La famosa frase “too big to fall” (en castellano, "demasiado grande para quebrar") hoy se ha transformado en “too big to rule”, es decir, “demasiado grande para gobernar”. La llegada de Biden a la presidencia de EEUU marcó una nueva época de regulaciones y parece que la industria cripto no será la única que podría caer en desgracia bajo nuevas reglas.
La semana pasada ocurrió un evento en el que pocos se han fijado: el Senado de EEUU votó a favor de la nominación de Gary Gensler como presidente del principal organismo regulador financiero del país, la famosa SEC. Aparte de ser profesor de tecnología blockchain en el MIT y expresidente de la CFTC de EEUU, Gensler trabajó como regulador del negocio de los derivados tras la crisis financiera de 2008.
Los demócratas están pidiendo a la SEC que fortalezca su supervisión de las grandes firmas financieras después de una serie de escándalos de alto perfil. Al mismo tiempo, Gensler prometió centrarse en bitcoin y cripto-ETF. Por lo tanto, es posible que pronto veamos la introducción de un control más estricto a las criptomonedas.
Otro tema clave que podría haber pasado desapercibido fue el proyecto de ley de Reforma de la Competencia y de la Aplicación de la Ley Antimonopolio en EEUU. Dicha ley está destinada a dificultar que las grandes empresas obtengan aprobaciones de fusión y otorgará más poder a reguladores como la Comisión Federal de Comercio y el Departamento de Justicia.
El proyecto de ley también prohíbe a las empresas dominantes una conducta que ponga a los competidores en desventaja. Sin duda alguna, este cambio sería particularmente dañino en mercados dinámicos como el sector de la tecnología, donde es impredecible qué disrupción puede ganar popularidad o cambiar fundamentalmente el mercado.
Es probable que las grandes compañías tecnológicas sufran importantes cambios a lo largo de los próximos años
Junto con ello, el senador Josh Hawley propuso esta semana un proyecto de ley, llamado 'Bust Up Big Tech Act', para "reventar" a las grandes tecnológicas. Según él, "las grandes empresas tecnológicas como Google y Amazon han sido mimadas por los políticos de Washington durante años. Este tratamiento les ha permitido acumular cantidades colosales de poder que utilizan para censurar opiniones políticas con las que no están de acuerdo y excluir a los competidores que ofrecen a los consumidores una alternativa al statu quo".
El proyecto de ley también otorgaría el poder de monitorear el cumplimiento de la ley a la Comisión Federal de Comercio. En el caso de que esta se infringida, tanto los fiscales generales estatales como los ciudadanos podrían demandar la empresa incumplidora.
¿Significa esto que es el fin de las grandes compañías tecnológicas? Obviamente no, pero es probable que sufran importantes cambios a lo largo de los próximos años. La única pregunta es: ¿Quién pagará al final: los consumidores, los empleados o las compañías?
***Igor Kuchma es analista de Trading View