Morgan Housel es un importante analista económico y fue durante años uno de los columnistas estrellas del Wall Street Journal. Es un experto en lo que se llama el Behavioral Investing que relaciona las inversiones con la psicología. 

Sus estudios sobre psicología e inversión los resume en su libro “The Psychology of Money” del que se pueden extraer algunas ideas muy interesantes. La edición en castellano ha salido recientemente con el –para mí algo extraño-  título: “Cómo piensan los ricos”. 

La primera, y quizás menos obvia, es que cambiar de opinión es una de las cosas más difíciles que podemos hacer como seres humanos. 

Esto por supuesto es clave en el mundo de las inversiones al que muchos se acercan convencidos de un planteamiento que, cuando no se cumple, le hace incurrir en un mayor riesgo financiero. 

El típico ejemplo es el de aquel que compra una acción y como baja, se dobla, y como vuelve a bajar, se vuelve a doblar… 

Conocerse a uno mismo 

Él defiende que las personas somos terribles para predecir nuestras propias emociones

Tiene razón, es por eso que cuando, siguiendo el ejemplo anterior, nos decimos mentalmente “si llega a este precio vendo” muchas veces no cumplimos con nuestra propia palabra. 

Es por eso que los stop loss (o precio al que queremos limitar nuestra pérdida cuando hacemos una inversión), en la mayoría de bancos y brókers, se pueden situar para que se ejecuten automáticamente

También está convencido que el interés propio es la fuerza más poderosa del mundo. “Las personas en trabajos poco éticos harán acrobacias mentales para convencerse de que están haciendo lo correcto.” 

Otra crítica severa es cuando afirma que “las expectativas de las personas crecen más rápido que su riqueza” 

Negocio financiero 

Él defiende que las finanzas son, en realidad, muy simples pero nos las hacen parecer complicadas para justificar tarifas y honorarios. 

Lo que parece ser la mayor amenaza del mañana casi nunca lo es. Argumenta (el libro fue publicado el año pasado) que: 

La mayor parte de lo que preocupaba a la gente durante los últimos 5 años (inflación, aumento tasas, recesión de doble caída, mercados estancados, un incumplimiento del gobierno) nunca ocurrió.” 

En la Historia del siglo XX tenemos un ejemplo de todo esto: durante décadas se esperó una guerra nuclear que nunca ocurrió, y sin embargo nadie predijo, por ejemplo, la derrota estadounidense en Vietnam. 

También cree que los datos pueden hacer más daño que bien. Hay tantos datos disponibles en la actualidad que se puede probar de manera convincente casi cualquier cosa. 

“Esto genera un sesgo de confirmación. Se comienza con una respuesta y encontramos datos para respaldarla.” 

En su opinión no existe un mercado normal o una economía normal. Algunas personas se pasan la vida "esperando que las cosas vuelvan a la normalidad" sin darse cuenta de que las acciones y la economía siempre están en un estado de locura. 

Irracionalidad del mercado 

Argumenta que los precios o las situaciones aparentemente insostenibles pueden durar años, incluso décadas, más de lo que la gente piensa. 

Tiene toda la razón, llevamos años diciendo que la deuda emitida en tipos negativos o la subida del Nasdaq son “insostenibles” pero ahí siguen. 

Como reza la frase atribuida a Keynes “Los mercados pueden mantener su irracionalidad más tiempo del que tú puedes mantener tu solvencia”. 

Siempre es diferente 

ÉL defiende que aquellos que piensan que "esta vez es diferente son las 4 palabras más peligrosas” están equivocados. Para él siempre es diferente ya que no hay dos recesiones, recuperaciones o ciclos iguales. 

En realidad la frase del legendario inversor John  Templeton fue: "Las cuatro palabras más caras del mundo de la inversión son: Esta vez es diferente". 

En cualquier caso Morgan Housel  cree que lo peligroso es asumir que el futuro se parecerá exactamente al pasado. 

Esto es más polémico de lo que parece ya que muchos métodos de inversión, como el análisis técnico, se basan precisamente en que se cumpla ese axioma. 

En cuanto a la economía, parece que sí tiene razón ya que la crisis de 2020, e incluso la forma en la que se luchó contra ella desde los gobiernos, fue de algún modo única y poco parecida a otras del pasado. 

Expertos 

Agudamente, afirma que a nadie le importa cuán precisos sean los pronósticos de los expertos: “Aquellos que escuchan a los expertos están más interesados en que se confirmen sus propios puntos de vista.” 

Es una actitud similar a cuando pedimos un consejo esperando que nos confirmen lo que ya hemos decidido. 

Insiste además en que existe una fuerte correlación entre conocimiento y humildad. Cuanto más sabe alguien menos presume de ello. De esta forma, indirectamente critica a los que se consideran “expertos”. 

Autocrítica 

Él, que era columnista en uno de los medios más prestigiosos, dice textualmente: “la necesidad de escribir de los periodistas supera con creces la cantidad de cosas que deben escribirse”. 

Estoy de acuerdo, mal que le pese a mis jefes.

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