La guerra rusa en Ucrania ha desbordado las fronteras europeas y hoy se disputa en otros continentes pero, sobre todo, a otro nivel. Una nueva fase de diplomacia más sutil y moderna que ha involucrado a las dos grandes potencias mundiales: Estados Unidos y China. Y el nuevo tablero de juego es Wall Street, centro neurálgico de los inversores internacionales.
Ya lo dijo el ministro español de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares: "Rusia ha desatado una guerra con técnicas del siglo XX y Europa y los países aliados están respondiendo con herramientas del siglo XXI", en referencia a las numerosas sanciones económicas que pesan sobre Rusia, sus empresas y los principales oligarcas que apoyan la campaña militar del autócrata ruso por parte de la UE, EEUU y Reino Unido.
Más de tres semanas después del inicio de la invasión, los ojos están puestos en China y su posible rol como mediador. El gigante asiático se ha mostrado neutral e, incluso, ha dicho abiertamente que apoyará política y económicamente a Ucrania. Su deseo es que llegue la paz, porque su comercio exterior depende de la estabilidad. Sin embargo, no ha condenado la agresión rusa y eso ha provocado que las dudas se ciernan sobre Pekín.
¿De qué lado está China? Esa es la gran pregunta. Desde los entornos de Joe Biden y Xi Jinping se han cruzado acusaciones y amenazas con motivo de la guerra y otros posibles conflictos geopolíticos. EEUU avisó a China de que habrá "importantes consecuencias" si da ayuda militar a Rusia y Pekín advirtió a Washington que no debería "recorrer un camino peligroso" en la cuestión de Taiwán.
En medio de esta alta tensión, la Comisión de Bolsa y Valores norteamericana (SEC, por sus siglas en inglés) anunció hace unos días la posible exclusión de cinco empresas chinas de las bolsas estadounidenses debido a las normas de contabilidad. Las cotizadas chinas en riesgo son: el operador de cadenas de comida rápida Yum China, el proveedor de soluciones de procesamiento de obleas para semiconductores ACM Research y las empresas biofarmacéuticas BeiGene, Zai Lab y HutchMed, perteneciente esta última a CK Hutchison.
No cotizar en 2024
La problemática es si las empresas chinas son capaces de proporcionar suficiente información y acceso a sus cuentas a los auditores aprobados por EEUU. El Senado estadounidense aprobó en junio de 2021 un proyecto de ley que permite a la SEC suspender la cotización de las empresas si no presentan sus documentos de trabajo al Consejo de Supervisión Contable de Empresas Públicas durante tres años consecutivos: 2021, 2022 y 2023. La norma también obliga a las empresas a declarar sus propietarios o si están controladas por algún gobierno extranjero.
Las cinco empresas citadas por la SEC tienen de plazo hasta finales de marzo para demostrar a las autoridades que han cumplido con los requisitos de auditoría o, de lo contrario, tendrán que dejar de cotizar en la bolsa de Nueva York en 2024. Como era de esperar, esto les ha supuesto el desplome de su acción.
La sensibilidad de los inversores internacionales hacia todo negocio que tenga que ver con la guerra entre Rusia y Ucrania, por muy tangencial que sea, está a flor de piel. Y las normas de contabilidad estadounidenses son la excusa perfecta para meter presión a Vladímir Putin y sus compinches. "Esperamos que se incluyan más ADR chinos [los instrumentos con los que cotizan en la bolsa de Nueva York] en la lista provisional en las próximas semanas", reconoce Ivan Su, analista sénior de renta variable de Morningstar.
La junta ha venido manifestando su falta de acceso en China, y se hizo más patente después de que se descubriera que Luckin Coffee, la mayor cadena de café de China, falsificaba sus registros de ventas.
Pese a ello, Su ve "una posibilidad remota" de que las empresas chinas sean excluidas de las bolsas estadounidenses. "Empezamos a ver indicios de que EEUU y China están trabajando juntos para resolver los problemas de auditoría", dice el analista de Morningstar.
Pero solo el simple hecho de ponerlas contra la espada y la pared por unas semanas (o unos meses) sirve para que la nueva diplomacia del siglo XXI, con Wall Street como telón de fondo, acelere un alto el fuego en Ucrania y aísle más si cabe a Putin. Al fin y al cabo, "business is business".