En los últimos 14 años hemos pasado por un colapso financiero global con la caída de Lehman Brothers, rescates monetarios unos detrás de otros, el casi colapso de China, el brexit, Trump como presidente de los EEUU y hasta una pandemia mundial con la guinda de una guerra en Europa.
Un colosal final para la globalización como la conocemos hoy en día. Pero el problema es que la transición hacia donde vamos no va a ser precisamente pausada y tranquila.
Con una economía global engullida en una espiral inflacionaria, los beneficios empresariales que están en máximos históricos no pueden hacer otra cosa que bajar.
Esto dejará en evidencia que la riqueza creada ha sido hinchada artificialmente y, junto con las subidas de tipos de interés que estamos viendo por parte de los distintos bancos centrales, hacen que los inversores se centren solo en la preocupación por la alta inflación de hoy cuando realmente esto es totalmente indoloro en comparación con el colapso deflacionario que está por venir.
Esta semana se confiesan ante los inversores empresas como J&J, Netflix, IBM, P&G, Tesla, Alcoa, Alcoa o American Express. Wall Street todavía descuenta un incremento en los márgenes de beneficios para los próximos 2 o 3 trimestres para mantenerse altos posteriormente.
Sin embargo, lo que parece que no han aprendido los inversores de las burbujas del año 2000 y del 2008 es que la Fed no puede utilizar los estímulos para rescatar a los grandes inversores de Wall Street del colapso de una burbuja de activos causada precisamente por un exceso de estímulos.
Esto debería ser extremadamente recordado por parte de todos los inversores, pero de alguna extraña manera no ha quedado grabado en la mente de la manera correcta y muchos expertos son los que se encargan de recordarlo.
Ahora, la Fed nos ha preparado para la realización de un doble ajuste en ambos extremos de la curva de rendimientos al mismo tiempo. La última vez que lo hicieron fue bajo el mandato de Volcker en 1980.
Entonces pudo desterrar la inflación, pero a cambio de hundir al mercado de valores, a las materias primas y al mercado de bienes raices. Ahora, teniendo las valoraciones del mercado de valores en máximos históricos es fácil saber qué va a ocurrir.