El marcaje al que el Gobierno está sometiendo a las sicavs no deja de arrojar consecuencias. A su cierre y la deslocalización se suma también la huida masiva de ‘mariachis’, apelativo por el que se conoce coloquialmente a sus accionistas minoritarios. Desde que Pedro Sánchez lidera el Ejecutivo, más de 19.600 inversores han abandonado sus posiciones en estas sociedades de inversión.
Solo a lo largo del año pasado, cuando ya había visto la luz el acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos para salvar unos Presupuestos que al final carecieron de apoyos para su aplicación, las sicavs españolas perdieron 15.670 accionistas, lo que implica una sangría del 3,8% frente al ejercicio precedente. Así lo muestran los datos anuales sobre estas sociedades comúnmente vinculadas a la gestión de grandes fortunas que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha sacado ahora a la luz.
El montante de ‘mariachis’ en retirada asciende a 19.629 si se toma como punto de partida el cierre de junio del año pasado, primer mes en el que Sánchez se convirtió en inquilino de La Moncloa. En términos relativos, la huida de accionistas de las sicavs desde entonces supone un 4,7% del total. Por si fuera poco, la cifra se quedaba muy cerca de caer por debajo de la significativa cota de los 400.000 inversores en el comienzo de este 2020 en el que la vigilancia del Gobierno sobre estos vehículos de inversión se ha endurecido.
En el blanco de la reforma fiscal
Hace un lustro, al comienzo del año 2015, los ‘mariachis’ de las sicavs españolas eran 50.000 más que en el último recuento facilitado por el supervisor de los mercados españoles. Además, los datos de este último año bajo la presidencia de Sánchez son más que elocuentes de por dónde van los tiros en el sector.
La mayor estampida se ha producido en aquellas que cuentan con entre 400 y 1.000 inversores. Es decir, aquellas que cuentan con un número de inversores suficiente como para estar a resguardo de los primeros señalamientos del fisco, pero cuyos inversores más minoritarios seguirían quedando señalados. En este sentido, varios gestores apuntan que muchos de estos fugados habrían preferido trasladar su inversión a otros vehículos sobre los que no pese la amenaza de próximos cambios fiscales y regulatorios, como lleva tiempo siendo el caso de las sicavs.
En este bloque, la huida ha sido de 4.053 inversores, lo que supone la salida de un 28% de la que hasta el cierre de 2018 era su base de accionistas. La magnitud de la cifra queda más en evidencia cuando se considera que se trata de más de una cuarta parte del total de todas las sicavs.
Todo lo contrario ocurre en aquellas con una distribución accionarial más limitada, que son precisamente las primeras candidatas a que los supervisores de turno investiguen sus pormenores. En los vehículos de inversión de este tipo con entre 50 y 99 accionistas, su número ha engordado un 146% en el último año, al pasar de 943 a 2.324 ‘mariachis’. Más del doble.
A por los 100 accionistas
En este caso, desde la industria se habla de una apertura más o menos oportunista a terceros inversores con el fin de acercarse -si no superar- la cota de los 100 inversores, que es el mínimo que la regulación vigente solicita para el establecimiento de una sicav. Aunque, actualmente, este número no es de obligatoria conservación más allá de la constitución, los rumores que apuntan hacia este extremo habrían acelerado la búsqueda de nuevos participantes.
Además, y en cualquier caso, el hecho de no superar la centena, pero sin contar con un número tan reducido de inversores como para que de un vistazo quede muy claro quién lleva la voz cantante, hace que se conviertan para todos en las más sospechosas de tener ‘mariachis’ entre su accionariado. Y dicho esto en el sentido más estricto del término, que los identifica como accionistas de paja, de mero acompañamiento.
Pese a todo lo anterior, los datos de la CNMV muestran que el número de sicavs con menos de 100 accionistas se ha incrementado un 33% en el último año. Mientras el número de las que cuentan con más de 1.000 inversores permanece invariable en nueve, las que tienen entre 100 y 300 son un 5,4% menos que hace un mes, mientras que las que cuentan con entre 301 y 500 inversores son un 14% menos.
Al analizar estos datos se entiende que no todos los inversores de las sicavs son ‘ricos’ o meros acompañantes de paja. Sin embargo, varias formaciones políticas, y especialmente Unidas Podemos, han sembrado la sombra de las dudas en torno a su estructura y fiscalidad.
Mudanzas a Luxemburgo
Además de amenazar con el paso de supervisión desde la CNMV a la Agencia Tributaria, las especulaciones en torno a una próxima revisión de su fiscalidad ha llevado incluso a algunas entidades financieras a recomendar a los inversores a mutar estos vehículos de inversión en otras formas societarias o trasladar su domicilio a otras jurisdicciones, como Luxemburgo.
Actualmente, las plusvalías de las sicavs solo están gravadas en el impuesto de sociedades con un tipo del 1% que tiene el objetivo de incentivar el ahorro colectivo. No obstante, cuando esas ganancias se distribuyen, sus accionistas deben tributar por ellas al tipo correspondiente en su Declaración de la Renta. Este último punto se suele pasar por alto en la mayoría de debates en torno a la conveniencia de revisar el régimen vigente para las sicavs.