Los momentos de crisis provocan generalmente una actividad inusual dentro de los mercados financieros. Mientras que algunos inversores optan por aprovechar las caídas para comprar a precios reducidos, hay quienes prefieren refugiarse del temporal y apostar por activos con los que proteger el capital.
Dentro de este tipo de inversiones, el oro es el activo por excelencia entre las opciones conservadoras debido a su seguridad. Este metal suele actuar como refugio en tiempos de crisis debido a que su precio suele ser más estable si se compara con el de otros activos financieros. Además, al tratarse de un bien finito, su precio tiende a cotizar al alza, por lo que muchos inversores lo ven como una de las mejores alternativas para mantener su patrimonio a salvo.
Sin embargo, las inversiones más defensivas no solo son aquellas relacionadas con los lingotes de oro. Existen otras opciones como, por ejemplo, la inversión en numismática o inversión en monedas históricas.
¿Es una fórmula de inversión para todos?
La numismática es una inversión alternativa que permite refugiar un capital fuera de los círculos más comunes en los que se suelen mover los inversores, es decir, bancos, gestoras o empresas cotizadas. Al ser un capital que, normalmente, se mantiene a buen recaudo en casa, siempre se puede disponer de él en cualquier momento.
Sin embargo, esta fórmula de inversión no está pensada para todos los perfiles de inversión. Está orientada a aquellos ahorradores más conservadores que quieran preservar su capital, ya que las monedas, como tal, no generan un beneficio equiparable al de otro tipo de activos financieros, pues constituyen un bien físico.
No obstante, la inversión en este tipo de monedas también presenta diferentes ventajas. Una de la más evidentes es que son objetos que se pueden transportar muy fácilmente. Así lo asegura en Finect Talks Adolfo Ruiz Calleja, experto en numismática, quien considera que es una inversión “mucho más líquida si se compara con otros objetos de coleccionistas como cuadros, esculturas o sellos”.
Aunque no lo es tanto respecto a la inversión en otros activos financieros como acciones de bolsa o fondos de inversión, su facilidad a la hora de ser transportadas y el alto número de coleccionistas que existen en todo el mundo las convierten en una inversión líquida, que es posible comprar y vender en un periodo de tiempo relativamente corto.
La conservación, clave para el valor de las monedas
Eso sí, no todas las monedas tienen la misma facilidad para ser vendidas. En este sentido, será necesario tener en cuenta diferentes aspectos. Uno de ellos es su grado de conservación, ya que, según apunta Ruiz Calleja, si las monedas tienen un alto nivel de conservación “la demanda será mucho más alta”.
Pero, sobre todo, lo que marca el precio de estas monedas es, como asegura el experto, la oferta y la demanda. Esto no significa un mayor o menor número de monedas en circulación, sino cuántas de esas monedas históricas en circulación se conservan adecuadamente y tienen una alta calidad. Y es que, por lo general, las monedas más demandadas internacionalmente en este mercado son “las monedas de alta calidad, grandes y vistosas, que llaman la atención”.
Además de estos aspectos, también es fundamental la historia de la propia moneda y el mercado en el que se mueva, ya que pueden existir monedas preciosas a la vista pero que no cuentan con ninguna demanda dado su valor histórico.
De cualquier modo, en estos casos, lo más importante es asegurarse de que cuando se compra una moneda histórica se hace a través de profesionales, a los que habrá que exigirle factura por varios motivos. Uno de ellos, para evitar engaños y que la moneda que se compre no sea una copia y se pague por ella el valor adecuado.
Además, aunque se trata de un bien que puede ser guardado en casa, es importante tener en cuenta que siempre habrá que tributar por las plusvalías ante Hacienda, por lo que conviene guardar la factura con la que demostrar el precio al que se compró esa moneda si algún día se decide vender.