No obstante, la inflación ya viene siendo extraordinariamente alta desde mucho antes del comienzo de la invasión de Ucrania y para prueba el 7,6% del mes anterior a la invasión. 

Sin duda, el encarecimiento del gas, la electricidad y los carburantes como consecuencia de la guerra de Ucrania ha tenido que ver en esta nueva vuelta de tuerca a los bolsillos de los españoles mientras que la inflación subyacente, la que no tiene en cuenta ni los productos energéticos ni los alimentos frescos, se ha colocado en el 3,4% en modo preliminar en marzo. 

Estos niveles de alta inflación generan un robo de poder adquisitivo para las familias y una reducción de los márgenes de las empresas con el consiguiente riesgo de que acaben repercutiendo el incremento de coste de sus productos y servicios al precio final provocando de esa manera un círculo vicioso del que es muy difícil escapar en el corto plazo. 

Así que tenemos que convivir en un entorno de alta inflación en donde el mero paso del tiempo nos hace perder poder adquisitivo. Y solo hay dos maneras de evitar esa pérdida de poder adquisitivo: gastar el dinero o invertirlo. 

La primera opción no parece la más adecuada pensando en el futuro de nuestras pensiones que nos hace necesario el ahorro para poder complementar las prestaciones que podamos obtener del estado. Así que nos vemos obligados a la inversión para reducir esa pérdida de poder adquisitivo. Y sí, digo poder reducir la pérdida de poder adquisitivo porque hoy por hoy obtener un 10% de rentabilidad anual no parece que te vaya a garantizar en poder mantener el poder adquisitivo.

No podemos ir al mercado de renta fija porque se auguran subidas de tipos de interés en el corto plazo. De hecho, en EEUU ya tenemos la curva de tipos invertida lo que a su vez también augura una próxima recesión. De ahí que estemos caminando a una estanflación en el mejor de los casos, es decir, convivencia en un escenario de bajo crecimiento con altos precios. 

Esto también hace peligroso la inversión en renta variable por ese claro riesgo de recesión. El mercado inmobiliario con precios por encima del nivel de precios del año 2008 tampoco parece un buen lugar donde refugiarse, aunque quizás las plazas de garaje sean una excepción. Hay tenemos precios muy accesibles y ausencia de morosos y de "okupas".

Una buena opción son los bonos ligados a la inflación, el oro físico y también una selección de empresas defensivas en bolsa. Pero no hay que llevarse a equívoco, hay que asumir riesgos mayores ya que no hay fórmulas mágicas. 

Hable con su intermediario financiero y que le informe de los TIPS, los bonos ligados a la inflación. Si no le convence lo que escucha entonces siempre puede hacerse con fondos de inversión que invierten en dichos bonos como el Sabadell Bonos Inflación Euro, CaixaBank Smart Renta Fija Inflación o el Ostrum Euro Inflation de Natixis.

Dentro de la renta variable hay que buscar empresas líderes que sean capaces de trasladar el aumento de los costes a su producto final.

Por ejemplo, acciones como Nestlé, Unilever o Danone en el sector de alimentación y consumo son claras apuestas. También el sector lujo con LVMH y L'Oreal como máximos exponentes pueden ser grandes apuestas. Sin olvidar el sector tecnológico con acciones como Microsoft, Visa o ASML Holdings. 

Respecto al oro, una de las mejores opciones pasa por entrar en él de manera física, nada de oro papel, a través de sociedades que emulan un fondo de inversión en la medida que se compran los lingotes de oro de manera conjunta aunque bajo la fórmula jurídica de comunidad de bienes. De hecho, Orocash, la firma que tengo el honor de gestionar, tiene una ventana de liquidez este próximo viernes. 

Y por último, también podemos irnos directamente a participar de las subidas de las materias primas a través de los ETCs cotizados en la Bolsa de Fráncfort.