Mejor no despertar a la fiera
Para que caiga el precio de los bonos no es necesario que aumente la inflación. Basta con que el mercado piense que va a ocurrir. En el mercado de bonos se cumplen las mismas reglas que en cualquier otro y la más importante es que el mercado anticipa escenarios futuros. Los precios se establecen con base en las expectativas de los inversores, no con base en lo que ocurre hoy.
Los factores que marcan la evolución del mercado de bonos son distintos a los que mueven el de acciones. En el de bonos lo más importante es la política de los bancos centrales, las expectativas de inflación y el nivel de oferta monetaria y de deuda que hay en el sistema (entendida oferta monetaria por dinero en manos de los ciudadanos e instituciones financieras).
De acuerdo con todo lo anterior, no es necesario que aumente la inflación para que suban los tipos de interés de mercado y, en consecuencia, caiga el precio de los bonos. Existe una relación automática e inversamente proporcional entre los tipos de interés del mercado y el precio de los bonos, de forma que si suben los tipos cae el precio y viceversa.
No es necesario que aumente la inflación para que suban los tipos de interés de mercado y caiga el precio de los bonos
Esto es muy importante, porque estando los precios de los bonos en niveles nunca vistos en la historia, cualquier caída tendría consecuencias graves para la mayoría de los inversores. Especialmente para los inversores españoles, que son de los que mayor porcentaje de renta fija tienen en cartera, a través de fondos de inversión o de pensiones tanto de renta fija como mixtos.
En el mercado, las cosas valen lo que los inversores piensan que valen. Un billete de un euro o un de un dólar lo vale porque la gente se lo cree. Si los inversores empiezan a perder confianza en ambos, sube la cotización de, por ejemplo, el franco suizo frente a esas divisas.
Y lo mismo ocurre con los bonos: si los inversores piensan que dentro de un año la inflación será más alta que ahora lo descuentan en su valoración. Y, en paralelo, sube una ratio muy importante para el mercado de bonos: el de expectativas de inflación.
Pues bien, la semana pasada el tipo de interés del bono norteamericano con vencimiento a diez años superó el 1%. Su nivel más alto desde el mes de marzo (estuvo en 0,5%). Por su parte, la semana pasada la ratio de expectativas de inflación alcanzó el 2%. También viene desde el 0,5%. Nótese no solo ambas subidas, sino que las expectativas de inflación han subido mucho más que los propios tipos de interés del mercado.
Cuando los bancos centrales imprimen dinero en cantidades nunca vistas, la teoría económica dice que a medio plazo eso es inflacionista
El caso es que en ese periodo las cifras de inflación propiamente dichas no han cambiado mucho, lo que ocurre es que el mercado empieza a despertar del letargo del confinamiento y a pensar que las cosas podrían cambiar. Primero, porque nunca en la historia se ha producido un incremento igual de la llamada masa monetaria. ¿Qué pasará si una parte, aunque sea pequeña, decide salir del colchón e ir al consumo?
En segundo lugar, el mercado es consciente de que la inflación podría repuntar simplemente porque se normalice la situación económica. Es un razonamiento muy simple: si ahora la inflación es la que es porque estamos medio confinados y el dinero está bajo el colchón, no es difícil que la inflación suba cuando se normalice la situación, aunque sólo sea un poco.
Pero un poco, cuando se viene de inflación cero o negativa es un mucho para el mercado de bonos. Y, finalmente, porque aunque EEUU o Europa no sean Venezuela, cuando los bancos centrales imprimen dinero en cantidades nunca vistas, la teoría económica dice que a medio plazo eso es inflacionista.
Pero lo que más puede afectar al precio de los bonos es que empiece a calar la idea de que la inflación puede aumentar, porque una vez esté en la mente de los inversores es muy difícil dar marcha atrás. Así es como en los mercados una posibilidad se convierte en una verdad comúnmente aceptada. Y el topic inflación futura empieza a escucharse insistentemente.
No hay que tener una bola de cristal para predecir que el BCE reducirá sus compras de bonos tan pronto se estabilice la situación económica
Pero, en esta ocasión, con el agravante de que tiene base para convertirse en realidad. La normalización económica se va a producir en medio de una auténtica inundación de liquidez y planes de estímulo económico. El futuro presidente de EEUU ya ha anunciado su intención de poner en marcha un impresionante plan de financiación de infraestructuras.
Entraremos en un escenario de normalización en medio de un estímulo monetario y económico sin precedentes. Y entonces se empezará a hablar de que en algún momento la Reserva Federal de EEUU (Fed) tendrá que echar el freno, so pena de crear un problema mayor del que está solucionando. Y todo esto con los precios de los bonos en niveles nunca vistos en la historia.
Me dirán ustedes que llevo advirtiendo sobre esto varios meses, pero también convendrán conmigo que en el caso norteamericano la subida de tipos de mercado es un hecho y que en el caso europeo han tocado fondo.
El bono alemán, que es el índice de referencia, no ha conseguido volver a los niveles de marzo, pese a que el BCE lleva camino de comprar bonos por un importe equivalente al 70% del PIB de la Eurozona.
Y no hay que tener una bola de cristal para predecir que el BCE reducirá sus compras de bonos tan pronto se estabilice la situación económica. A ver qué piensa el mercado cuando se lance el primer globo sonda.
***Víctor Alvargonzález es asesor financiero independiente y socio fundador de Nextep Finance