El número de empresas españolas que eligen plazas internacionales para su salto a la bolsa va en aumento un año tras otro. Cada vez son más las que optan por esta maniobra en detrimento del mercado doméstico con el objetivo de ponerse a tiro de los inversores internacionales más reticentes a invertir a este lado de los Pirineos.
Las cifras de un 2021 en el que se esperaba récord histórico de estrenos en las bolsas españolas dan buena cuenta de esta tendencia. Mientras que estas expectativas que se difundían al comienzo del año incluso desde instituciones como la propia Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) han quedado muy lejos de la realidad, la fuga ha seguido en ascenso.
A lo largo del año pasado, finalmente, solo tres cotizadas debutaron en el Mercado Continuo. Y una de ellas -la aseguradora Línea Directa- además lo hizo mediante un listado directo de sus acciones, repartidas previamente entre los accionistas de su antigua matriz a modo de dividendo.
Sin récord a la vista
El pinchazo de las renovables y la volatilidad provocada por cada nueva variante de la Covid-19 dio al traste con los planes de un buen número de empresas para vestirse de largo en la Plaza de la Lealtad, donde se ubica el Palacio de la Bolsa de Madrid. Alguno de ellos incluso con fecha en el calendario, como fueron los casos de Primafrio y Opdenergy.
La foto final se vuelve más amable si se tienen en cuenta los saltos a cotización de BME Growth, el antiguo Mercado Alternativo Bursátil (MAB). Y es que en esta plataforma se estrenaron hasta 14 compañías. El cómputo final alcanzó, por tanto, una suma de 17 compañías debutantes.
Aunque la cifra es sensiblemente superior a los 10 estrenos que se produjeron a lo largo del 2020 del estallido de la pandemia, queda casi a la par de las que optaron por estrenarse en alguna de las plazas extranjeras gestionadas por Euronext. A ellas acudieron el año pasado hasta 16 empresas españolas.
El número supone además un máximo histórico para la firma gestora de bolsas europeas como Lisboa, París, Ámsterdam, Oslo y Milán. El año anterior, que ya rompió todos los registros previos, fueron 11 las empresas españolas que hicieron la maleta hasta alguna de estas plazas para marcar sus primeros precios en el parqué.
Hacer las maletas
Con la incorporación de las últimas sociedades españolas, la mayoría de ellas procedentes del sector inmobiliario, ya son 35 las empresas nacionales que cotizan en los mercados de Euronext. Un número que supone un salto de nada menos que el 337% en los dos últimos años, pues en 2019 apenas eran ocho las que habían seguido esta ruta.
El acelerón es evidente a pesar de los esfuerzos de las instituciones españolas por facilitar el acceso de las empresas al mercado bursátil como fuente de financiación. La reforma de la regulación al respecto y la simplificación trámites que se han ejecutado en los últimos años parecen estar todavía lejos de dar su fruto en un mundo y un mercado cada vez más globalizado e interconectado.
En este sentido, la reciente adaptación de BME Growth a los estándares europeos de los mercados para pymes y la aprobación de la Ley de Startups se presentan como las principales bazas para revertir la tendencia a corto plazo. Y no solo eso, sino también para engordar el número de pequeñas empresas presentes en el mercado español.
Un factor determinante más allá de la accesibilidad es el de la inestabilidad regulatoria. Algo que ha penalizado los planes de algunas compañías del sector inmobiliario, especialmente de las socimis cuyo régimen fiscal se ha visto modificado este ejercicio. Este es el punto que parece clave, según fuentes del mercado para que hasta 12 compañías de este tipo de origen español hayan decidido estrenarse en mercados extranjeros durante el año pasado.
Ausencia de SPAC
Si bien es cierto que BME Growth, el mercado donde precisamente cotizan el grueso de socimis españolas, ha cerrado 2021 con la hasta ahora insólita cifra de 129 cotizadas, también lo es que los esfuerzos de los competidores del gestor bursátil español han logrado atraer hacia sus plazas empresas de marcado componente tecnológico. Este ha sido, por ejemplo, el caso de Kompuestos, que en julio procedió a un dual listing en el segmento Growth de la Bolsa de París después de dos años como cotizada en el mercado español.
Tampoco las sociedades de adquisición de propósito especial, más conocidas por las siglas inglesas SPAC, han encontrado en la bolsa española un mercado de destino. A pesar de que desde la CNMV se ha insistido en que estos vehículos tendrían cabida ya en el ordenamiento jurídico español, sus promotores han preferido apuntar hacia otros mercados con más trayectoria en este ámbito.
Aquí, el ejemplo más claro está en el vehículo SPEAR Investments I B.V., la SPAC respaldada por capital español que en noviembre dio el salto a la Bolsa de Ámsterdam en una operación valorada en 175 millones de euros. Jorge Lucaya, su co-consejero delegado, señaló en el debut de la sociedad su intención de hacer de ella “una plataforma atractiva para las compañías europeas en su acceso a los mercados de capital de renta variable”.
Un gigante y ocho exclusiones
Sin embargo, quizá la fuga más sonora de este último año ha sido la de Allfunds. El reconocido supermercado de fondos de inversión dio la espalda a su mercado de origen para estrenarse como cotizada también en Ámsterdam. En su primer toque de campana rebasó una valoración de 8.900 millones de euros.
Este montante habría supuesto una más que apetecible suma para una bolsa española que a lo largo del año pasado sufrió ocho exclusiones por un valor conjunto de mercado de 10.340 millones de euros. Si bien es cierto que en varios casos estas retiradas se produjeron por la integración de cotizadas nacionales, la factura fue elevada.
En medio de este escenario, y pese a la persistencia de algunos obstáculos regulatorios del ordenamiento español como la debatida persistencia del escudo antiopas, BME redobla sus esfuerzos para hacer de sus mercados la primera opción para las empresas españolas que quieran dar el salto al parqué.
Aquí se enmarcan iniciativas como el Entorno PreMercado, del que ya ha recogido sus primeros frutos en los últimos meses. La tecnológica Cuatroochenta fue la primera procedente de este grupo en llegar a la Plaza de la Lealtad en octubre de 2020. Desde entonces, otras han seguido sus pasos y muchas más aspiran a hacer lo mismo. Sin embargo, la competencia acecha con programas similares que amenazan con seguir acelerando la fuga.