La figura del depositario de valores es, quizá, la parte menos visible en el mundo de la inversión. Pero, sin duda, su importancia es clave para proteger al partícipe de conflictos de interés, malas prácticas de las gestoras e, incluso, de posibles pérdidas.
Hasta hace un tiempo, la mayoría de entidades mantenía el negocio de gestión y depositaría bajo un mismo paraguas. Además de custodiar los activos, el depositario también tiene el deber, entre otras cosas, de supervisar a la gestora y, si es necesario, reportar al supervisor cualquier tipo de anomalía. Por eso, la normativa recomienda ese ‘divorcio’ hacia un servicio de custodia independiente.
Este proceso se ha acelerado en el último año, además, por la acuciante necesidad por parte de los bancos de obtener plusvalías con la venta de negocios que ya no resultan core para ellos.
La última ola
La última en realizar un movimiento de este tipo ha sido Bankia, con el traspaso a Cecabank de su actividad de depositaría institucional de fondos de inversión, sicavs y fondos de pensiones que suman un volumen de más de 26.000 millones de euros. A la operación, que se cerrará a lo largo del presente ejercicio, podrán añadirse cobros adicionales a lo largo de la duración del contrato en función del cumplimiento de determinados objetivos.
A principios de año, Kutxabank también vendió su negocio de depositaría de fondos a Cecabank y Banco Sabadell hizo lo propio con BNP Paribas. Por su parte, Banco Santander también creó el pasado año con Crédit Agricole una sociedad conjunta en la que el banco cántabro mantiene una participación del 30%, siendo la entidad francesa la que cuenta con un mayor peso en el negocio.
Entre las grandes entidades del mercado, solo BBVA y Bankinter se han mantenido al margen de una tendencia que no es solo propia de España, sino de toda Europa.
Solo hay que echar un vistazo a domicilios como Luxemburgo, donde desde hace años la separación entre los distintos ‘puntos’ de la cadena de inversión es total. Por eso, será difícil que tanto BBVA como Bankinter no terminen externalizando también sus depositarías en el medio plazo.
Un divorcio deseado
Javier Planelles, director corporativo de servicios operativos de Cecabank, recuerda que “el principal driver para esta separación entre gestión y custodia llega de las recomendaciones incluidas en la normativa", pero, a partir de ahí, "los bancos también han hecho su propia reflexión sobre si les compensa dedicarse a esta actividad que implica una responsabilidad objetiva de restituir pérdidas y, también, una mayor responsabilidad de control”.
Sobre el primer punto, solo un ejemplo para demostrar el importante papel de la independencia del depositario. En 2015, tras el escándalo que provocó la intervención de Banco Madrid y de su matriz andorrana, BPA, el patrimonio de los fondos de inversión de sus clientes quedó completamente inmovilizado.
Uno de los motivos por los que esos ahorros no se pudieron retirar de la entidad durante mucho tiempo fue, precisamente, que el banco era al mismo tiempo gestor y depositario de esos activos.
De hecho, Banco Madrid también gestionaba algunos fondos de Liberbank y de BMN, que sí pudieron mantener su operativa de suscripciones y reembolsos al estar su depósito en otra entidad, en este caso Cecabank.
La normativa también ha empujado a los depositarios a estar mucho más especializados y a ejercer el papel de supervisor, con un llamamiento a las buenas prácticas para formarse como una entidad jurídica distinta a la de la gestora. Y, aunque la regulación no prohíbe específicamente esta ‘unión’, sí establece requisitos adicionales para la gestión de posibles conflictos de interés.
Por ejemplo, no puede existir concurrencia de consejeros entre los bancos y sus gestoras. Así, se evitan conflictos en aspectos clave como la dedicación de recursos o el control de la actividad en la cadena de las inversiones.
Responsabilidad y especialización
Según indica Javier Planelles, esta mayor responsabilidad y especialización a la que se han tenido que ‘acoplar’ los depositarios requiere, a su vez, de más inversión por parte de las entidades que, en muchos casos, ya no ven este negocio como core, especialmente aquellas con un perfil más retail.
“A la hora de decidir si separan o no gestión y custodia, las entidades deben pensar si tienen la suficiente experiencia y capacidad para mantener este servicio especializado. También si están dispuestas a realizar las inversiones que requieren y evaluar si los ingresos que perciben por este negocio les compensan”, indica Planelles. En este sentido, recuerda que los ingresos por las comisiones de depositaría apenas alcanzan el 10% respecto a los de gestión.
Así las cosas, además de jugar a favor de la protección del partícipe, con una mayor independencia en todo el proceso de inversión, la venta del negocio de depositaría también puede ayudar a los bancos a generar plusvalías, en un momento en el que, sin duda, necesitan rascar de donde sea para seguir protegiendo sus balances del impacto de la crisis.
Por ejemplo, los analistas de Renta 4 Banco recuerdan que los 170 millones de euros que Bankia percibirá por traspasar su depositaría a Cecabank equivalen a 15 puntos básicos de capital fully loaded, sin contar los cobros adicionales si se cumplen los objetivos. “Es posible que dada la situación actual, el banco aproveche las plusvalías para llevar a cabo mayores provisiones que permitan cubrir el incremento de mora previsto de manera más holgada, si bien aún no hay ninguna decisión tomada al respecto”, indican.