un efecto aún más señalado sobre la rentabilidad de los bonos.
Reponerse del tropiezo
En esta línea, Lagarde no ha dudado en emular el ‘whatever it takes’ (‘lo que sea necesario’) de Mario Draghi en más de una ocasión desde aquel deslucido estreno de la francesa. Tanto lo fue que ese 12 de marzo la rentabilidad de los bonos españoles subió de una tacada un 80%. No obstante, el ascenso fue hasta el 0,48%, sensiblemente por debajo de los niveles a los que ha conseguido retroceder en el último mes.
La recuperación de precios -y bajada de rentabilidad- todavía podría ir a más. Aunque todo dependerá en buena parte de que las medidas de desescalada no desemboquen en un incremento de contagios por Covid-19, las actas de la última reunión del Consejo de Gobierno del BCE apuntan en esta dirección. El organismo asegura estar “completamente preparado para aumentar el tamaño del PEPP y ajustar su composición, y potencialmente sus otros instrumentos” en caso de que fuera necesario.
Este hipotético incremento del alcance del programa pandémico es precisamente el escenario con el que trabajan cada vez más firmas de inversión. Este mismo viernes la francesa Axa IM señalaba que de seguir con su actual ritmo de compras, el PEPP se quedaría sin fondos “a finales de verano”. Sin embargo, la gestora reconocía que lo más probable sería que en junio habría revisión al alza de las condiciones de este ‘salvavidas’ para la Eurozona.
A pesar del drástico recorte de rentabilidades, lo que no han caído con tanta fuerza son las primas de riesgo. Apenas un 22% la española -desde 155 hasta 120 puntos básicos-, un 14% la italiana y un 27% la portuguesa. En este sentido, hay que considerar que el respaldo que el BCE brinda a estas economías también se aplica para Alemania.
El obstáculo alemán
De este modo, el ‘bund’ germano de referencia ha conseguido ahondar en sus rentabilidades negativas, hasta un -0,52% al cierre de este viernes. Un movimiento que no es de extrañar si se tiene en cuenta que los estímulos desplegados han sido capaces de absorber sin sobresaltos el anuncio del Tesoro Público español para alcanzar un máximo histórico de emisión de nueva deuda. Una cota que, además, se alcanzará cuadruplicando el volumen que anteriormente se había previsto.
El órdago del Tribunal Constitucional Alemán no ha amedrentado a Lagarde y su equipo. A pesar de que las dudas de los magistrados de Karlsruhe suman incertidumbres en este complejo escenario económico, lo cierto es que el BCE incrementó sus compras de deuda un 54% en la misma semana de su sentencia el BCE.
Algunos gigantes financieros han advertido de que la libertad de movimientos de la institución queda en entredicho, pero de momento sus dardos hacen diana.