Los analistas más agoreros esperaban un cataclismo en 2020 y la aparición de la Covid-19 les dio la razón. El golpe del coronavirus a la bolsa española se concreta en una cifra: los 70.161 millones de euros de capitalización que el Ibex 35 se dejó en este turbulento año. Ese es el montante que concreta el retroceso del 15,45% que situó al índice español como el peor de toda Europa.
El mazazo es más que abultado. El sexto peor desde su nacimiento en 1992, pero podría haber sido peor. Los 8.073,7 puntos a los que el Ibex 35 despidió este jueves el ejercicio supusieron a la vez una losa y un alivio. Y es que el índice madrileño llegó a probar los 6.107 puntos en sus cruces más bajistas del año, allá por marzo. Una cota desde la que ha conseguido remontar un considerable 32,2%.
A pesar de todo, muy lejos se le quedan los 10.083 puntos a los que llegó a ascender el 19 de febrero, cuando el entonces conocido como virus de Wuhan no pasaba de ser una anécdota local en China.
Colista en Europa
Entre máximos y mínimos, una horquilla de casi 4.000 puntos o un 40% que da cuenta de los bandazos de precio a los que el índice estuvo sometido en un año en el que el pánico cundió incluso más que tras el estallido de la crisis financiera de 2008 que supuso la quiebra de Lehman Brothers. Pero también la euforia.
El entusiasmo por una acelerada recuperación después de la contracción más brusca de la economía nacional desde la Guerra Civil tuvo su efecto directo en la recta final del año. Si bien el índice español se quedó a la cola de Europa (el FTSE MIB italiano cerró con caídas del 5,4% y el DAX alemán con subidas del 3,6%), el castigo definitivo fue mucho más amable que el 39,43% que el selectivo perdió en ese 2008. Sin embargo, más profundo que el 14,97% que se dejó en 2018.
El 'rescate' monetario
Los analistas no dudan en señalar a los culpables de este alivio dentro del mazazo sufrido. Más allá de las vacunas, los acusados para bien son los bancos centrales. A pesar de una primera reacción tímida -incluso desatinada-, las instituciones monetarias de las grandes economías desplegaron -y aún mantienen- herramientas desconocidas hasta la fecha.
Los grandes bancos centrales desempolvaron un arsenal suficiente para movilizar el volumen de capitales más elevado de la historia en tan escaso periodo de tiempo. Solo el Banco Central Europeo (BCE) inyectó al sistema liquidez por el equivalente a 2,6 billones de euros a lo largo del año.
El impulso de estas medidas para dinamizar la economía en un momento de máxima urgencia y el efecto colateral de reforzar a la renta variable como activo más indicado para buscar rentabilidad en un entorno de tipos en mínimos históricos se convirtió en el motor de la remontada.
Un motor que, más recientemente, contó con el acelerador de los programas de reconstrucción económica aprobados por los distintos estamentos políticos. Entre los que destacaron, por su impacto en la economía global, el plan Next Generation de la Comisión Europea y la autorización de última hora de una nueva ronda de cheques a familias y empresas en EEUU.
Motor renovable
Aquí, el impulso a las renovables y el respaldo hacia las actividades más penalizadas por la pandemia, especialmente las del sector servicios, resultaron claves para amortiguar el golpe y, en el primer caso, conseguir incluso salir reforzadas. No es de extrañar así que varias de las cotizadas españolas que mejor evolución firmaron en 2020 pertenezca al grupo de las energías verdes.
Solaria fue líder indiscutible de un Ibex 35 en el que remontó a contracorriente un 250%. Estreno con nota dentro del índice rey español al que llegó en octubre y donde le siguió de cerca Siemens Gamesa con avances del 108%. En el Mercado Continuo, un 146% sumaron los títulos de Grenergy y un 119% se apuntaron al alza los de Solarpack.
Golpe a la banca
Al otro extremo, uno de los grupos de valores más castigados fueron los bancarios. Los seis representantes del sector en el Ibex 35 se dejaron por sí solos nada menos que 35.612 millones de euros de capitalización en el año. La persistencia de los tipos al 0% -en el mejor de los casos- siguió penalizando su negocio fundamental de prestar dinero mientras que la amenaza de la morosidad se cernía sobre sus balances.
Dos lastres a los que se sumó el revés del veto al reparto de dividendos decretado por el BCE. Un cúmulo de circunstancias que aceleró los movimientos corporativos en el sector. Eso sí, todavía a escala nacional.
Los más avanzados en su recorrido hacia el altar son CaixaBank y Bankia, que tienen prevista su fusión para este primer trimestre de 2021. En tiempo de descuento para el cambio de año, Unicaja y Liberbank dieron a conocer su propio plan de integración.
Mientras tanto, el mismo Banco Sabadell que desde hace años encabeza las quinielas para una operación corporativa siguió bailando solo tras recibir calabazas de BBVA. Un desplante que ha contribuido a su cierre de año con descensos del 65% como el peor valor de todo el penalizado Ibex 35.
Opas y relevos
No obstante, estas no fueron las únicas operaciones corporativas que marcaron el año para la bolsa española. Aunque la drástica caída dejó a muchas cotizadas a tiro de opa, solo se consumaron dos que venían tiempo pergeñándose. Primero, la del suizo Six Group por BME. Después, la de los fondos de inversión KKR, Cinven y Providence por MásMóvil.
Las dos acabaron en exclusiones de negociación por el éxito cosechado por sus respectivas ofertas. Un destino que también corrió Sniace, aunque en este caso por su sobrevenida quiebra, ajena en este caso a los efectos de la pandemia.
Además, la retirada de MásMóvil dio lugar a uno de los tres relevos que el año pasado atravesó el Ibex 35. A la ‘teleco’ le tomó el puesto la renovable Solaria. La papelera Ence fue sustituida por PharmaMar y la también farmacéutica Almirall se hizo con el lugar que ocupaba Mediaset España, que vio definitivamente frustrados los planes de fusión con su matriz italiana.
Este baile de componentes en el índice rey de la bolsa española y una recuperación a distintas velocidades después de un castigo casi indiscriminado resultó en un vuelco histórico para la bolsa española. La banca dejó de ser el sector más pesado del parqué madrileño para ceder su puesto a la electricidad. Un giro en el que la búsqueda de refugio inversor tuvo un gran protagonismo y que se tradujo en casos como el de Iberdrola.
La compañía presidida por Ignacio Sánchez Galán cerró el año con ganancias a contracorriente del 32,7%, sumó más de 15.890 millones de euros de capitalización y alcanzó nuevos máximos históricos en un momento en el que abundaba mucho más lo contrario.
Tanto es así que el grueso de los pesos pesados del selectivo español terminó el año con bruscos retrocesos de capitalización. Algunos tan abultados como los de Inditex (16.861 millones), Telefónica (15.041 millones) o Repsol (9.214 millones), entre otros.
Debut y volatilidad
Otro de los hitos que dejó el año del coronavirus fue el estreno de Soltec en el Mercado Continuo. La renovable murciana cosechó 165 millones de euros con un debut que acabó con dos años de sequía en la bolsa española.
Y es que desde el 5 de diciembre de 2018 -cuando pegó el salto a cotizar Solarpack- ninguna compañía tocaba la campana en el Palacio de la Bolsa de Madrid. Desde los 4,82 euros a los que se colocaron sus acciones, la novata acumuló ganancias del 173,9%.
Al echar la vista atrás a un año en el que el Ibex 35 se anotó la peor sesión de su historia -con caídas del 14,06% el 12 de marzo- pero también su mejor mes -con subidas del 25,18% en noviembre- no es difícil intuir que la volatilidad ha sido su mejor seña de identidad. Tanto que el índice VIBEX, que mide la virulencia de los bandazos de precio del índice español de referencia, pulverizó todos su registros previos al alcanzar la insólita cota de los 76,61 puntos.
En definitiva, un año de vértigo que en ausencia de rebrotes y nuevos confinamientos, deja la puerta abierta a una enérgica remontada. Especialmente en aquellos valores, sectores y geografías más rezagados en recuperar posiciones en la recta final de 2020. Eso sí, advierten los expertos, que siempre y cuando la vacunación contra la Covid-19 resulte ser tan efectiva como se espera.
Valores refugio
Una progresiva vuelta a la ‘antigua normalidad’ que apearía a activos como el oro y el bitcoin de los recientes máximos históricos conseguidos a fuerza de vertiginoso rallys a contracorriente. Un comportamiento que los especialistas atribuyen, sobre todo, a la búsqueda de refugio y rentabilidad alternativa para la inversión. Y es que, por si era poco, el acuerdo para un ‘brexit’ ordenado no se alcanzó hasta Nochebuena, solo una semana antes de que la ruptura su hubiera consumado a las bravas.
Algo que, sin embargo, no se espera para los bonos mientras los bancos centrales sigan empleando toda la fuerza de un arsenal cuya aplicación han blindado al abrir la puerta a permitir tasas de inflación superiores al 2%. Y conviene no olvidar que los soberanos españoles tocaron tipos negativos por primera vez en su historia este 11 de diciembre. Un territorio del que pusieron distancia al cierre del año, aunque por muy poco, al marcar tipos del 0,044% en su último cruce.
Todo un hito que tuvo más mérito en medio de un ritmo de emisión récord por parte de un Tesoro Público que se vio obligado a revisar hasta en tres ocasiones sus objetivos para este turbulento ejercicio. Y no solo eso, sino que además tiene el objetivo de encontrar dueño para un volumen de deuda un 6% superior al del 2020 del coronavirus.