Los bancos llevan años con un fuerte castigo bursátil debido a que su rentabilidad no deja de caer. Sin embargo, 2021 está siendo un buen año para ellos y en el corto plazo las perspectivas han mejorado.
Hay varios motivos, empezando por el excesivo pesimismo del 2020 que provocó una fuerte reacción alcista en noviembre cuando salieron las noticias de la efectividad de la vacuna de Pfizer, y por fin pudieron despegarse de sus mínimos en bolsa.
Más allá del habitual exceso de los mercados, se argumenta que los bajos tipos de interés reducen los márgenes y que la competencia de las nuevas entidades financieras digitales hunden el negocio tradicional.
A eso hay que sumar que cada vez que hay una crisis, como la de 2020, se deben actualizar el precio de las inversiones y provisionar por lo que tenga riesgo de impago.
Santander lo sabe bien ya que en 2020 presentó pérdidas por esto mismo, aunque no fue el único que realizó el mismo ajuste contable.
En cualquier caso 2021 va muy bien para los bancos en bolsa en todo el mundo, tan sólo en España tenemos a Sabadell liderando las subidas del Ibex con más de un 100% de subidas, a BBVA rondando el +40% o a Caixabank y Santander con un +25%.
Son rentabilidades que superan por mucho lo que sube el Ibex, que ronda el 10%.
Además, la rentabilidad sobre recursos propios (RoE) de la banca española en el segundo trimestre de 2021 fue la más elevada de la zona euro al alcanzar el 11,49% anualizado, según los datos del Banco Central Europeo.
De este modo, la rentabilidad de los bancos españoles se situó holgadamente por encima de la media del 6,92% anualizada correspondiente al agregado de los 114 bancos directamente supervisados por el BCE, de los que once son entidades españolas.
Buenas noticias en el corto plazo
El 1 de octubre perdió vigencia la recomendación del Banco Central Europeo (BCE) a las entidades financieras de no distribuir más del 15% de su beneficio y los bancos españoles ya tienen a punto sus planes para volver a retribuir con libertad a sus accionistas.
Eso ha animado a los bancos en bolsa últimamente, pero la mejoría va más alá de sus cotizaciones.
El mercado da por hecho que los tipos de interés se mantendrán durante algún tiempo pero que, antes o después, subirán. Tipos más altos son buenas noticias para los bancos.
El año pasado un consejero delegado de un banco nacional llegó a decir que había llegado el momento de plantearse cobrar a los depositantes por tener su dinero.
Esa posibilidad era una muy mala señal porque podía empujar a los clientes hacia otras plataformas donde tener su dinero y que, por su estructura casi virtual, disfrutan de costes mucho más bajos y, por tanto, pueden permitirse mejores ofertas.
BCE cobra por el exceso de liquidez depositado en él. No es posible que una entidad de ahorro operativa no tenga liquidez de sobra y si por esa liquidez BCE le cobra, al final trasladará ese coste al cliente.
Hasta ahora lo han hecho con mayores comisiones porque es comercialmente más apropiado que cobrar a alguien porque le deje depositado su dinero, y que esa situación vaya a acabarse es una buena noticia.
Todos cobramos por banco, domiciliamos en él nuestras facturas. pagamos con tarjetas vinculadas a nuestras cuentas… Y no hay escapatoria.
Los pagos en efectivo están limitados, incluso para ingresar en el banco lo que hemos guardado antes, por ejemplo, bajo el colchón, y de repente necesitamos depositarlo en nuestra entidad financiera para hacer un pago grande de lo que sea, vamos a tener problemas.
Estructuras caras y muchos riesgos
Los costes de disminuir sucursales y reducir personal seguirán siendo una losa que otros competidores no tienen. Incluso en bolsa, una vez pasado el rebote lógico tras las caídas histéricas de 2020, los problemas se acumulan en los balances de los bancos.
Las entidades españolas cerraron junio con un margen de intereses en el 1,04% (por debajo del 1,24% que presentan, de media, las entidades europeas), mínimos históricos.
El margen es la diferencia entre los ingresos, por préstamos, principalmente, de una entidad y los gastos en que incurre por el pago de los depósitos, ajustado por el total de activos.
La operativa desde el móvil se está imponiendo y eso, aunque muchos bancos tradicionales ya se hayan adaptado (caso de BBVA por ejemplo), beneficia a los competidores con una estructura mucho más ágil.
La amenaza real de que las grandes plataformas de internet puedan constituirse en entidades financieras existe desde hace años, si bien el peligro puede venir por las divisas digitales de bancos centrales.
Como comentamos hace unos días, éstas están ya en camino y van a permitir un contacto directo entre los ciudadanos y su banco central, sin necesidad de intermediarios.
Millones de cuentas bancarias existen para cobrar subsidios y salarios y realizar pagos domiciliados, algo que con una divisa digital de un banco central se podría hacer directamente a través de un monedero virtual personal sin costes.
La banca quedaría reducida a operaciones financieras (comprar acciones por ejemplo) para las que ya hoy existen alternativas más baratas e igual o incluso más eficaces.
Y si analizamos las cuentas de los dos mayores del país nos encontramos que la clave de sus beneficios está en el extranjero y eso nos da una señal preocupante para los que tienen únicamente negocio nacional.
Un futuro complicado
Si suben los tipos de interés es cierto que los márgenes podrán mejorar para las entidades financieras, pero eso implica dos problemas: el efecto negativo sobre las carteras de inversión y la morosidad.
Mucho del beneficio de la banca este año procede de la renta variable y renta fija que acumulan. y que ha tenido un comportamiento espectacular.
Si suben los tipos y se reducen los estímulos del banco central, la cartera de deuda arrojará pérdidas. Y el consenso dice que también que la bolsa sufrirá. Es decir, perderá dos de sus principales fuentes de ingresos.
Con todo, el mayor riesgo siempre para la banca está en la morosidad, y ésta está en mínimos gracias a una política de refinanciaciones y apoyos públicos (líneas ICO etc.) que no durarán mucho más.
Muchas deudas además, pueden pagarse gracias a los bajísimos tipos de interés, y no hablamos sólo de hipotecados, sobre todo de compañías que van postergando el pago del principal gracias a los minúsculos costes de los intereses.
Nada hace más daño a un banco que el que alguien no devuelva un crédito, si se presta un millón de euros a 20 clientes y uno sólo no lo devuelve, ni los intereses de los otros 19 podrán compensar la pérdida del capital.
Y un 5% de morosidad es algo muy habitual, y que se puede disparar con cualquier síntoma de recesión en una economía.
Por suerte suele haber avales o activos que respondan por los créditos (como pasa con los hipotecarios) pero si pensamos en empresas, el coste se multiplica.
Todos conocemos casos de compañías famosas como Abengoa que, al no poder abonar a los bancos lo que debe, acaba convirtiéndolos en accionistas, pero en muchos casos sigue sin ser una solución financieramente adecuada.
En resumen, el descuento de los bancos españoles en bolsa era excesivo pero una vez corregido en gran parte, aquellos que tienen un negocio exclusivamente nacional y con los que ya no se pueda especular con operaciones corporativas porque ya las han hecho, no parecen una inversión muy atractiva.
Pero sobre todo, pensando en carteras de largo plazo, todo apunta a que hay mejores sectores, con un futuro más prometedor, que la banca tradicional.
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